sábado, 2 de julio de 2022

La dificultad de hacer comedia



Qué difícil es hacer buen teatro y todavía más escribir una buena comedia y, aún más, representarla con gracia. La comedia, desde sus orígenes griegos, era transgresión, escándalo, crítica de costumbres, incomodidad, acidez, bisturí envenenado. Luego, con el paso del tiempo, las imposiciones del poder y la abulia de la burguesía, la comedia se vistió de amabilidad, blandura, miel y polillas. Se pervirtió su sentido original, para acabar con su esencia. Solo unos pocos, casi siempre con problemas para estrenar sus obras, se empecinaron en ser fieles a sus principios revolucionarios. 

La risa es un método infalible para remover conciencias y avivar llamas extinguidas. La comedia, la gran comedia es el licor de los dioses, tan sabroso como difícil de conseguir. Me gustaría haber asistido a las obras de Aristófanes y de Menandro en su tiempo, porque si leídas en el siglo XXI, me resultan más apetecibles y voraces que la mayoría de las actuales, no quiero imaginar cómo las disfrutaría un griego de su época. He visto una Cantante calva esplendorosa, magnífica, con la que reí y gocé del teatro como pocas veces y también otra Cantante calva con la que por poco aborrezco las comedias de por vida. Me encanto todos los veranos con alguna comedia de Lope representada por la Compañía Nacional de Teatro Clásico; recuerdo un Enfermo imaginario desternillante; un Martes de Carnaval, apoteósico; al Brujo, un genio; a Els Joglars, magníficos... Pero son mucho más numerosos los bodrios a los que he tenido el disgusto de asistir. Porque la comedia es un arte reservado para los elegidos, para los enviados de los dioses, para los que tienen el don, tanto en su escritura como en su representación. Hace poco, en una crítica periodística, leí que en la comedia no hay que buscar las profundidades estéticas e ideológicas de la tragedia. Solemne barbaridad. Cuando la comedia es comedia de veras, no solo hay un mayor disfrute artístico, sino que las situaciones calan mucho más que las de una tragedia, aunque solo sea por su singularidad, porque encontrar una buena comedia es como hallar la cordura en las palabras de un político.

Iba a hablar de la versión que Juan Carlos Rubio ha hecho del Anfitrión de Moliére y que vi el viernes pasado en Albacete, pero lo voy a dejar aquí.     

No hay comentarios:

Publicar un comentario