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jueves, 24 de julio de 2014
Carpe diem en el parque
Se sentó en el banco con los calambres
propios de la edad (provecta iba a decir,
pero no, voy a hacerlo más sencillo).
Se sentó en el banco, íbamos diciendo,
con dificultad, muy jodido, viejo.
Iba a tirar migas a las palomas
(una escena muy tópica, es cierto)
cuando un amigo se sentó a su lado.
¡Carpe diem, Bonifacio! -le dijo.
Lo miró (de hito en hito iba a decir,
pero no, voy a ser original)
con una escopeta en las pupilas,
levantó sus manos (no sarmentosas)
alteradas por el odio y la medi-
cación (esto ya lo hizo una vez Góngora).
No pudo estrangularlo en el momento.
¡Carpe diem, Bonifacio! -otra vez.
Le escupió la dentadura a la cara
y disfrutó del momento como nunca.
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