Son más de tres años en este plan: salgo de casa para escapar de casa y de la escritura, me refugio en los bares (solo) y vuelvo al rincón donde habito (más solo). Antes, este panorama me tenía medio deprimido, asustado (he sido siempre un ser bastante social, para lo bueno y para lo peor). Lo curioso es que últimamente casi me recreo en esa mesa de uno. Porque lo que en un principio añoraba y me hacía suspirar: las parejas, los grupos, los rituales sociales, cada vez me resultan más ajenos. Donde antes solo veía desgracia, ahora es una oportunidad para no sufrir gritos de niños, discusiones absurdas y conversaciones inanes. Leí esta cita el otro día y aunque no me la aplico del todo (porque me queda ancha), me ha inspirado esta entrada: "Mi fuerza es la independencia; mi tributo la soledad".
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lunes, 8 de septiembre de 2025
Diarios, 7/09/25
Diarios, 8/09/25
¡Qué buena tarde he pasado con la película de Yorgos Lanthimos, La Favorita! Y creo que ya la había visto (esto es preocupante). A mitad del metraje, me ha venido a la cabeza la última en un cine, justo anteayer, Romería, de Carla Simón. Aquí encaja perfectamente lo de "las comparaciones son odiosas". Mi sesión griega, muy gozosa, intensa, original, con tensión dramática y con una historia apasionante de indudable profundidad. Mi tarde en el cine todo murria, supuesto lirismo y aburrimiento (¡qué larga se me hizo!). Es curioso que una película que ya había visto, con el mal condicionante de "disfrutarla" en la pantalla de televisión, me despierte un interés mucho mayor que otra, vista en un pedazo de pantallón, con efectos de sonido espectaculares. Sí, la de Lanthimos tenía mayor presupuesto, sin duda alguna, pero lo que mueve a este espectador (a mí), es la genialidad de quien te cuenta algo digno de ser contado con unas formas escénicas deslumbrantes y con unos diálogos sorprendentes. Todo parte del genio y de su habilidad. El resto es relleno y filfa pretenciosa.
jueves, 21 de agosto de 2025
Diario, 21 de agosto de 2025
El Brujo en Tarazona, ayer. Disfrute completo. Disparatado, de vuelta: parodia el teatro, se burla de su propia obra, de los poderes fácticos, de los monjes de Silos, del existencialismo, del amor, de la nada, de lo que no es nada, de todo, hasta un poco de su público. Y, aún así, incluso con sus concesiones al populismo, pasamos uno de los mejores ratos de este verano.
Cena muy agradable en Tarazona, con gente de ley. Qué importante es rodearte de personas amables, con sentido del humor y con las que se congenia en casi todo. Y qué importante es saber hacer unas patatas bravas originales, tan difícil como escribir una novela rompedora. Noche manchega agradable, con mujeres pegando la hebra al fresco, sentadas en sus sillas plegables, como hacía tiempo que no veía. Una plaza animadísima, lejos de la barahúnda de los lugares turísticos, con la agradable sensación del lugar apacible, señorial y, a la vez, bullicioso.
Y qué buen recitador es el Brujo. Entre chascarrillos de actualidad, histrionismos y payasadas, cuela al Siglo de Oro, a ese Siglo de Oro que se le atraganta a cualquiera y él lo hace digerible para todo el mundo. Allí reía todo quisque, desde el adolescente al anciano. He visto últimamente muchos recitales de poesía y casi he terminado por aborrecerlos. Rafael, Rafael Álvarez, consigue justo el efecto contrario. Reconstruye a su manera, tan estrambótica como hermosa, un episodio del Quijote y satiriza a los eruditos. Emociona al recitar a Juan de Yepes, a Teresa de Cepeda, a Lope, a Quevedo, a Machado. Lo hace de una forma muy peculiar, con el savoir faire (toma pedantería) del cómico experimentado, conocedor profundo de los ritmos y los acentos versales. Hace lo que le viene en gana, como un músico de jazz genial y viejo. Y todo el mundo ríe, lo pasa bien, eso es teatro, lo demás es filfa. Muy corto, sí, demasiado corto.
