miércoles, 31 de julio de 2019

LAS MIL Y UNA NOCHES EN LA CÁRCEL (Último capítulo)


                    Reclusos republicanos en el monasterio de San Miguel de los Reyes en Valencia

De la celebración del juicio, de los 20 años y un día de condena, del traslado a trabajos forzados al pantano de Benagéber y posteriormente a la cárcel de San Miguel en Valencia. De la libertad de Ricardo García, tras pasar encerrado seis años, dos meses y tres días. 

Mi juicio se celebró por fin en noviembre de 1943. Comparecieron los acusadores y se me conmutó la pena de muerte. Se firmaron 30 años en el juicio y el 23 de noviembre vino la confirmación del capitán general de 20 años y un día. Pocos días después soy llamado ante el médico para reconocimiento con el fin de llevarme a trabajos forzados.
El día dos de diciembre me apartan para ir al trabajo. Había hecho gestiones para poder ir a Benagéber (construcción del pantano), mejor que a ninguna otra parte. El día 28 de dicho mes me llevan allí. Los dos meses primeros en Benagéber me los tiré trabajando en el río en muy malas condiciones: en el agua y la mitad de la jornada de noche, con un frío que fastidiaba. A los dos meses, gracias a la intervención del amigo Henares con don Manolo, me trasladaron a la fábrica de cemento y luego a los talleres, donde pasé el resto del tiempo. Muy a gusto, por tener media libertad y ganar algunas pesetas trabajando horas extraordinarias. 
Durante el tiempo que estuve en el trabajo, salió el decreto de revisión de las condenas para 30 años, luego los denegados, y por fin para los de 20 años y un día. Me hice ilusiones, pero al pedir informes de mí, se opusieron a que se me concediera la libertad condicional. Muchos se marcharon de Benagéber, pero a mí me tocó continuar hasta el día 11 de octubre de 1944. Debido a la entrada de algunos maquis por la frontera de Francia, empiezan a fugarse algunos compañeros y determinaron llevarnos de nuevo a la cárcel de San Miguel. El día 11 entré en esa prisión, que me gusta más que La Modelo por no tener que hacer la vida en la celda. Además, el ambiente es muy diferente porque no había tanta población reclusa y el trato es mejor. El personal lo componían personas mayores y en su mayoría políticos. San Miguel, dichoso santo, mi libertador. Después de pasar por tantas prisiones y todas tan malas.
El día 30 de mayo de 1945 estaba yo sentado para comer cuando me llamó mi amigo Emilio Pérez para darme la noticia de que había doce telegramas y uno iba dirigido a mí. Suponía que eran los edictos de libertad, porque hacía ocho meses que no había salido nadie. Yo seguí dudando porque creía que nunca me iban a liberar. Pasé la tarde y la noche sin dormir y, al día siguiente, al terminar la misa del día del Corpus, nombraron a los 64 (entre los que estaba yo). Arreglé la salida y a las cuatro y media de la tarde del día 31 de mayo me encontraba libre en la calle. Desde el día 28 de marzo de 1939 hasta el 31 de mayo a las cuatro y media de 1945, se cumplían seis años, dos meses y tres días en la cárcel. A las mil y una noches le había sumado 1267 más en prisión.


No hay comentarios:

Publicar un comentario