domingo, 21 de octubre de 2012

Presentación de "Bilis" en la FNAC de Valencia


Ayer, 20 de octubre, presentamos "Bilis" de nuevo, en la FNAC de Valencia. Aquí cuelgo el vídeo de las intervenciones de Anahit (ediciones Carena), Javi Castellanos, David Arona y la mía. Es un gusto ver que la gente se interesa por lo que uno hace y va hasta Valencia no solo a cenar, sino también a oír hablar de literatura (o algo parecido).

Las intervenciones de Anahit y Javi:
Mi intervención:
La intervención de David:

miércoles, 17 de octubre de 2012

FOTOMATÓN (I)

Aquí dejo las dos obras maestras que me han enviado los dos alumnos de 2º de Bachillerato para comenzar con este nuevo espacio de Literatura Universal, "Fotomatón". Pedro Arribas y Marina Fernández Nieva nos deleitan con dos poemas inspirados en la ilustración que dejé en la primera entrada. Vuelvo a colgar mi poema también. Esto comienza a funcionar. A final de curso veréis qué libro más chulo podemos encuadernar. Ahí va la de PEDRO ARRIBAS (alumno de 2º de Bachillerato C):


Esta es la historia de un joven cansado de esperar,
cansado de recordar,
con ganas de olvidar.

Decidió robarle un beso a aquella a la que más quería,
en la que su cara se reflejaba la luz del día
y en ella siempre sonrisa había.

Ese sentimiento llamado amor,
en el cual hay vencido y vencedor.

Ella le sacó de su agonía
con su persistente alegría.

Los jóvenes se besaban,
sin importarles quién mirara.

El reloj permaneció parado,
y el beso de aquellos jóvenes inmortalizado.

                                                         Pedro Arribas

Y la de MARINA FERNÁNDEZ NIEVA (2º de Bachillerato):


Todo era muy extraño
no sabía ciertamente dónde iría
dónde estaba, lo único que me despedía
de mi fiel compañera de viaje.
Te di un beso, un abrazo 
pero no puedo alejarte de mí
sabiendo que te pierdo para siempre
y empiezo a amarte como jamás hice.

No quiero en el recuerdo este momento,
rabia, pasión y amor a la vez
imposible describir esa rara sensación
que recorría mi cuerpo con miedo.

Por unos instantes todo se paraba, no había nadie
solamente nuestras almas se fundían,
de repente todo corría muy rápido, 
mucha gente, humo, trenes que se iban 
sin camino no de vuelta.

Si a esta vida que sin rumbo llegué,
nunca podré descubrir lo que me encontré 
tan bien sentir me hacía, que decidí
cogerla fuertemente y evitarme cierta despedida
                                                                            Marina Fernández Nieva

Y el mío:


SE BESARON

Se besaron,
hasta acabarse las lenguas,
hasta fundir las pupilas de los transeúntes,
hasta destrozar el pasado de la ciudad y abrasarla de color.
Se besaron eternamente, 
después de que los gusanos
les hurtaran las salivas,
después de que la tierra
les minara las bocas.
Se besaron en la acera de la muerte,
donde se resbalan los zapatos de charol 
de los paseantes sin voz,
donde se resiste el amor
al leviatán del tiempo. 
Y traspasa la imagen varada
un helor de amor
tan intangible como el reflejo de un estanque helado.
Se besaron
y se amaron
posiblemente
en una habitación
oscura
bajo la llama de una bombilla oscilante
que ahora yace en el fondo de una montaña de escombro,
entre un abrigo largo y una maleta desvencijada..


jueves, 11 de octubre de 2012

"Crónicas del turco" (III)


JORNADA III: "Lisesi, té y danza turca"