Hoy, El sentido de la vida, de los Monty Python, otra vez los grandes cómicos, aunque enlatados no son los mismo.
martes, 19 de agosto de 2025
18 de agosto, Albacete
¿De quién se huye en los viajes? Supongo que de uno mismo, pero a uno mismo siempre lo arrastras detrás, quieras o no. Paso una semana horrorosa. Primero un viaje en tren, parados 45 minutos en Alcázar y después cinco horas por avería cerca de Andújar. Termina por recogernos un autobús y ni siquiera puedo ir a mi punto de destino, Jerez. Duermo en Córdoba. Cuarenta y dos grados de temperatura. Un hormiguero de turistas extranjeros arrastran a sus niños por el empedrado calcinado. Su única intención, supongo, es la de extirparles las ganas de viajar y el amor por las antiguas ciudades musulmanas para los restos. Ninguno de estos chicos con la lengua fuera regresará a una caldera como esta, ¿o sí?
Mi intención es volver por donde he venido, dados los malos comienzos, pero al final, por culpa de un mercado agradable que me consuela, accedo a esa pretensión absurda de viajar a otro sitio a toda costa. En Zahara, calor y otro hormiguero infernal. ¿Qué hago yo en la playa en pleno agosto si nunca he podido con ella? La juerga nocturna de los chiringuitos no compensa. Estos nuevos veranos de fuego, solo pueden ser combatidos en algunas poblaciones del Norte y eso es lo que debería buscar, más que nada para poder respirar y sobrevivir. Tomo nota, aunque lo vengo haciendo desde hace varios años.
domingo, 10 de agosto de 2025
10 de agosto, Albacete
Dos películas francesas muy buenas sobre los manejos del poder. Una de 2011, El ejercicio del poder; la otra, El presidente de 1961, protagonizada por Jean Gabin. No hay nada nuevo, pero todo está muy bien contado y resultan muy verosímiles los comportamientos desquiciados de los gobernantes.
El protagonista de la película más moderna es ministro de transportes y, después de tener un accidente de coche, le dice a su mujer, arrepentido, en un arrebato de sinceridad, "si me conocieras, no me querrías tanto".
El discurso del presidente en el parlamento, en defensa de la abolición de las aduanas europeas, es todo un prodigio de lo más moderno, atrevido. Sería esperanzador oírlo en un parlamento real. Acusa uno por uno a todos los diputados que tienen negocios y se aprovechan de su oficio político para el crecimiento de sus empresas. Muchos de ellos de su propio partido. La película está basada en un libro de Georges Simenon, que me pienso leer.
Por la mañana he corrido 40 minutos. Cada vez me cuesta más bajar de los siete minutos por quilómetro, cuando hace unos años, luchaba por los cinco. Y no, no estoy obsesionado con marcas ni con objetivos extraños, simplemente lo hago por conservarme lo mejor posible, nada más. No sé si son los gajes de la edad o los excesos (más bien va a ser esto). Los desayunos cerca del parque se están convirtiendo en uno de los momentos estelares del día (hasta ahí estoy llegando). Veremos si la tarde me depara alguna sorpresa, seguramente no, y casi mejor, cada vez vivo mejor en la rutina. Ya lo hacía antes de la tragedia.
Espero reconciliarme con la escritura a partir de estos diarios porque estaba perdiendo el hábito vespertino de ponerme ante el ordenador. Me cuesta, pero luego obtengo muchas satisfacciones, aún no sé cómo llamarlas, casi lúbricas. La ambición de que me lean otros la he ido perdiendo poco a poco. Desde luego, siempre que uno escribe lo hace no solo para él, pero creo que he conseguido en gran parte apartarme de esa vanidad insana de la publicación y de la obsesión por aparecer en los papeles. Algo bueno tenían que tener la edad y el sufrimiento.
Dos películas buenas y aún puedo moverme, no es poco. También disfrutar de un café con leche, luego habrá cerveza en donde esté abierto. El mes de agosto desluce las virtudes recreativas de Albacete. Tendré que buscar un bar con un poco más de ahínco (tampoco mucho).
Termino la novela de Martin Amis, La viuda embarazada, un tanto estrambótica, y comienzo los Diarios de Kafka. Los leí cuando todavía era adolescente (estuve obsesionado con su literatura durante mis primeros pasos como lector). Los releo porque quiero hacerme con referentes sobre este subgénero literario. Y ya el prólogo me habla de la cantidad de los autores que utiliza Kafka como guías autobiográficos. Entre ellos, Flaubert, Kierkegaard, Goethe y Grillparzer. Se habla de un tipo de diario, el diario medusa, que contiene de todo: cuentos, sueños, reflexiones, paseos, vivencias... Me seduce un extracto en el que Kafka describe cómo devoraría todo tipo de alimentos cuando no le doliera el estómago y cómo fantasea con la posibilidad de ser comensal de una grande bouffe expresionista. Sin embargo, apenas aparecen referencias a la guerra.