domingo, 11 de agosto de 2024

Dosis: "La pancha"


 

Tener tripa o panza ("pancha" la llamaba mi padre) es un atributo que cuando se llega a unos ciertos años es de fácil adquisición. Recuerdo que cuando mi padre tenía mi edad actual estaba muy satisfecho de su "pancha". Se quitaba la camiseta en cuanto llegaba a casa y se la acariciaba con fruición, con delectación. Para él la "pancha" era sinónimo de la recuperación de la salud. Por poco acaba con él una cirrosis que lo dejó en el chasis y por eso, la recuperación de su "pancha" supuso volver a disfrutar de los placeres de la vida: comer, beber, fumar y jugar al solitario. Además, para ellos, los de su generación, tener "pancha" significaba postergar los fantasmas del hambre y la necesidad. Él comenzó a trabajar a los once años y ese estigma nos hacía muy diferentes, tan distintos como el juicio sobre mi recién adquirida "pancha". Para mí es una maldición contemplar en los escaparates ese perfil de preñada que todavía no relaciono con mi fisionomía. Para nosotros, tener "pancha" supone una desgracia estética y casi social. Lo que para mi padre era un síntoma de placer que lo alejaba de aquel tiempo de miseria y hambre, para mí es un indicio de apoltronamiento burgués y abandono estético. 

Desde que la tengo, observo a mi alrededor a muchos hombres con este atributo, sobre todo los que se acercan a mi edad, y, aun así, no obtengo ningún consuelo. Porque la mayoría de ellos ya no tienen que conquistar a nadie, ya da igual que su aspecto no sea sexualmente deseable, incluso repulsivo. Me gustaría poder llegar a casa, quitarme la camiseta, sentarme y pasar las dos manos sobre mi "pancha", como si estuviera esperando la patada del bebé que llevo dentro, gozando de la caricia, de mi recién adquirida condición de sochantre, como hacía mi padre. Sorber el vino del vaso, echarle una calada al Ducados y jugar al solitario, mientras se va haciendo la cena. Perder la mirada en el as de oros y volver a pasarme la mano por el ombligo, sin remordimientos, con la total convicción de que mi "pancha" es un signo de felicidad. La vida es así de sencilla.  

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