La jornada de recepción en el instituto turco nos deja con la boca abierta: el despacho del Director Chemal se abre ante nosotros como el de un ejecutivo de postín. Nos sentamos en sillones de lujo y se nos ofrece té mientras seguimos babeando ante la solemnidad de la sala. Para contrarrestar el exceso de formalismo, Chemal nos muestra en la pantalla de su ordenador una colección de fotos de su visita a España. Entra una alumna con uniforme impoluto y le hace una reverencia a Chemal. Se dirige a él como si se tratara de Solimán el Magnífico. Todo transcurre entre la parsimonia relajada de los actos sociales orientales y la sesión fotográfica de un pase de modelos acogotados por la confusión.
En el acto de acogida, suenan los himnos como piedras indigestas. El ritual se viste de negro cuando aparecen en escena los gerifaltes de la ciudad: personajes de cartón piedra con pelo de muñeco de ventrílocuo. A las bailarinas del folklore turco les brilla el entusiasmo bajo el casquete y los abalorios que cuelgan sobre sus frentes. El grito estridente que marca los pasos brota de una garganta adolescente plena de alegría.
En las aulas se respira un aire de silencio disciplinado, extraño para nosotros. Los pupitres de madera antigua y los uniformes de los muchachos resudan un aroma de marcialidad. Las pizarras electrónicas contrastan con ese ambiente de colegio antiguo que tanto recuerda a los españoles de posguerra. Se confirma la sensación cuando paseamos por los inmensos corredores oscuros, repintados y decorados con enormes cartelones que glorifican a los héroes de la patria.
En la comida se mezclan sabores españoles, rumanos y turcos con algún plato extraño salido de lo más hondo de los infiernos. Un aguardiente rumano camuflado como agua atraviesa el esófago y nos descubre la sensación del aparato digestivo con fuego revelador.
Cena turca de bienvenida. Otra vez esa extraña disposición de lo formal: los directores en mesa a parte para señalar distancia con respecto al resto de los mortales. Esas pequeñas hamburguesas turcas aparecen por todas partes, las regamos con agua y con vino rancio rumano. Todo el formalismo se deshace en cuanto suena la música turca y todos salimos a gozar de su espíritu jovial y hospitalario. Cogidos de las manos o con los brazos en aspa, imitando el vuelo de buitres torpes, giramos en torno a una columna. Las mujeres a un lado; los hombres, al otro. Los pies se cruzan levemente con pasos rítmicos que a algunos nos resulta imposible seguir. A otros, en cambio, no. Estos sudores del baile se agradecen y nos sirven para comunicarnos a los que no gozamos del don de las lenguas. La calidez oriental, el regocijo del banquete, nos hace mullida la estancia y nos va instalando con comodidad en el regalo de nuestros compañeros homéricos. Largos son sus brazos para mecernos.

martes, 9 de octubre de 2012

"Crónicas del turco" (II)


JORNADA II: "La ladera esculpida y el caballero de Trapisonda"

Un griego y un turco se encontraron en la ladera de una montaña escarpada y tuvieron un sueño común: debían fundar una comunidad en una caverna rodeada de abetos. Corría el siglo IV, los móviles todavía no podían dar noticias de la actualidad más inmediata, todavía no podían informar sobre las incidencias de los hospitales. Con el tiempo todo se adornaría mucho más: el roquedal colgado de la ladera se convertiría en un pequeño pueblo de piedra con tahona y capilla excavada en la roca viva. Los frescos del medievo con pantocrátor de vivos colores recuerdan a un San Isidoro de León alpino. Las fachadas todavía muestran restos del cromatismo encendido de las iglesias ortodoxas. La ciudad de piedra ha resistido los embates del tiempo, acurrucada entre las ramas y la inaccesibilidad de la montaña escarpada. El horno de piedra tampoco es tan distinto de los actuales (en el fondo no hemos cambiado tanto, comemos el mismo pan).
Seguramente, el turco que soñó una ciudad de piedra colgada de los abetos era muy parecido a este incansable Razim que dirige nuestros pasos: se desvive por controlarlo todo, por acercarnos todos los detalles de la belleza de esta construcción, que no nos quede nada por saborear, que no dejemos nada en el tintero. El monasterio de Sumela lo construyó él, comenzó con seguridad en el siglo IV y lo decoró en el XIV y esperó a que llegáramos nosotros en el XXI para mostrarnos lo que tanto trabajo le había costado, con el afán de quien desea alardear de su obra.
Aturdidos aún por la belleza de la montaña esculpida, llegamos a Trapisonda o a Trabzon (como ahora la llaman). En los libros de caballerías, Trapisonda, Trebisonda, era una ciudad legendaria en donde los caballeros daban muestras de su valor ante endriagos y renunciaban al amor de ninfas entregadas. Ahora el mar Negro, a la caída de la tarde, se convierte en plomo fundido y se confunde con el horizonte. Parece tan denso que las barcas no navegan, rompen la sólida superficie de metal y avanzan con dificultad. La única cerveza de Turquía convierte las aguas en una papilla lenta que embalsama la mirada. Razim, legendario, guerrero arcaico, se despliega en batería.

