domingo, 6 de julio de 2014

CELOS DERRIBAN MUNDOS (al modo gongorino)


De Céfiro cruel sus dulces nietos
los brazos de Dafne acariciaban
en el claustro escondido de los sueños.
Le besaban los dedos vegetales,
susurros procaces ponían llamas
en el tronco carnal de su detalle.
No viera Apolo hermoso todo aquello
si las nubes el cielo le cerraran,
pero, ¡ay!, despejó Faetón el paso
y a Dafne oyó gemir
herida por los vientos y los labios,
acunada por invisibles brazos.
El verde animal vertió su elixir
en el ánimo voluble de Apolo.
Tomó las riendas del dorado carro
y desapareció
Para desahogar en sentidos lloros
la traición de su inconstante amada
y fueron tinieblas, silencio, nada.
Así el mundo sucumbió al desamor.

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