lunes, 26 de junio de 2023

Loa al amor femenino



Últimamente padecía de días negros y de otros más negros todavía, sin embargo, hoy no ha salido el sol por la cueva de Montesinos, como solía suceder, hoy unas compañeras se han acordado de mí, me han hecho padre en todos los sentidos, me agradecen "mi amistad", me dicen que les he dado "sabiduría y vida", me dicen que "las llenaba de alegría" y  no sabéis lo que reconfortan esas palabras en ánimos menguados. He recobrado la alegría de vivir con mis compañeras de departamento (Patri, Elena y Ani), con Elena y Merce y con un viaje a Portugal que se desarrolló de manera estrafalaria, divertida y explosiva (Nuria, Ana y Anaís). Qué casualidad que solo sean mujeres las que me han salvado de la incuria (me olvido de Javi, pero él sabe que es una mujer). Y hoy me he sentido especialmente querido, abrazado, vivo. Sobre todo, y esto es la causa fundamental de este panegírico, porque me han regalado una botella de Finca Terrerazo, licor de dioses. Nada ni nadie puede superar esta dádiva, solo el güisqui etiqueta negra que me regalaron las chicas de mi departamento o los vinos y tardes de cine, teatro y copas de Elena y Merce. Glorias alcohólicas, glorias absolutas al amor femenino. Javi, tú sabes que eres una mujer.   

domingo, 25 de junio de 2023

Solitarios

 Hoy he escuchado un programa de radio del genial Ortega dedicado a los solitarios. Tres especímenes de su ganadería le han explicado cómo combaten la soledad: la primera, una viuda a la que no visitan ni sus nietos, tomó la determinación de irse con su silla de tijera a casa de Jordi Hurtado y pasa allí todas las tardes, eso sí, sin molestar y sin ir al baño, la reconforta el "calor humano" de ese hogar; el segundo es un señor que se ha convencido de que su soledad es deseada y cómo lo consigue, pues muy fácil, se graba a sí mismo como si fuera un amigo y se invita a fiestas y encuentros que declina siempre; la tercera confiesa que de todos los que han llamado, ella es la que ha hecho la cosa más extraña para no sentirse sola, después de decirlo, el locutor se espanta de su decisión. 

Bueno, tras oírlos, llego a la conclusión de que, a pesar de sus extravagancias, yo también utilizo el recurso de la primera oyente: mis amigas Elena y Merce son para mí, mis Jordi Hurtado, he invadido su casa (aunque todavía no me llevo la silla de tijera) y a diferencia de la participante en el programa, sí utilizo su baño y sí participo en sus conversaciones. También hago uso del recurso del segundo oyente, me intento convencer a mí mismo de que he elegido yo la soledad. No me grabo, pero casi. Me convenzo de que no debo salir, de que tengo que escribir o leer o ver una serie, porque mi soledad es más fructífera que la compañía. Respecto a la tercera oyente, tampoco yo me atrevo apenas ni a nombrarlo. La tercera oyente ha decidido para aliviar su soledad, aunque parezca la mayor de las aberraciones, casarse, sí, nada más y nada menos. 

jueves, 8 de junio de 2023

Libros de texto



Los departamentos pedagógicos de nuestro centro (y supongo que los de toda España) han sido invadidos por los nuevos libros de texto. Las editoriales, desde hace unos meses, no paran de enviar muestras y más muestras de lo que se supone son nuevos materiales adaptados a la reciente ley educativa. Si tuviéramos que revisar todos los que han mandado, tendríamos que emplear un curso entero y, aun así, no creo que nos diera tiempo a analizarlos con solvencia. Además, los pocos que hemos ojeado, mantienen propuestas similares a las que llevamos viendo desde hace muchísimos años. La adaptación a la nueva ley es meramente terminológica, la estructura y el contenido de dichos textos son similares a los de hace más de quince años. Hoy acabamos de recibir uno que, según la comercial, ofrecía nuevas propuestas basadas en proyectos. De hecho, el libro se hace llamar "Situaciones". Esperábamos encontrar la panacea para aplicar de manera concreta esas famosas "situaciones de aprendizaje" en las que se basa la nueva ley; pero al abrirlo, ¡oh, sorpresa!, ni rastro de nuevas propuestas, ni de proyectos ni nada de nada. La misma estructura organizativa y teórica de siempre. 