lunes, 8 de octubre de 2012

"Crónicas del turco"


PREÁMBULO

Cervantes fue raptado por unos piratas turcos en pleno mar Mediterráneo y llevado a unos "baños", a una prisión, en donde nadie sabe lo que pudo padecer a manos de sus raptores. Nosotros en Gümüshane hemos sido reos también de los turcos, pero los tiempos han cambiado: no hemos padecido la violencia de la guerra, sino el placer del agasajo de la legendaria hospitalidad homérica. Odiseo disfrutó en la isla de los efesios del placer del huésped, nosotros la hemos rememorado: nuestros "raptores" se desvivían por nosotros, esperaban nuestros deseos para colmarlos, atendían a nuestras necesidades para satisfacerlas. Como Odiseo atravesamos el Helesponto y sufrimos y gozamos de las aventuras del viaje a lo desconocido, a una cultura, a un mundo tan distante del nuestro que nos pareció viajar en el tiempo más que en el espacio. Los dioses nos han protegido y apreciamos su mano en la fortuna que nos ha acompañado en este viaje.

JORNADA I: " La letanía del muecín"

Las doce y media, el muecín llama a la oración a los fieles. El canto atraviesa los cristales de las ventanas y las laderas de las montañas escarpadas. La ciudad se ahoga en su letanía de megáfonos y amplificadores, se recrea en el cante, entre un Enrique Morente con síntomas de afonía y una plañidera de excelentes pulmones. Una mujer camuflada tras un hábito negro que le llega hasta los tobillos deja al aire sus ojos. Empuja la silla de un columpio sobre el que un niño de corta edad estira las piernas y sonríe. Desde la habitación de un hotel con todas las comodidades occidentales, se estampa la escena en las retinas del turista para dislocar la sensación de cotidianidad.
La universidad intenta darnos esa imagen de modernidad vulgar que contrasta con el mundo oriental y primitivo. En una de las salas, cuatro pantallas de televisión enormes se ofrecen para jugar a la Play. Los chicos manejan teléfonos móviles de última generación, pero sus miradas lloran la nostalgia de aquellos guerreros otomanos que azotaron el mar Mediterráneo y hostigaron a los marineros españoles e italianos. Su cordialidad nos hace olvidar su intento de incorporarse a la vulgar modernidad, nos ofrecen té de rosa mosqueta y té negro que ahuyenta los vapores de las salas desnudas del edificio recién construido con la impersonalidad de la arquitectura sin alma. Las sonrisas sinceras de los profesores turcos destilan toda la calidez que le falta al nuevo edificio.
La odisea de 26 horas de viaje comienza a valer la pena. El último trayecto ya prometía lo suyo: cuatro profesores turcos me embarcan en un automóvil (recuerdo a Cervantes apresado por los piratas). El conductor atraviesa el asfalto destrozado por las obras con la pericia de un conductor de Fórmula 1, o con la locura del que no conoce el miedo a la muerte. Nos detenemos en la mitad de la noche, en la mitad de la nada, para fumar un cigarrillo turco que todos aspiran con ansia. Solo hemos podido hablar de fútbol, no compartimos lenguas, ni siquiera raíces comunes, solo el fútbol nos sirve de referencia para desplegar nombres que compartimos (Ronaldo, Madrid, Barcelona, Besiktas, Galatasaray, Messi, Arda Turan...), vulgaridades que sirven para tomar contacto, para tocarnos levemente.
El viaje ha sido largo y tortuoso. Todos mostramos el cansancio de los aeropuertos y el hastío de la espera, pero el recibimiento de los turcos ya nos avisa de su incandescencia, de sus ganas por complacernos. Todavía no podemos apreciarlo, es demasiado tarde y los kilómetros nos han embotado los sentidos.
