viernes, 31 de marzo de 2023

¡Cuánto penar para morirse uno!


 

"¡Cuánto penar para morirse uno!", cuánto y cuánto. Nunca como ahora, Miguel, he sentido tan hondos a los poetas y a los músicos. Me recreo en la pena, en esa pena que vuelve cada cierto tiempo, inmisericorde, sin visos de abandonarme, sin reparos en romper todo lo que toca. De pequeño lloraba por el dolor de oídos, me reventó la hernia y mi madre penaba de médico en médico para que me inyectaran antibióticos con que salvar a su niño escuálido y cabezón. Desde esa primera niñez de dolores físicos, no había llorado tanto y, desde luego, nunca con tanta frecuencia como ahora. Me basta esconderme en el aula, Miguel, escuchar ciertas músicas o leer ciertos versos y reventar de pena, reventar de melancolía, reventar (eso quisiera yo). No, este llanto poco tiene que ver con aquel del niño enfermo. Uno se rompe, se deshace, se derrama y apenas te permite escribir, apenas, porque la pena te inunda, se desboca, Miguel, tú lo sabes bien. Me recreo con esta pena despiadada, necesito oír a los poetas, la música, necesito destrozarme las entrañas para que no me reviente el alma, para desaguar la pena... "tanto penar para morirse uno". Me gusta sentir cómo corre la humedad de las lágrimas por las mejillas, notar el moco de agua labios adentro. Y sobre todo prefiero hacerlo aquí, en el aula, donde ella pasaba sus horas, donde tanto y tanto vivió, donde era maestra, donde era. Ya no somos.     

miércoles, 22 de marzo de 2023

El ignorante



No sé si la ignorancia te hace más feliz, lo que sí sé es que te hace más ignorante. Es una obviedad palpable. La ignorancia no ayuda en nada, todo lo contrario. A algunos los lleva por el camino de la perdición, a otros por el del adocenamiento y, a los más, a ser víctima de cualquier mierda que se les ocurra a los poderosos para manipularnos. Al ignorante se le puede sujetar del ronzal y llevarlo para acá y para allá sin que el cafre se cuestione nada. Al ignorante se le puede convencer de cualquier cosa y es muy fácil inculcarle las ideas más simples y descabelladas. El ignorante no duda, porque no tiene opciones a las que engancharse. Si alguien con mala fe y cierto poder retórico, quiere convencer a un ignorante, le costará muy poco trabajo hacerlo, porque, entre otras cosas, pensar y valorar opciones es algo descartado por una mente vacía. ¿Por qué medran con tanta facilidad las idioteces y los convenciones que poco asiento tienen en la racionalidad?, porque son de fácil digestión y porque hay una masa ignorante que no se los cuestiona en ningún momento. 

Actuamos por imitación, es una característica animal y muy acentuada en los primates. Solo los humanos (no todos) somos capaces de evaluar nuestros comportamientos y valorar racionalmente (a partir del conocimiento y la voluntad) si nos convienen o no, pero es una labor ardua. Pensar conlleva conocer y conocer conlleva el trabajo de formarse, de ir deshaciendo nuestra ignorancia, poco a poco, muy poco a poco. A los alumnos adolescentes les cuesta mucho argumentar, elaborar textos donde se explique una postura o una opinión. A los alumnos adolescentes y a todo el mundo, porque implica pensar, un trabajo que acarrea pertrecharse de conocimientos, de instrumentos para llevar esa tarea adelante. Y esto, al principio es una tarea agria y de mucha dificultad. Poco a poco uno va descubriendo los placeres del conocimiento, pero muy poco a poco. Y también descubre que estos no siempre proporcionan felicidad, sino frustración y decaimiento. Con todo, el ser consciente es el que ha empujado al ser humano hacia el progreso, hacia el avance, hacia la civilización. Y también, a veces, a la condición de Ramón Tamames. ¡Qué paradoja!      

martes, 21 de marzo de 2023

Fílide, la dulce y llorada Fílide



Mi clase (la biblioteca) huele a flor de almendro porque las chicas de Literatura me han regalado unas ramas preñadas de aroma. Huele a flor de almendro, cuando ayer, precisamente, recitábamos la elegía que Miguel Hernández le dedicó a Ramón Sijé, "A las aladas almas de las rosas… / del almendro de nata te requiero, / que tenemos que hablar de muchas cosas, / compañero del alma, compañero". Y al oír los versos en boca de Serrat se me encogió de nuevo el alma y una pena inmensa casi me derriba (a mí también). Yo también reclamaba "escarbando la tierra con los dientes" a mi "compañera del alma", porque sí, porque me quedaron muchas cosas por decirle, porque me faltaron muchas manos que ofrecerle, muchos labios inconclusos. Hoy, ese "almendro de nata" (ayer nostalgia dolorosa), lo han convertido ellas en júbilo, en carne, en realidad manifiesta y sensorial. Hoy, ese perfume de la flor de almendro alumbra la biblioteca como un bálsamo de renacimiento, con el dulzor propio de la juventud recién parida. Fílide se convirtió en flor para que su amado no la extrañara. Fílide, la dulce y llorada Fílide.

