Ayer volví a ver Barry Lyndon y todavía no me he leído la novela de Thakeray. Me gusta tanto esta película, que me da apuro acercarme al relato del que procede, pero lo voy a hacer, lo prometo. El tono del narrador, la trama, la evolución del personaje y la sátira de la sociedad de su tiempo, son tan agudas y tan lúcidas que me frustran mucho los dobladores. Sobre todo, los del protagonista y narrador. No sé por qué no se les ha ocurrido hacer un nuevo doblaje en español.
Hay personajes secundarios magistrales: la prima Nora, el capitán Quin, la mujer de Barry, su hijastro…
Acabo de releer las novelas ejemplares de Cervantes y me sorprende cómo los autores ingleses conectaron con nuestra novela barroca, como si todos ellos hubieran vivido en La Mancha o en Sevilla o en Nápoles. Barry Lyndon es español, es otra novela “ejemplar”, un español del XIX. Ningún escritor patrio de ese siglo supo engancharse a ese tono novelesco tan atractivo, tan mordaz, tan apasionante.
Kubrick es un monstruo, Laxe es… ¿quién coño es Laxe?

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