 Al día siguiente, encastrados entre altas montañas áridas y empujados por el cauce de un río que deja en sus riberas un pueblo en construcción, comprobamos que la experiencia no va a ser anodina, que las flechas de los minaretes que anuncian la mezquitas nos han trasladado mucho más allá de un viaje común.
Visitamos antiguas construcciones del imperio otomano, ruinas de un mundo poderoso que solo ha pervivido en restos de lienzos y murallas. La mezquita de Solimán el Magnífico nos traslada de nuevo al tiempo de Cervantes, al momento del conflicto entre los dos imperios que se disputaban el dominio del Mediterráneo. No veo la fiereza de los turcos de la que hablaba el manco de Lepanto en los rostros de nuestros anfitriones, todo lo contrario, la dulzura y la cordialidad desmiente la imagen enemiga que el autor del Quijote tenía de ellos.
En la calle comercial de Gümüshane las barberías para caballeros dominan con insolencia: "Kuafur" se puede leer en los cristales y, a través de ellos, los hombres se solazan en el recreo del afeitado, del acicalado y de la conversación sosegada. Un aroma dulzón riega toda la avenida. El pavimento levantado, el tráfico anárquico, sin reglas, sin código y sin accidentes (un milagro de los dioses). Nos hemos trasladado a los años 70: veo los comercios familiares de la España de aquella época revividos, las barberías, las tiendas de especias, los comercios de "pestil köme" (dulces de las mil y una noches), los hombres sentados al fresco tomando té y charlando alrededor de pequeñas mesas, las panaderías con llamativos escaparates en los que se exponen hogazas de pan de pueblo y rollos de sésamo. La arquitectura voraz del desarrollismo ha arrasado las construcciones tradicionales de este pueblo: se erigen altos edificios donde antes seguramente habría mansiones muy semejantes a las alpinas. Algunas de ellas han quedado como muestras de museo. Todo semeja  a los 70 salvo que la tecnología es del siglo XXI: móviles, pantallas planas, todo tipo de artilugios de la nueva generación, junto a váteres turcos de agujero que obligan a posturas a las que ya no estamos acostumbrados.
Cenamos en una de esas mansiones alpinas que se ofrecen como recuerdo de un pasado que ha anegado la modernidad. Yogur con berenjenas, arroz rojo con lechuga frita, queso fundido..., los sabores también nos trasladan a otro espacio y a otro tiempo. El aroma dulzón de las calles se traslada al paladar para llenarnos la boca de nuevos abrazos.
Cae la noche, el muecín vuelve otra vez a salmodiar sus letanías de flamenco desvaído y nosotros, agotados, caemos rendidos en nuestras camas de hotel occidental.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Uno es idiota

Uno es idiota
y lo sabe, lo reconoce,
a pesar de que su propia idiotez,
en muchas ocasiones, 
le haga pensar que no lo es.
Y aunque lo sepa, y lo reconozca,
intentará disimularlo en público,
por pudor, por vergüenza.
A veces se consigue
y es sorprendente 
como uno puede enmascararlo,
no solo eso, 
animado por el éxito del disimulo,
se lanza más allá
e intenta hacerse pasar por una medianía.
Y lo consigue
y uno se anima
y sigue
y repara en la pose de los intelectuales
y se arriesga y va más allá
y la imita y la hace suya
y cuela, ya lo creo que cuela.
Y uno sabe que es idiota 
y lo reconoce,
pero el pudor 
y la ductilidad 
lo convierten en un odre de ventosidades,
y se ufana, y se hincha, maloliente,
porque uno sabe que siempre ha sido idiota.

