Presos en el convento de San Miguel de los Reyes (Valencia)
Donde se cuenta el traslado del campo de la Santa Espina al de San Miguel de los Reyes en Valencia. Del paso por las cárceles de Medina del Campo, Segovia, Ávila, Madrid, Alcázar de San Juan, Albacete, y Valencia con mucha hambre y pocos víveres.
La noche del
2 de mayo de 1940 estaba tranquilamente acostado cuando apareció un escribiente
de oficinas dando voces. Me despertó y me dijo lo siguiente:
“Estate preparado para salir mañana a las seis en traslado hacia Requena”.
Según él había podido comprobar, el traslado obedecía a una denuncia que me
habían puesto en dicho pueblo. Esto me agradó muy poco. Le agradecí al
escribiente el interés que se había tomado.
A las seis
del día tres salgo con ocho más, acompañados de dos guardias civiles, a coger
el tren. Íbamos sueltos y fuimos bien tratados. Al llegar a Medina del Campo,
nos apearon y nos llevaron al gran castillo de dicho pueblo, donde estuvimos un
día. Al día siguiente, marchamos para Segovia, donde estuvimos dos días en la
cárcel, luego continuamos hasta Ávila (también dos días) y continuamos hacia
Madrid. Allí permanecimos diez días en la prisión de Yeserías. Continuamos el
viaje hasta Alcázar de San Juan. En la cárcel de partido, un corral sin
cubierta, permanecimos dos noches al raso. A la tercera noche, partimos hacia
Albacete, donde estuvimos dos días más. Dos noches de reposo en un departamento
donde estábamos unos encima de otros. De mañanita salimos para Valencia.
Llegamos a la estación a las cuatro de la tarde. Éramos 69. Se los llevaron a
todos menos a mí en camiones. A mí me conducen a prisiones militares: al
cuartel de Ingenieros de Monte Olivete y de allí a San Miguel de los Reyes en
Valencia. Como estaba sin juzgar, me tiran a la Modelo a la una de la mañana
del día 20 de mayo, y el 26 me trasladaron a la prisión que fijó mi residencia.
De forma que
he pasado detenido por el campamento de la Santa Espina y por el de Villagarzo;
por las cárceles de Valdesillas, Zamora, Burgos, Valladolid, Medina del Campo,
Segovia, Ávila, Madrid, Alcázar de San Juan, Albacete, Monte Olivete, San
Miguel, Modelo y el Puig.
Los primeros
días del traslado no los pasé muy mal, pero en Madrid se me acabó la comida que
llevaba para el viaje y se puso aquello negro porque solo nos daban las sobras
de los que allí había. En Alcázar no nos dieron ni agua en dos días. Mi
compañero Palomares de Sinarcas, al que conocí en el traslado, llevaba dinero y
le dio cinco duros a una recadera para que nos pasara comida. No volvió por
allí, así que perdimos los cinco duros y nos quedamos sin comer. En Albacete
nos dieron un cazo de lentejas cada día. Cuando llegamos a la Modelo de Valencia nos
hartamos a comer arroz. No dejé ni las sobras de los seis cazos que me comí. No
nos habían dado de comer en ninguna parte porque veníamos suministrados desde
el punto de salida y así constaba en el pasaporte. El suministro era de 1,40
cada día y para dos días, son dos pesetas y dos sellos de cuarenta y con eso
estuve desde el día 3 que salí hasta el 26 que llegué al punto de destino.
¡Vaya suministro!
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