Pruebe a meterse unas pinzas (lo necesariamente finas) por la
cadena de huesecillos. Llegue hasta el tímpano. Somos conscientes que esta
empresa duele, no ha de preocuparse. Apriete bien las pinzas. En este momento
conviene apretar los dientes lo más fuerte que sepa. Procure, por mucho que no
lo consiga, extraer. Choque. Adquiera. Saboree cómo el dolor desaparece.
Comprendemos que es probable del tímpano brame un pitido molesto. Cállese, su
esposa no tiene culpa de que eso duela. Su hijo tampoco. Esto ha sido cosa de
usted. Quizás no debió contratar nuestros servicios ¿Se arrepiente? ¿Cómo?
¿Mucho, poco, demasiado, en exceso? Tranquilo, puede sacar la pinza. Este es un
manual para que usted, definitivamente, sea capaz de controlar su ansiedad.
Ayer rompió un jarrón. Se cagó en la comida de su perro Burton. Amenazó a su
hijo con el cinto. Su mujer está sufriendo. Coja este martillo y esta aguja.
Pruebe a acariciar el iris de su ojo izquierdo con la aguja. Espere, se nos
ocurre algo mejor. Extraiga el mechero con el que enciende sus habanos los
domingos del bolsillo izquierdo y queme la punta. Encienda la mecha de esa
pequeña aguja. Es poco más grande que una de esas que usan en acupuntura. Es lo
suficientemente fina. ¿Se marea? ¿Usted se marea? El vendedor del producto le
dijo que era probable que, durante el ejercicio, tuviese alguna que otra
náusea. Vaya al baño. Vomite. Tenga cuidado de que toda esa bilis caiga en el
inodoro o su mujer tendrá que pasar una fregona. Sufra, es usted un auténtico
hijo de la gran puta. No obstante, hace lo que puede por cambiar y eso le
honra. Desde nuestra empresa concedemos un aplauso a todo lo que está poniendo
de su parte. Regresemos a la aguja con la punta quemada. Clave en el paladar.
No vaya demasiado aprisa. Sienta. Este es un dolor rico. Por favor, caballero,
límpiese la sangre con mejor disimulo. No es tanta. Sabe mal, es cierto. Su
esposa ha recibido órdenes de prepararle unas judías verdes, uno de sus platos
favoritos. Clave más. No, señor. Ahora queremos que se lo meta hasta dentro de
un solo golpe. Apenas tres centímetros. Bien. Si le sale una lágrima permítase
relajarse comprobando cómo acaricia el perfil de su nariz. El moflete derecho
se encuentra curándose de ira. Piense en el mar. Su boca, en este momento, es
una ola a punto de repetirse. Ande, descanse un poco. Nuestra empresa le
agradece su comportamiento. Respire. Toque su corazón. ¿Late muy aprisa? Es
buena señal. Ahora agarre sus testículos y apriete lo más fuerte que sepa. No
sabe hacer trampas. No debe. Debe apretar hasta sentir que su nuez se resiente.
No está apretando ¿Qué es lo que le impide hacer caso? ¿Acaso estamos en esto
juntos en balde? Recoja el martillo del suelo. Dígale a su mujer que le dé un
golpe en esas, sus partes. Vaya a la cocina y dígale: Por favor, Concha, esto
es una cosa de tres contando a nuestro hijo. Deja la preparación de ese plato
tan exquisito, coge este martillo y atízame en los huevos. Ella procurará hacer
caso a las órdenes de comportamiento asignadas para su rol. Bien. Da usted pena
ahora mismo ¿Sabe? Revolcándose por la cocina. ¿No puede respirar? En la medida
en que el dolor cesa puede notar cierto regusto. Decrece su mal. Dígale a
Conchi que use el aceite hirviendo de la sartén con la que acaba de freír un
huevo para usted y lo vierta sobre su cara de cerdo dolido. Lo sentimos. Es
duro. Uno de nuestros autos de fe más fieros. Contamos con que deberá observar
su cara y verá cómo prevalecen esas quemaduras. Conchi, hágalo, dígale que lo
haga. Es por amor. Debe hacerlo. Queremos que recuerde. Bien. Tranquilo.
Siéntese en la silla. Procure gritar hacia dentro. El vecino de abajo trabaja
de tres a nueve. Se llama Ramón y se encuentra disfrutando del escaso descanso
del que goza. Por favor, no grite. Nuestros servicios funcionan al 190%.
Evitará sus nervios. Se apuntará a un gimnasio. Concederá valor a las terapias
de Alcohólicos Anónimos a las que asiste cada jueves. Vaya al médico. Habrán de
coser. Serán unos cuantos puntos. Todo. Absolutamente todo es por su bien.
Mañana, caso de que le hayan dado el alta, trabajaremos la parte del iris
¿Recuerda aún dónde dejó el soplete que enviaron en persona a su domicilio tres
de nuestros mejor dotados especialistas? Coma un poco antes de ir al médico.
Conchi prepara unas judías verdes maravillosas. Estas están recién rehogadas.
Espere. Le recordamos que, en todo momento, debe cuidarse. Deje a su hijo
tranquilo. Sólo está haciendo las tareas del colegio. Sabemos todo lo demás. Lo
difícil que le es llegar a fin de mes y que, en el fondo, como bien ha
demostrado aceptando nuestra terapia, quiere lo mejor para usted y para su
familia. Enhorabuena. Vaya al médico. Su esposa le acercará en el coche de
alquiler de nuestra propia empresa. Por favor, señor ¿No cree que olvida algo?
Haga el favor de vestirse antes de salir por esa puerta. Ha sido usted muy
amable. Reiteramos la enhorabuena. Y recuerde: debe estar preparado para los
ejercicios de mañana. Le recordamos que son un poquito duros. Ninguno de ellos,
si se atiene a nuestras instrucciones, lo matará. Pulse aceptar. Es el botón
derecho de su móvil. Muy buenas tardes y mucha suerte en el hospital,
caballero.
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domingo, 20 de noviembre de 2016
"La trama" por Alberto Massa
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