Las editoriales están sin duda alarmadas porque cada vez se utilizan menos libros en las aulas y, ¡oh, casualidad!, desde hace unas semanas circula por la prensa un artículo en el que se habla de que Suecia ha abandonado el método de las pantallas para volver a los libros de texto (¿quién lo habrá patrocinado?). A mí no me importaría elegir un libro de texto si de veras fuera efectivo y útil, si propusiera actividades y proyectos innovadores e imaginativos, pero las editoriales dedican el gasto imaginativo exclusivamente en el marketing. En vez de innovar en la estructura y contenidos de dichos libros, mandan, entre paja artificial, regalitos como una brújula, una lupa o tizas de colores. Por favor, señores empresarios, si el fin es el de volver a la tradición podrían ser consecuentes y enviar como regalo una palmeta, una Enciclopedia Álvarez, una pluma de ganso y un crucifijo o si de verdad quieren sorprendernos y agradarnos, que manden un satisfayer o nos sufraguen un curso de digitilización.  

domingo, 4 de junio de 2023

Eva y Roma


 

Eva amaba Roma, con delirio. Su decadencia, sus ruinas, su pasado glorioso, el Panteón, el Trastévere, la plaza Navonna, no sé. Hoy he vuelto a ver Amarcord y, luego, 8 y medio, de Fellini. Yo aficioné a Eva a las películas de Fellini; bueno, yo no, Roma. Estoy convencido de que si ella hubiera conocido a un Marcello Mastroianni no habría desarrollado esa enfermedad desastrosa, obscena, inmisericorde. Ella podría haber sido Claudia Cardinale y llevarse a Marcello a su casa y dejarme a mí, que no le aportaba nada. Me lo dijo muchas veces: "Si Mastroianni fuera más joven y me echara los trastos, te dejaría", "harías muy bien", le decía yo. Me lo decía en broma, pero yo lo decía en serio. Ojalá Mastroianni se la hubiera llevado a los estudios de Cinecittá. Ahora estaría viva, recordando al viejo Marcello desde el centro del Foro y yo la visitaría, subiría a lo alto de la estructura que aparece en 8 y medio para abrazarla entre la niebla, como el abuelo de Amarcord. Roma es melancolía, nostalgia y ensoñación. Roma es Eva.

viernes, 2 de junio de 2023

Diarios de Albacete (4)


 

En mitad de la zona de juerga de Albacete, hay una iglesia de construcción moderna. Me choca, porque parece haberse levantado expresamente para recoger a las almas descarriadas que los viernes y los sábados (y algún otro día entre semana) se besan, se manosean, beben, comen, vomitan y algunos hasta coítan. No me extrañaría que cualquier día saliera el párroco, recogiera la escoria viciosa de las calles, la fuera sentando en los bancos del templo y la preparara, con una colleja admonitoria, para la misa de doce. El edificio está situado en el lugar ideal: la intersección de la ruta de paso de los embriagados, los dispersos y los ansiosos. En los tugurios de alrededor, hay chicas en la puerta que animan a consumir bebidas muy espirituosas (delicioso adjetivo). ¿Por qué en el pórtico del templo no se coloca un monaguillo ataviado con una casulla de puntilla para atraer al interior a toda esa gente desorientada. La Iglesia, parece mentira, está desaprovechando un filón: una oportunidad de reclutamiento gratuito y numeroso. ¿Quién, con un tanto así de conciencia, no entraría a confesar sus pecados después de haber ingerido siete cubatas y una botella de vino, después de echar un polvo extraño en la oscuridad de un baño o de haber recibido veinte negativas de aproximación sexual? Despierten, señores obispos, señores párrocos. Tienen en sus mismas narices a los acólitos que ya les van faltando.

Por cierto, hoy tampoco han venido a La Botica ni Vila Matas ni el señor mayor del pelo blanco. Estoy preocupado. Por todo. 

Una pareja (chico y chica) de unos veintimuchos años se sienta en la mesa de enfrente. Ella deja desmayada su mano sobre la mesa para que él se la coja. No lo hace. La evita. La conversación es cordial, ella se insinúa, pero creo que él es homosexual, no sé por qué. Les sirven té en tazas de cerámica moderna. Ella sonríe todo el tiempo, se muestra entregada, lúbrica, a pesar del té. Él no, él está distante. Apoya la barbilla en la palma de la mano y mira con melancolía a un bigardo medio barbudo que se acaba de sentar en la mesa de al lado. Y Vila Matas sin venir. Y Almodóvar tampoco.

jueves, 1 de junio de 2023

Diarios de Albacete (3)



 Hoy no está en "La Botica" Vila Matas ni tampoco el señor mayor del pelo blanco (no, no soy yo, es mucho más viejo). Somos los tres asiduos al local y me apena no verlos. Es como cuando entras en casa y no hay nadie (bueno, igual no es).

El recital poético de Alejandro Duque-Amusco en el Teatro Circo me reconcilió con estos actos. Un poeta firme, clásico, sin aspavientos, de palabra suave y relato pausado (se parecía al señor mayor de La Botica). Nos introdujo en su poesía con la calidez de un profesor conocedor de su oficio y del arte poética. Amigo y estudioso de Vicente Aleixandre, su poemario Un único corazón me ha devuelto a las rutas navegables de los océanos poéticos. Me alivian las palabras hondas, por muy tremendas que sean, por muy descarnadas que se muestren.

Vila Matas no viene y lo que es peor (por lo que puede suponer), el señor mayor del pelo blanco tampoco. Me pediré otra cerveza con la excusa de verlos aparecer por la puerta, los dos con su tranco entrecortado. Total, en casa no me espera nadie, solo Galatea, que sigue creciendo y demostrándome que tampoco estoy tan a la greña con la Naturaleza. 

