La peste de Camus traza una historia estremecedora sobre la epidemia que sufrió Orán en los años 40. La buena literatura sirve, entre otras cosas, para ilustrarnos sobre cómo el hombre, ante la catástrofe o el amor, se desenvuelve de manera similar en el siglo III y en el XXI. Extraigo algunos fragmentos del libro de Camus para intentar comprender a qué nos enfrentamos cuando una plaga trastorna nuestra forma de vida:
1. Cuando comienza a manifestarse la epidemia de peste en Orán, a través de las ratas muertas, la mayoría de los ciudadanos no quiere creer en la plaga:
"Nuestros conciudadanos, a este respecto, eran como todo el mundo; pensaban en ellos mismos; dicho de otro modo, eran humanidad: no creían en las plagas. La plaga no está hecha a medida del hombre, por lo tanto el hombre se dice que la plaga es irreal, es un mal sueño que tiene que pasar".
2. Una vez conscientes de la epidemia, la población siente una especie de exilio dentro de su misma ciudad que la lleva a un refugio, el de la imaginación :
"Era ciertamente un sentimiento de exilio aquel vacío que llevábamos dentro de nosotros, aquella emoción precisa; el deseo irrazonado de volver hacia atrás o, al contrario, de apresurar la marcha del tiempo, eran dos flechas abrasadoras en la memoria. Algunas veces nos abandonábamos a la imaginación y nos poníamos a esperar que sonara el timbre".
3. Se resignan a renunciar al futuro:
"Aceptábamos nuestra condición de prisioneros, quedábamos reducidos a nuestro pasado, y si algunos tenían la tentación de vivir el futuro, tenían que renunciar muy pronto".
4. Una de las primeras reacciones en la cuarentena es negar la evidencia y criticar a la organización:
"Nadie había aceptado todavía la enfermedad. En su mayor parte eran sensibles sobre todo a lo que trastornaba sus costumbres o dañaba sus intereses. Estaban malhumorados o irritados y estos no son sentimientos que puedan oponerse a la peste. La primera reacción fue, por ejemplo, criticar la organización".
5. En los inicios, el miedo casi niega la evidencia:
"Asustados, pero no desesperados, todavía no había llegado el momento en que la peste se les apareciese como la forma misma de su vida y en que olvidasen su existencia que hasta su llegada habían llevado. En suma, estaban a la espera".
6. El cambio en la ciudad:
"Por los barrios extremos, por las callejuelas de casas con terrazas, la animación decreció y en aquellos barrios en los que las gentes vivían siempre en las aceras, todas las puertas estaban cerradas y echadas las persianas, sin que se pudiera saber si era de la peste o del sol de lo que procuraban protegerse".
7. El sentimiento de desesperación comienza a aparecer ante la terrible duración y crueldad de la enfermedad:
"¡Ah, si fuera un temblor de tierra! Una buena sacudida y no se habla más del caso... Se cuentan los muertos y los vivos y asunto concluido. ¡Mientras que esta porquería de enfermedad! Hasta los que no la tienen parecen llevarla en el corazón".
8. La retórica antes y después de la plaga:
"Al principio de las plagas y cuando ya han terminado, siempre hay un poco de retórica. En el primer caso es que no se ha perdido todavía la costumbre, y en el segundo, que ya ha vuelto. En el momento de la desgracia es cuando se acostumbra uno a la verdad, es decir al silencio".
9. La risa también sufre sus transformaciones:
"No se ríe nadie más que los borrachos y estos se ríen demasiado".
10. El mal humor:
"En las paradas, el tranvía arroja cantidades de hombres y mujeres que se apresuran a alejarse para encontrarse solos. Con frecuencia estallan escenas ocasionadas únicamente por el mal humor que va haciéndose crónico".
11. El imperio de la ignorancia:
"El mal que existe en el mundo proviene casi siempre de la ignorancia, y la buena voluntad sin clarividencia puede ocasionar tantos desastres como la maldad".
12. Las terribles consecuencias de la epidemia:
"Los enfermos morían separados de sus familias y estaban prohibidos los rituales velatorios; los que morían por la tarde pasaban la noche solos y los que morían por la mañana eran enterrados sin pérdida de momento".
13. La monotonía de la muerte:
"Nada es menos espectacular que una peste, y por su duración misma las grandes desgracias son monótonas".
14. La peste acaba con el futuro:
"La peste había quitado a todos la posibilidad de amor e incluso de amistad. Pues el amor exige un poco de porvenir y para nosotros no había ya más que instantes".
15. Zombis en la ciudad:
"La ciudad estaba llena de dormidos despiertos que no escapaban realmente a su suerte sino esas pocas veces en que, por la noche, su herida, en apariencia cerrada, se abría bruscamente".
16. El cansancio, un buen antídoto contra el sentimentalismo:
"A decir verdad, era una suerte que existiese el cansancio. Si Rieux (el médico) hubiera estado más entero, este olor de muerte difundido por todas partes hubiera podido volverlo sentimental. Pero cuando no se ha dormido más de cuatro horas no se es sentimental".
17. La peste se disipa después de un largo periodo de sufrimiento y muerte:
"Una de las nuevas muestras de la era de la salud, sin ser abiertamente esperada, se aguardaba en secreto, sin embargo, fue que nuestros ciudadanos empezaron a hablar con gusto, aunque con aire de indiferencia, de la forma en que reorganizarían su vida después de la peste". "La liberación que se aproximaba tenía una cara en la que se mezclaban las lágrimas y la risa".
18. Los cambios que produciría el paso de la peste por la ciudad:
"La peste cambiaría y no cambiaría la ciudad, que sin duda, el más firme de nuestros ciudadanos era y sería siempre el de hacer como si no hubiera cambiado nada, y que, por lo tanto, nada cambiaría en un sentido, pero, en otro, no todo se puede olvidar, ni aun teniendo la voluntad necesaria, y la peste dejaría huellas, por lo menos en los corazones".
19. La peste como la vida:
"Él había ganado únicamente el haber conocido la peste y acordarse de ella, haber conocido la amistad y acordarse de ella, conocer la ternura y tener que acordarse de ella algún día. Todo lo que el hombre puede ganar al jugo de la peste y de la vida es el conocimiento y el recuerdo".
20. La eternidad de la peste para quienes pierden a sus seres queridos:
"Para esos, madres, esposos, amantes que habían perdido toda dicha con el ser ahora confundido en una fosa anónima o deshecho en un montón de ceniza, para esos continuaba por siempre la peste".
21. El festejo después de la desgracia:
"Toda la ciudad se echó a la calle para festejar ese minuto en el que el tiempo del sufrimiento tenía fin y el del olvido no había empezado".
22. Y la expiación final:
"La mayor parte efectuó peregrinaciones sentimentales a los sitios donde habían sufrido. Querían enseñar a los recién llegados las señales ostensibles o escondidas de la peste, los vestigios de su historia". "Esas parejas enajenadas, enlazadas y avaras de palabras afirmaban, en medio del tumulto, con el triunfo y la injusticia de la felicidad, que la peste había terminado y que el terror había cumplido su plazo". "Para todos ellos la verdadera patria se encontraba más allá de los muros de esta ciudad ahogada. Estaba en las malezas olorosas de las colinas, en el mar, en los países libres y en el peso vital del amor. Y hacia aquella patria, hacia la felicidad era hacia donde querían volver".
23. Y el aprendizaje:
"Algo que se aprende en medio de las plagas: que hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio".