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lunes, 13 de agosto de 2012
El jardín de las delicias, Hieronymus Bosch
Un corto sorprendente del artista español Juan Ibáñez en el que se anima el cuadro de El Bosco "El Jardín de las Delicias" y se da una interpretación de las imágenes simbólicas a partir de textos de Rilke, Baudelaire y M. J. Romero. La vida y la muerte vistas desde el punto de vista genial de un artista del Renacimiento que parece salido del propio Infierno. La portada de Criaturas del Piripao animada y explicada, nunca me lo hubiera imaginado.
viernes, 10 de agosto de 2012
Billie Holiday y Lorca
Si a esta canción de Billie Holliday le unimos un poema de Lorca de los "Sonetos del amor oscuro" obtenemos un cóctel de desamor que es imposible mejorar:
EL POETA PIDE A SU AMOR QUE LE ESCRIBA
Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.
El aire es inmortal, la piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.
Pero yo te sufrí, rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.
Llena, pues, de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena noche
del alma para siempre oscura.
lunes, 6 de agosto de 2012
Entrevista en "San Clemente 30 Días" sobre "Bilis"
Entrevista a toda página en el periódico San Clemente 30 Días sobre la publicación de Bilis.
Esta es su segunda novela “Bilis”, tras la
publicación de “Criaturas del Piripao”. La contraportada de su nueva obra
resume claramente el contenido de esta obra con un realidad brutal sobre la
posguerra española: “Las ratas devoran a sus congéneres más débiles en caso de
necesidad, son desconfiadas, destructivas y voraces. Los socios de Sucesores de
Casto Garcés gozaban del instinto de las ratas más enconadas, las de cualquier
posguerra. Marcelo Atienza lo pudo comprobar cuando entró en el almacén a los
11 años, tras el encarcelamiento de su padre. El comercio rural de la España
franquista lo vistió y le dio de comer, pero también le tundió las espaldas.
Años después, Marcelo recibirá a los espectros del pasado, que removerán la
digestión de su memoria y le provocarán el desasosiego de haberlo perdido todo,
hasta el recuerdo. Un recorrido intenso por la economía autárquica de los
abastos de posguerra y por los subterráneos de una sociedad espectral. Todo
ello narrado con humor negro, ironía e intriga”.
P.- Pepe Urbano ¿Cuál era tu objetivo al escribir
esta obra? Una vez finalizada la aventura ¿crees haberlo conseguido?
R.- Esta segunda
novela fue casi una obra de encargo sentimental. Mi padre quería que escribiera
algo relacionado con el comercio de la posguerra. Este motivo sirvió de
escenario para una historia que se sumerge en el intento baldío de la
recuperación del pasado.
Sí, creo que, no solo por mi impresión,
sino por la de algunos lectores, se ha conseguido plasmar el ambiente cerrado
de la España de los años 40, 50 y 60 (muchos ya se han sentido identificados
con los escenarios y con los personajes), además creo que la historia consigue
enganchar al lector para llevarlo a la misma estupecfacción que siente el
personaje al ahondar en su pasado.
P.- Esta es tu segunda obra, una segunda
incursión en el mundo literario de la que has salido indemne, por el momento.
¿En qué época y estilo se enmarca “Bilis”?
R.-Yo creo que es una novela de iniciación,
una especie de novela picaresca contemporánea, enmarcada en la España rural de
la posguerra (años 40, 50 y 60), que intenta mezclar la innovación estructural
con el cuidado descriptivo y con la elaboración de una trama que mantenga al
lector atento hasta la última página. Está especialmente cuidado el ambiente
para que resulte verosímil, para que cualquiera que se introduzca en sus
páginas se traslade a la España de aquel tiempo.
P.- ¿La definirías como una obra visceral y
desgarradora de nuestra historia reciente?
R.- Sí, esos dos
adjetivos le van muy bien, “desgarradora”, porque los sucesos que se narran son
producto de una sociedad enferma, nacida de una guerra fratricida y los
personajes muestran continuamente ese desgarro; y “visceral”, también, porque
nace de las tripas de algunos acontecimientos reales que me tocan muy de cerca.
P.- En el libro se mezclan realidad y
ficción y un homenaje a tu padre, ¿cual es la proporción adecuada de cada una
de ellas?
R.- En el libro hay
nombres reales, escenarios reales incluso anécdotas reales, pero es una obra de
ficción. El alma de los personajes es producto de la propia historia, es decir,
de mi imaginación, aunque eso no impide que haya un apoyo real en algunos de
ellos. Por ejemplo, la base del personaje principal, Marcelo Atienza, la
extraje de la personalidad de mi padre, pero luego fue engordando con elementos
ficticios. El exceso de realidad suele malograr la ficción, hay que dejar que
sea la razón narrativa la que empuje la construcción de personajes y la trama,
eso he intentado hacer, apoyarme en lo real con la punta de los pies para alcanzar
los altillos de la literatura de ficción.
P.-El realismo descriptivo de la obra se
hace patente letra a letra y página a página, con toda la dureza de su
narrativa, con Marcelo como protagonista retrospectivo y narrador ¿Qué nos
puedes contar de él?
R.- Marcelo pierde a
su padre con 14 años y comienza a trabajar en un almacén de ultramarinos con
11, esto era algo muy habitual en los años 40, la muerte y la pérdida de la
infancia acompañaron a muchos de nuestros padres y abuelos. Seguro que muchos
lectores se sienten identificados con este personaje, al que le revuelven el
carácter las circunstancias trágicas en las que vive su juventud. Desde la
vejez intenta recordar aquellos episodios, pero el silencio impuesto por la
guerra y las traiciones de la memoria, lo someten a una reconstrucción
desconcertante de los hechos.
P.-A veces se elude intencionadamente
aspectos de la represión franquista, pero no así los estragos que causó en la
población más desfavorecida, hambrienta y llena de miseria ¿Hay alguna
intencionalidad para no desviar la atención de la línea argumental?
R.-La novela no está
escrita contra nadie. No hay malos ni buenos, no es una novela maniquea ni
tendenciosa, simplemente se intenta ser fiel con el paisaje social de posguerra
para que los escenarios y los personajes sean verosímiles. Me interesa colocar
a los individuos en situaciones límite, en sociedades represoras y envenenadas
para comprobar cuál es la naturaleza humana. No cabe duda de que la sociedad
franquista, justo después de haberse matado unos a otros, viviendo entre la
miseria más feroz y la represión social y política, no podía ofrecer frutos muy
lozanos. Eso son la mayoría de los personajes, almas secas producto de un árbol
regado con sangre y pobreza.
P.-No sé si ya has podido recoger
impresiones sobre “Bilis”, pero ¿Cómo crees que reciben los lectores y sobre
todo tus alumnos este libro?
R.-Hasta ahora los
que me han hablado de la novela después de su lectura me han dejado muy
satisfecho, incluso algunos de ellos me han desconcertado. Una de las opiniones
generales es que se lee con mucha fluidez, que la trama engancha hasta el
último momento, y que refleja la sociedad de la posguerra con mucha fidelidad.
También me han hablado bien de la estructura empleada, de la mezcla de la 1ª
persona del narrador con los diálogos objetivos y algunos me han felicitado por
la calidad literaria. Estoy muy satisfecho hasta ahora, sobe todo porque esta
novela se la dediqué precisamente a mi padre que murió poco después de
terminarla. Con mis alumnos no he tenido ocasión de hablar de ella porque la
publiqué a finales de junio.
P.- Para aquellos que no han podido leer
aún “Bilis”, ¿Qué recomendaciones nos harías, tanto a jóvenes como mayores?
¿Qué nos vamos a encontrar al bucear en tu libro?
R.-Creo que es una
novela con la que puede disfrutar todo tipo de público, los mayores, por la
identificación de una época que vivieron o que les contaron; los jóvenes,
porque la trama ofrece un interés intrigante hasta el último momento y dibuja una
España que ellos no vivieron pero que sería interesante que conocieran. En
suma, y hablo más por la boca de los que ya la han leído, se puede disfrutar de
la literatura en “Bilis” además de empaparnos de la intrahistoria de un mundo
que nos parece ya muy lejano, pero que fue el de nuestros padres y abuelos. Y
no todo es tragedia, el humor negro, la ironía está muy presente en el dibujo
de algunos personajes, de algunos escenarios con los que también se puede
esbozar una sonrisa.
P.- Para finalizar, nos puedes adelantar
algo ¿Estás inmerso en algún nuevo proyecto?
R.- Estoy escribiendo una nueva novela,
pero no me embarco en ella del todo hasta que las obligaciones del instituto me
dejan. Si Javi me lo permite (el Director) es posible que la finalice en los
días de verano que quedan
sábado, 4 de agosto de 2012
Un sueño
Se ahogó,
a la vista de todos,
sin ningún pudor.
Se lanzó sobre el río
para alcanzar las zapatillas perdidas,
con un flotador de niño.
Se arrojó
con la confianza de recuperar sus pies,
se coló el calzado
y cuando su cara mostraba una felicidad infantil,
se le escapó el flotador de las manos
y una corriente enferma absorbió su cuerpo
hasta el alma del cauce.
Se ahogó,
vimos sus manos arañando las entrañas del agua
para abrirse camino hasta la superficie,
pero no lo consiguió.
Se ahogó,
el agua meció al cuerpo muerto,
le arrancó el traje y solo dejó
las zapatillas de niño
en sus pies abultados.
Desde el pretil del puente
todos observamos su agonía
y nadie hizo nada,
un chico se mofó de su ropa interior.
El agua era transparente como la muerte,
lo vimos arrastrado por las aguas,
dormido en el lecho del río
y luego levantado hasta la superficie,
con sus zapatillas abultadas
y el rostro contraído por la agonía.
Cuando desperté,
ya era tarde,
no respiraba.
jueves, 2 de agosto de 2012
Posteridad
Escribiré una silva
en la espalda de una sirena muerta
para oír mis palabras en el limbo,
para escuchar el rumor de las piernas,
de la vida sin pasos,
del eco de las canciones de seda,
perdidas en el mar.
Sentiré el surco en la piel de las letras,
y verteré lágrimas como escamas
para calmar el ardor de las huellas,
para correr la tinta
para que estas palabras no se lean.
Oiré voces más allá de la orilla
del barquero, ahogadas por la niebla,
y sentiré el silencio
como mordaza necesaria y nueva.
Recogerá el cuerpo de pez lavado
con el gancho afilado de las percas
y no verá su rostro,
ni aún el rastro de mis palabras muertas.
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