lunes, 27 de octubre de 2025

Me falta


 

La echo de menos, especialmente cuando algo me sale muy bien, cuando me felicitan por algún asunto. Ella se alegraba más que yo, era así de desprendida, así me quería, y, en su momento, no supe apreciarlo lo suficiente. Ahora, cuando algo me sale muy bien (pocas veces), la espero, todavía. Me falta su abrazo. ¡Mierda! Soy un miserable. 

lunes, 20 de octubre de 2025

El vértigo del tiempo



El vértigo del tiempo; el vértigo del paso inexorable de los días, de los años; la amenaza de la vejez; el horizonte ominoso de la muerte, de la inexistencia, del no ser. Bulle y bulle, cada vez con más fuerza, con mayor angustia. Es una maldición pensar en uno mismo, tener consciencia de la finitud. Me asomo al abismo y un viento helado me corta la respiración. Estiro los brazos y no palpo nada, salvo la nada. Un vacío insondable, amargo, al que estamos condenados todos, todos (torpe consuelo). Las dimensiones del teatro.

Ella ya fue engullida por el precipicio. Me espanto. Solo queda la nada, solo. No me habléis de alimentos saludables, de hábitos perniciosos… Tened decencia, dejad caer al mortal con un aire de dignidad. No mintáis y, sobre todo, no deis la pelma. Dejad que nos arañe por última vez la tierra. 

Mi vida no es así, solo mi literatura. No os preocupéis, la estoy sustituyendo por ver fútbol en televisión (así olvidaré la palabra “ominoso”.)

domingo, 5 de octubre de 2025

Maribel



Solo estuvimos tres meses juntos en el instituto. Tú te jubilabas y yo participé en tu fiesta como si fueras amiga de toda la vida. Yo creo que lo fuiste. Después de mi desgracia, viniste a verme. Te acababan de diagnosticar un cáncer y fuiste tú quien me consolaste, tú quien tenías el ánimo suficiente para sacarme a la superficie. Fuiste tú, a pesar de la debilidad, con dulzura, con delicadeza, quien me ayudó a no hundirme en la fosa de la ausencia. Tú, tan amable, tan risueña, a pesar de la enfermedad que te asolaba. Yo, desconcertado, te veía tan entera que no podía desfallecer. Eras un ejemplo necesario, un abrazo sincero que me sirvió para no despeñarme. Me reconfortabas, Maribel, componías mi destartalada figura, me ordenabas, me dabas la fuerza necesaria para seguir en la brecha, a pesar de todo. Un optimismo constante te convertía en maestra de la vitalidad. Mi consternación desaparecía ante tu entusiasmo.
Ya no creo en nada. El aire ha muerto. El soplo de la vida se ha desgarrado, ya no queda ningún motivo para seguir hablando. El silencio, el vacío, han vuelto para reordenar la realidad, nada vale ya ni un triste suspiro. La esperanza se ha desvanecido. Todo es nada. La muerte se ha apoderado de la humildad. Es el fin. El consuelo no existe.

jueves, 2 de octubre de 2025

Rigor histórico



Me da un poco la risa cuando se critica una película o un libro por falta de rigor histórico. La misma historia es ficción, se reconstruye a partir de recuerdos torcidos e intereses peregrinos. Y si hablamos, además, de biografías, la crítica aún es más chocante e inane, si no se basa en otra cosa que en la falta de rigor histórico. Aún no he visto “El cautivo”, pero acabo de ver una película de época (inglesa, por supuesto) basada en la última mujer de Enrique VIII (la enésima, versión digo). Y me da igual que se lo hayan inventado todo, porque estaba bien construida, muy bien ambientada y perfectamente interpretada. Hay que conocer a fondo las costumbres, las ideas, los instrumentos con los que se trinchaba un cisne en el siglo XVI, eso sí. Me lo he creído todo, porque de lo que se trata es de que te convenzan a través de los recursos del arte y del buen hacer. Me importa un pijo que esa Catalina Howard no se pareciera a la original, porque, entre otras cosas, nadie podría reconstruir a un personaje real por mucho que se lo propusiera. La habilidad del creador es convencernos de la verosimilitud de la narración, de los personajes, embaucarnos en el relato. Cada lector (espectador) se construye una imagen determinada de un escritor o de cualquier personaje histórico a partir de la lectura de sus obras o de los hechos que nos han relatado sobre él. Tendemos a inventar ficciones con las que interpretar el mundo y deberíamos acercamos a las ficciones de los creadores pensando que no son otra cosa que ficciones, con el mismo rigor histórico que las nuestras. Si estas se construyen con materiales estéticos y narrativos firmes, incluso llegan a convencernos de la falacia más descabellada. Ese es el mérito, el retrato fiel de un fragmento de vida no se puede condensar en hora y media, tampoco en una serie de Netflix. La ficción que el director ha pergeñado en su cabeza, sí.