 

sábado, 15 de septiembre de 2012

Presentación de "Bilis" en la FNAC de Valencia

Apuntaos la fecha: sábado, 20 de octubre, en la FNAC de Valencia, a las 19:00, presentación de "Bilis". Será breve, pero intensa, como una relación adolescente.

sábado, 8 de septiembre de 2012

No hay moscas este verano

Arañan las golondrinas la hierba
buscando su golosina.
Sorprende su vuelo raso y
asusta su número y su velocidad.
¿Será por eso que no hay moscas
este verano?
Lamen la hierba las ramas
desmayadas del sauce
con una languidez venenosa
que espanta a las hormigas.
¿Será por eso que no hay moscas
este verano?
Las limpiadoras del parque
han esmerado su servicio,
pocos envoltorios de patatas
y ningún desperdicio
han dejado sobre la hierba.
¿Será por eso que no hay moscas
este verano?
Se instalaron más retretes este año
en los alrededores de los jardines
y ambientadores en todas las esquinas.
¿Será por eso que no hay moscas
este verano?
No llueve desde mayo
y septiembre se ha levantado
con un pegajoso tacto de anfibio.
¿Será por eso que no hay moscas
este verano?
La muerte se ha alejado
y la vida con ella,
¿Será por eso que las moscas
han perdido el interés
por el calor y las vísceras?

lunes, 13 de agosto de 2012

El jardín de las delicias, Hieronymus Bosch




Un corto sorprendente del artista español Juan Ibáñez en el que se anima el cuadro  de El Bosco "El Jardín de las Delicias" y se da una interpretación de las imágenes simbólicas a partir de textos de Rilke, Baudelaire y M. J. Romero. La vida y la muerte vistas desde el punto de vista genial de un artista del Renacimiento que parece salido del propio Infierno. La portada de Criaturas del Piripao animada y explicada, nunca me lo hubiera imaginado.

viernes, 10 de agosto de 2012

Billie Holiday y Lorca



Si a esta canción de Billie Holliday le unimos un poema de Lorca de los "Sonetos del amor oscuro" obtenemos un cóctel de desamor que es imposible mejorar:



EL POETA PIDE A SU AMOR QUE LE ESCRIBA 

Amor de mis entrañas, viva muerte, 
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita, 
que si vivo sin mí quiero perderte. 

El aire es inmortal, la piedra inerte 
ni conoce la sombra ni la evita. 
Corazón interior no necesita 
la miel helada que la luna vierte. 


Pero yo te sufrí, rasgué mis venas, 
tigre y paloma, sobre tu cintura 
en duelo de mordiscos y azucenas. 

Llena, pues, de palabras mi locura 
o déjame vivir en mi serena noche 
del alma para siempre oscura.

lunes, 6 de agosto de 2012

Entrevista en "San Clemente 30 Días" sobre "Bilis"

Entrevista a toda página en el periódico San Clemente 30 Días sobre la publicación de Bilis.



Esta es su segunda novela “Bilis”, tras la publicación de “Criaturas del Piripao”. La contraportada de su nueva obra resume claramente el contenido de esta obra con un realidad brutal sobre la posguerra española: “Las ratas devoran a sus congéneres más débiles en caso de necesidad, son desconfiadas, destructivas y voraces. Los socios de Sucesores de Casto Garcés gozaban del instinto de las ratas más enconadas, las de cualquier posguerra. Marcelo Atienza lo pudo comprobar cuando entró en el almacén a los 11 años, tras el encarcelamiento de su padre. El comercio rural de la España franquista lo vistió y le dio de comer, pero también le tundió las espaldas. Años después, Marcelo recibirá a los espectros del pasado, que removerán la digestión de su memoria y le provocarán el desasosiego de haberlo perdido todo, hasta el recuerdo. Un recorrido intenso por la economía autárquica de los abastos de posguerra y por los subterráneos de una sociedad espectral. Todo ello narrado con humor negro, ironía e intriga”.