Mañana compraré otra libreta. Estoy en las últimas páginas de esta, que comienza con una retahíla de direcciones de pisos en Albacete, que comienza con una fecha aterradora, "agosto de 2022". También hay una reseña de Fresas salvajes de Ingmar Bergman. La escribí yo mismo en esa fecha fatídica y me conmociona leerla: "Al protagonista, en uno de sus sueños, lo condenan a la pena de la soledad por no haberse comportado correctamente con su mujer, muerta ya hace algunos años". Encierra este cuaderno, además, crónicas de viajes (Berlín, Nápoles, Cádiz, Portugal). Un periplo de la huida, del desarraigo, de la escapada. Y también, como no, reseñas de obras de teatro de Lope, siempre Lope. 

Al final no han venido, ni Vila Matas ni el señor maduro. Somos los únicos que solemos estar solos en las mesas. Hoy yo era el único. No me parece bien. 

La dama boba y los exámenes


 

La semana pasada hicimos teatro. No sé cómo, pero he conseguido que alumnos de 1º de bachillerato representen unos fragmentos de La dama boba para casi todo el instituto. Entramos en las clases y escenificamos quince minutos de escenas cómicas y atropelladas, adaptadas por ellos mismos. "Teatro por irrupción" lo hemos llamado. No lo había planificado. Se me ocurrió un día, sobre la marcha, al hilo de una actividad que hace mi amiga Merce, y el proyecto fue tomando un cuerpo muy sugerente, determinado por la implicación de los chicos (bueno, sobre todo de las chicas). El impulsor más efectivo ha sido la "amenaza" de los exámenes. Si conseguían que el teatro fuera para adelante, los eximiría de las pruebas fatales de sintaxis e historia de la literatura. Con ese recurso he conseguido que se impliquen en el teatro hasta la médula. Sin apenas darse cuenta, la mayoría se ha ido entusiasmando por la magia de la representación escénica. Hasta doce pases en tres días. Lope estaría orgulloso, seguro; los pedagogos de la LOGSE, LOMLOE, LOE, LOMCE, etc., no tanto. 

Estoy comenzando odiar los exámenes todavía más que los propios alumnos. Y estoy comprobando que, cuantos más exámenes pone un profesor, más incompetente es. No quiere decir esto que quien no los utiliza sea competente per se, ni por pienso. El examen no es una herramienta perversa ni inútil por sí misma, por supuesto que no, pero no se puede convertir en el único recurso para que atiendan en las clases. Y, partiendo de este supuesto, podríamos desplegar un catálogo de ejemplares de la enseñanza actual: 

1. El profesor que pone muchos exámenes para reivindicar su asignatura y darle importancia de cara a sus alumnos, porque es incapaz de captar su atención de otra forma. 

2. El profesor timorato que cree que sin exámenes no se aprende y que sin ellos perderá todo su caché como enseñante. 

3. El profesor que hace exámenes (muchos y casi todos tipo test) para dar menos clases (los hay).

4. Los profesores que se estimulan casi eróticamente al comprobar cómo sus alumnos se obsesionan con su materia el día de la prueba. 

5. Los profesores que ponen exámenes para mantener la tensión del alumnado, pero no los corrigen porque cansa mucho. 

6. Los profesores sádicos que disfrutan viendo el sufrimiento del alumnado ante la prueba inexorable. 

7. Los profesores que nunca han visto a nadie que no ponga exámenes y les asusta salirse de la norma. 

8. Los profesores responsables plenamente convencidos de que sin exámenes no es posible enseñar nada y que no prepararían a los alumnos para la competición de la vida. 

9.  Los profesores que creen imprescindibles los exámenes para enseñar al alumno a hacer exámenes.

Repito, no estoy en contra de poner exámenes, simplemente los odio por su instrumentalización perversa. Cuando el profesorado en general se entera de que hay una materia donde no emplean dicha herramienta, se lanzan sobre ella para robarle tiempo y utilizarlo para que los chicos realicen sus pruebas interminables. Porque están convencidos, y esa es la perversión, de que en esas materias sin exámenes el profesor es un chiquilicuatre que no respeta los cimientos de la educación convencional (y posiblemente estén en lo cierto). 

Si no hubiéramos representado La dama boba, si no hubiéramos actualizado los versos de Lope, si no los hubiéramos trabajado, memorizado, ensayado y dramatizado, les habría ensartado una ristra de nombres, fechas, títulos y teorías infumables. Las habría trufado con unas clases de sintaxis (esa perla) para colocarles el último día un hermoso examen. Para mí habría resultado más fácil y también más aburrido. Para ellos, no te digo. ¿Cómo habrían aprendido más? Yo lo tengo muy claro y cualquiera que los viera actuar también. Sí, hemos roto las reglas (como Lope) y me han perdido el garrote de mi padre, pero, sin duda ha valido la pena. A Baltasar Gracián ni lo han oído nombrar, pero a Nise y a Finea las conocen hasta en su último pensamiento. ¡Ah!, ¿que no sabéis quiénes son? Las alumnas, sí.