domingo, 29 de abril de 2018

"Los pantalones de Zidane" por Álex Grijelmo


Cuéntase entre periodistas el chascarrillo de que el arzobispo de Canterbury arribó a Nueva York en un viaje oficial, y que un reportero le pidió su opinión sobre la notable presencia de prostitutas en aquella ciudad estadounidense. El primado de la iglesia anglicana se sorprendió por la pregunta y, quizás con la intención de tomarse unos segundos para pensar una contestación, respondió: “¿Ah, pero hay prostitutas en Nueva York?”. Al día siguiente, un diario local publicó: “El arzobispo de Canterbury pregunta si hay prostitutas en Nueva York, nada más llegar a la ciudad”.

La anécdota se suele datar unas veces en 1905 y otras en 1911, pero cabe la posibilidad de que jamás ocurriera. Sin embargo, ilustra muy bien lo que sucede cuando se ofrece al público la contestación de alguien y se silencia la pregunta que se le formuló, porque esta omisión altera ante el lector el sentido de la respuesta a pesar de que se reflejen con toda fidelidad las palabras pronunciadas.

Algo muy parecido sucedió esta semana cuando diversos medios españoles (radio, televisión, Internet y prensa) reprodujeron unas declaraciones del entrenador del Madrid, Zinedine Zidane, en las que afirmaba durante una rueda de prensa previa al partido de ida ante el temible Bayern Múnich: “Nosotros no nos vamos a cagar en los pantalones, no existe eso, nos gusta jugar estos partidos”.

Muchos telespectadores, radioyentes y lectores se habrán extrañado de que un entrenador que suele expresarse con corrección y buenas maneras usase palabras tan vulgares, cuando le habría bastado señalar con mayor elegancia: “Nosotros no vamos a tener miedo al Bayern Múnich”.

Seguramente el público habrá interpretado que la expresión “no nos vamos a cagar en los pantalones” fue pronunciada por Zidane de repente en la rueda de prensa y por propia iniciativa, lo que constituiría una vulgarización repentina del diálogo, quizás una falta de respeto a sus interlocutores. Porque con ella descendía varios escalones en el registro formal de toda rueda de prensa.

Sin embargo, no fue él quien introdujo esa locución en el diálogo, sino un periodista. Y éste, a su vez, lo hizo citando lo que había declarado 16 años atrás Hasan Salihamidzic, jugador bosnio del Bayern, quien dijo tras el partido disputado en Múnich ante el Real Madrid en abril de 2002: “En el segundo tiempo mostramos que si se les presiona se cagan en los pantalones”. A Zidane le hizo gracia la expresión recordada por el periodista, se rio con ella y la repitió en su respuesta.

Muchos trabajos periodísticos se basan en tomar declaraciones de alguien y exponerlas (tras cortar y pegar) como si formaran parte de un discurso decidido y estructurado por el entrevistado. Sin embargo, a menudo esas expresiones no responden al deseo del personaje de abordar un asunto, ni determinadas palabras han sido activadas por él, sino que se relacionan con las interrogantes planteadas. Se trata de una técnica legítima si se aplica con talento y con respeto ético, pero en ciertas ocasiones favorece la manipulación, sea ésta inconsciente o voluntaria.

Gabriel García Márquez, que llegado cierto momento decidió no conceder más entrevistas, se quejaba de los redactores que preguntan y preguntan a un personaje con la sola intención de que acabe diciendo lo que no piensa. Es muy probable que conociera la anécdota del arzobispo de Canterbury.

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