P.- Pepe Urbano ¿Cuál era tu objetivo al escribir esta obra? Una vez finalizada la aventura ¿crees haberlo conseguido?

R.- Esta segunda novela fue casi una obra de encargo sentimental. Mi padre quería que escribiera algo relacionado con el comercio de la posguerra. Este motivo sirvió de escenario para una historia que se sumerge en el intento baldío de la recuperación del pasado.
 Sí, creo que, no solo por mi impresión, sino por la de algunos lectores, se ha conseguido plasmar el ambiente cerrado de la España de los años 40, 50 y 60 (muchos ya se han sentido identificados con los escenarios y con los personajes), además creo que la historia consigue enganchar al lector para llevarlo a la misma estupecfacción que siente el personaje al ahondar en su pasado.  

P.- Esta es tu segunda obra, una segunda incursión en el mundo literario de la que has salido indemne, por el momento. ¿En qué época y estilo se enmarca “Bilis”?

R.-Yo creo que es una novela de iniciación, una especie de novela picaresca contemporánea, enmarcada en la España rural de la posguerra (años 40, 50 y 60), que intenta mezclar la innovación estructural con el cuidado descriptivo y con la elaboración de una trama que mantenga al lector atento hasta la última página. Está especialmente cuidado el ambiente para que resulte verosímil, para que cualquiera que se introduzca en sus páginas se traslade a la España de aquel tiempo.


P.- ¿La definirías como una obra visceral y desgarradora de nuestra historia reciente?

R.- Sí, esos dos adjetivos le van muy bien, “desgarradora”, porque los sucesos que se narran son producto de una sociedad enferma, nacida de una guerra fratricida y los personajes muestran continuamente ese desgarro; y “visceral”, también, porque nace de las tripas de algunos acontecimientos reales que me tocan muy de cerca.

P.- En el libro se mezclan realidad y ficción y un homenaje a tu padre, ¿cual es la proporción adecuada de cada una de ellas?

R.- En el libro hay nombres reales, escenarios reales incluso anécdotas reales, pero es una obra de ficción. El alma de los personajes es producto de la propia historia, es decir, de mi imaginación, aunque eso no impide que haya un apoyo real en algunos de ellos. Por ejemplo, la base del personaje principal, Marcelo Atienza, la extraje de la personalidad de mi padre, pero luego fue engordando con elementos ficticios. El exceso de realidad suele malograr la ficción, hay que dejar que sea la razón narrativa la que empuje la construcción de personajes y la trama, eso he intentado hacer, apoyarme en lo real con la punta de los pies para alcanzar los altillos de la literatura de ficción.

P.-El realismo descriptivo de la obra se hace patente letra a letra y página a página, con toda la dureza de su narrativa, con Marcelo como protagonista retrospectivo y narrador ¿Qué nos puedes contar de él?

R.- Marcelo pierde a su padre con 14 años y comienza a trabajar en un almacén de ultramarinos con 11, esto era algo muy habitual en los años 40, la muerte y la pérdida de la infancia acompañaron a muchos de nuestros padres y abuelos. Seguro que muchos lectores se sienten identificados con este personaje, al que le revuelven el carácter las circunstancias trágicas en las que vive su juventud. Desde la vejez intenta recordar aquellos episodios, pero el silencio impuesto por la guerra y las traiciones de la memoria, lo someten a una reconstrucción desconcertante de los hechos.

P.-A veces se elude intencionadamente aspectos de la represión franquista, pero no así los estragos que causó en la población más desfavorecida, hambrienta y llena de miseria ¿Hay alguna intencionalidad para no desviar la atención de la línea argumental?

