domingo, 13 de julio de 2014

"De Escocia y de escotos" por Andrés Trapiello

HACE unos meses se recogía aquí este artículo, publicado en El País. Los nacionalistas, se recordaba en él, han convencido a los pobres de que éstos son, antes que pobres, nacionalistas padanos, catalanes, vascos o escoceses. Si un día llegan a independizarse, los pobres padanos, catalanes, vascos o escoceses dejarán de ser padanos, catalanes, vascos o escoceses para volver a ser lo que siempre fueron: pobres a secas. "Seremos más ricos porque el petróleo del mar del Norte pasará a nuestras manos y podremos forjar una sociedad más justa y solidaria”, se lee en esta información, a propósito de Escocia, confirmando, una vez más, por si no estaba claro, que quienes se quieren independizar no quieren hacerlo en tanto que nación, aunque se sirvan de toda su panoplia sentimental como pantalla de representación, sino en tanto que ricos. Y el primer paso será separarse de sus vecinos pobres, y acto seguido de los pobres de su propia familia (nunca es a la inversa, no se conoce a pobres, a menos que sean idiotas, que de todo hay, que busquen ser más pobres por razones de mitología nacionalista), confirmando igualmente que lo propio de los ricos es la insolidaridad ("El problema no es que se quieran ir, sino que se quieran ir con algo más que lo puesto", acabo de leer en Arcadi Espada). Lo que resulta extraño es que este proceso de ricos de una nación contra los pobres de las otras, primero, y de los suyos propios después, esté bendecido por partidos políticos de izquierda que dicen defender a los pobres. A los nacionalistas puede cegarles la codicia, pero qué duda cabe que a los partidos de izquierda, "compañeros de viaje" y partidarios de la "asimetría", les ciega la fantasía, que es, como se sabe, una excreción de la ficción: sueñan con ser ricos, vivir como los ricos, pensar como ellos, comer lo que ellos comen, ser admitidos en sus clubes exclusivos, oler a lo que ellos huelen, esa pestilencia del dinero, la pestilencia del "non olet" a la que se refirió Sánchez Ferlosio recordando las palabras de Vespasiano a su hijo, remiso a servirse del dinero obtenido de los impuestos sobre las letrinas públicas. 

De lo que se deduce que la solidaridad y la libertad únicamente pueden ser simétricas e igualitarias.

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