lunes, 7 de marzo de 2022

"Volver la vista atrás" de Juan Gabriel Vásquez



Estoy leyendo una muy buena novela, escrita con mano firme y de prosa rica y fluida. Cuando esto ocurre, uno se embebe en la historia y le cuesta salir de las vidas de los personajes, se las lleva al instituto, le rondan por la cabeza mientras da clase y se incrustan en algunas de las anécdotas que se cuentan a los alumnos. Volver la vista atrás de Juan Gabriel Vásquez es una de esas narraciones de las que cuesta despegarse. Todavía no la he terminado y me queman los dedos por hablar de ella. La trama tiene todos los ingredientes para hacerla atractiva, sin embargo, el gran acierto, como siempre, reside en la habilidad literaria de su autor, en el manejo de una prosa que no apabulla, que no cansa, sino todo lo contrario, es golosa y apetece rebañarla con los dedos. No había leído nada hasta ahora de Juan Gabriel Vásquez y me alegra descubrir nuevas voces (aunque no sean tan nuevas para otros). 

El preciosismo de muchos narradores latinoamericanos se pierde a veces en la inanidad de los argumentos o en una ausencia de peripecia que, a menudo, vuelven tediosas sus creaciones. No ocurre así con Volver la vista atrás. El narrador recoge lo mejor de Vargas Llosa y de autores americanos como Philip Roth. De hecho, en algunos momentos de la historia he pensado en la distopía (esta palabra hay que incluirla siempre en cualquier reseña actual que se precie) de Roth, La conjura contra América, pero no. Vásquez solo relata hechos contrastados con la realidad y no por eso es menos meritoria su narración. Todo hecho real hay que transformarlo en literatura si queremos que sea atractivo para el lector. Partir de lo real o de la imaginación a veces lleva al mismo camino, a la habilidad para cautivar o no al receptor. Los protagonistas de esta novela, el director de cine Sergio Cabrera y su hermana Marianela, se convierten en personajes literarios redondos porque van evolucionando a lo largo de las peripecias (innumerables) en las que se ven envueltos. No sé si se corresponden o no con los de carne y hueso (la verdad es que me trae al pairo), pero ya tienen vida propia en la historia de Vásquez.   

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