domingo, 19 de marzo de 2023

Cumpleaños

Hoy he cumplido tantos años que me da pereza contarlos. Y lo he celebrado corrigiendo. No porque sea un masoquista ni un sádico, sino porque me apetecía pasar el rato con mis alumnos. Es una tarde de domingo, áspera, solitaria, de sol resplandeciente. La calle atrae con impudicia, sin embargo, solo me apetece esa perversión, esa manera extraña de estar acompañado. He leído sus respuestas a un examen largo, muy largo, y he sentido la proximidad de sus neuras, de sus cavilaciones, de sus obsesiones. En un principio, preguntar por Luces de bohemia o por la Generación del 27 parece que nada te va a decir de ellos, pero sí, vaya que si lo dice. Esa chica estudiosa que ha completado cinco folios por las dos caras, que ha estampado hasta la última coma de los temas propuestos; ese chico lunático que pretende hacer literatura en cada una de las palabras que escribe y apenas se entiende nada; esa letra clara y redonda que te conforta y te lleva a una personalidad bien definida, a pesar de su corta edad... Y tantas páginas más, escritas a mano, con la angustia de haber dormido poco o nada, con la desesperación de obtener una buena nota que los sitúe en el disparadero social, en perfecta posición para medrar o reventar, para entrar en el círculo infernal de la madurez. No es un cumpleaños al uso, eso es lo que quería, alejarme de los tópicos... Que no, no he corregido ni un examen. Me he bebido una botella de vino y he imaginado qué habría pasado si hubiera corregido, es mucho más divertido de esta manera. Seguro que no me desvío ni un tanto así.     

lunes, 13 de marzo de 2023

"Living"



Todo es natural, todo cadencioso, con un ritmo perfecto, sin estridencias, con el aroma del mejor cine clásico. Todo fluye con naturalidad, con dolor, con sufrimiento, con la alegría de vivir, con el engaño de vivir. Todo es cine, todo es vida. El protagonista no usa un gesto de más, renueva la pantalla cada vez que aparece, la hace sangrar de nostalgia, de contención a punto de desbordarse. El cine clásico ha vuelto, y de qué manera. No puedo achacarlo a nada en concreto, al tremendo trabajo de los actores, a la sinfonía precisa de las imágenes, al robusto argumento, al poder incuestionable de la imagen cuidada, a la credibilidad terrible de la historia, al buen gusto; no sé, es algo que va más allá de todo esto, más allá de la perfección, más allá de lo plausible. El arte, cuando se trata de cine, es como la música, penetra en el espectador hasta llevarlo al regazo de las emociones para conmoverlo, sin que sepamos exactamente por qué, para abofetearlo, para sacarlo de sí mismo, para confundirlo con la humanidad toda. Una experiencia maravillosa, Living, no cabe decir nada más, ni nada menos. 

martes, 7 de marzo de 2023

"Yo, el Vaquilla"



Siguiendo con mi revisión de clásicos del cine español, ayer pude disfrutar otra vez de una obra cumbre del neorrealismo. Yo, el Vaquilla es una película impactante. 

Empiezo por el protagonista, quien nos presenta su autobiografía desde la cárcel. El testimonio es escalofriante, casi más que la moda de aquellos años. Su aspecto de quinqui heroinómano no nos puede hacer olvidar que Juan José Moreno Cuenca está actuando, no es él mismo (de ahí ese unicejo poblado, puro maquillaje). Desde que vi Tar, protagonizada por Cate Blanchet, no había asistido a una interpretación tan estremecedora. 

Nada más empezar la película nos damos cuenta de que se quiere acabar con los tópicos, con los mitos: el pequeño Juan José no llama "mama" a su madre, sino "mamá", chúpate esa, clasismo de mierda. Como hija de la más rancia tradición picaresca, la historia nos introduce en un mundo de delincuencia que el Vaquilla respiró desde su más tierna infancia. Sus altas capacidades en los estudios no evitaron que lo expulsaran de por vida del colegio por robar algo de material escolar. En la actualidad estaría cursando el Grado Básico de Formación Profesional, no se le habría impuesto un castigo tan inhumano. Le promete a su madre que estudiará para abogado, para librarla a ella de las penas que le pudieran imponer. Porque la madre del Vaquilla se dedica a robar, tiene un sexto sentido para detectar, en las casas que asaltan, fajos de billetes de mil pesetas. Donde ninguno de sus colegas delincuentes ve nada, ella, ¡zas!, descubre un montón de parné. 

Lo naïf de las actuaciones es intencionado, para ofrecernos esa imagen de verdad absoluta, apoyadas también por la incoherencia de la historia y la desconexión de los hechos (así es el mundo real: incoherente, inconexo, sin sentido). Las hostias que su madre y el tío Manolo le pegan al niño Juan José son estruendosas, dignas herederas de las películas de Bud Spencer. A base de mandobles con la mano abierta, Juan José aprende a ser un ladrón honrado: tironea bolsos, roba fábricas, atraca tiendas, asalta casas, pero siempre tiene un gesto de liberalidad con sus allegados. Además es casto: "Yo, por ser aún pequeño, no atraía a las chicas con tetas; y las otras no me gustaban". 

Y me dejo para el final lo mejor de la película: las persecuciones en automóvil. Qué despliegue de efectos, qué verdad (otra vez) en esos policías que esperan en la cuneta a los delincuentes para salir detrás de ellos y tirotearlos (sin tino) desde las ventanas de un 124. ¡Qué habilidad la de un niño que apenas llega a los pedales para derrapar, fintar, esquivar a los "secretas"! De adolescente me quedé con las ganas de aprender a hacer un puente; ahora, de mayor, admiro a ese héroe de los ochenta, por su espíritu artístico, por su vida aventurera, por las hostias que le dieron, por haber conocido los reformatorios de Barcelona, por sus viajes a Perpignan, por su pericia en la conducción, por sus vicios... bueno, no. 

lunes, 6 de marzo de 2023

"Cuando la realidad te asalta"

Cuando la realidad te asalta

de tan malas maneras,

uno se olvida de que la poesía

es extrañamiento temblor borde abismo caída espasmo.

Se olvida de la esencia

porque la realidad ha arrasado

el aliento, los campos de cristales,

el páramo. 

Y ya no queda nada,

solo dolor y fiebre de cuarenta grados.

Cuando la realidad te asalta

(y no es una metáfora)

de tan malas maneras,

uno intenta escupirle a la cara,

vejarla, estuprarla, rajarla, desvencijarla, rechazarla,

y no es posible, 

porque se ha olvidado uno

de la esencia, de que la poesía ha de extrañar,

ser temblor borde abismo caída espasmo.

Y esto me lo ha recordado

una poeta de veintipocos años.  

miércoles, 1 de marzo de 2023

La Comedia del Arte y el humor en clase



Hoy, en Literatura Universal, un nuevo espectáculo representado por las nueve alumnas que me están alegrando el curso. Apoyándonos en los métodos de la Comedia del Arte y mezclándolo con argumentos de las obras de Shakespeare, han hecho dos interpretaciones espontáneas, desternillantes y sin vergüenza (cosa muy rara en estas edades) que para sí las quisieran "Els Joglars". Es evidente que estoy exagerando (y mucho), pero estas funciones me devuelven la confianza en que se puede dar clase sin ahogar el espíritu dinámico y efervescente de los adolescentes, se puede disfrutar del aula si hay un mínimo de motivación y de interés por parte del alumnado, se puede divertir uno y divertirlos a ellos si se produce esa rara convergencia de quien quiere educar con quienes quieren aprender. El humor como vínculo mágico. 

El problema es que no es muy habitual esa entrega incondicional del alumnado al aprendizaje y aún lo es menos atrevernos con el humor para acercarnos a ellos, en realidad un método tan viejo como el mundo. Es muy engorroso preparar algo distinto todos los días, pero da, a veces, tantas satisfacciones que uno no puede sino compartirlas. La comodidad de la clase magistral es, a menudo, un refugio para la pereza y no es incompatible con hacer el payaso de vez en cuando. El humor es, sin duda alguna, la mejor estrategia para conectar con el otro. Yo sin los Monty Python o sin Muchachada Nui o sin Juan Carlos Ortega o sin Faemino y Cansado o sin Los Roper o sin La cantante calva o sin la Comedia del Arte o sin El enfermo imaginario o sin La dama boba no sería el mismo. En mis circunstancias actuales, no sería nada.