R.-La novela no está escrita contra nadie. No hay malos ni buenos, no es una novela maniquea ni tendenciosa, simplemente se intenta ser fiel con el paisaje social de posguerra para que los escenarios y los personajes sean verosímiles. Me interesa colocar a los individuos en situaciones límite, en sociedades represoras y envenenadas para comprobar cuál es la naturaleza humana. No cabe duda de que la sociedad franquista, justo después de haberse matado unos a otros, viviendo entre la miseria más feroz y la represión social y política, no podía ofrecer frutos muy lozanos. Eso son la mayoría de los personajes, almas secas producto de un árbol regado con sangre y pobreza. 

P.-No sé si ya has podido recoger impresiones sobre “Bilis”, pero ¿Cómo crees que reciben los lectores y sobre todo tus alumnos este libro?

R.-Hasta ahora los que me han hablado de la novela después de su lectura me han dejado muy satisfecho, incluso algunos de ellos me han desconcertado. Una de las opiniones generales es que se lee con mucha fluidez, que la trama engancha hasta el último momento, y que refleja la sociedad de la posguerra con mucha fidelidad. También me han hablado bien de la estructura empleada, de la mezcla de la 1ª persona del narrador con los diálogos objetivos y algunos me han felicitado por la calidad literaria. Estoy muy satisfecho hasta ahora, sobe todo porque esta novela se la dediqué precisamente a mi padre que murió poco después de terminarla. Con mis alumnos no he tenido ocasión de hablar de ella porque la publiqué a finales de junio.

P.- Para aquellos que no han podido leer aún “Bilis”, ¿Qué recomendaciones nos harías, tanto a jóvenes como mayores? ¿Qué nos vamos a encontrar al bucear en tu libro?


R.-Creo que es una novela con la que puede disfrutar todo tipo de público, los mayores, por la identificación de una época que vivieron o que les contaron; los jóvenes, porque la trama ofrece un interés intrigante hasta el último momento y dibuja una España que ellos no vivieron pero que sería interesante que conocieran. En suma, y hablo más por la boca de los que ya la han leído, se puede disfrutar de la literatura en “Bilis” además de empaparnos de la intrahistoria de un mundo que nos parece ya muy lejano, pero que fue el de nuestros padres y abuelos. Y no todo es tragedia, el humor negro, la ironía está muy presente en el dibujo de algunos personajes, de algunos escenarios con los que también se puede esbozar una sonrisa.

P.- Para finalizar, nos puedes adelantar algo ¿Estás inmerso en algún nuevo proyecto?
R.- Estoy escribiendo una nueva novela, pero no me embarco en ella del todo hasta que las obligaciones del instituto me dejan. Si Javi me lo permite (el Director) es posible que la finalice en los días de verano que quedan


sábado, 4 de agosto de 2012

Un sueño


Se ahogó,
a la vista de todos,
sin ningún pudor.
Se lanzó sobre el río
para alcanzar las zapatillas perdidas,
con un flotador de niño.
Se arrojó
con la confianza de recuperar sus pies,
se coló el calzado
y cuando su cara mostraba una felicidad infantil,
se le escapó el flotador de las manos
y una corriente enferma absorbió su cuerpo
hasta el alma del cauce.
Se ahogó,
vimos sus manos arañando las entrañas del agua
para abrirse camino hasta la superficie,
pero no lo consiguió.
Se ahogó,
el agua meció al cuerpo muerto,
le arrancó el traje y solo dejó
las zapatillas de niño
en sus pies abultados.
Desde el pretil del puente
todos observamos su agonía
y nadie hizo nada,
un chico se mofó de su ropa interior.
El agua era transparente como la muerte,
lo vimos arrastrado por las aguas,
dormido en el lecho del río
y luego levantado hasta la superficie,
con sus zapatillas abultadas
y el rostro contraído por la agonía.
Cuando desperté,
ya era tarde,
no respiraba.

jueves, 2 de agosto de 2012

Posteridad


Escribiré una silva
en la espalda de una sirena muerta
para oír mis palabras en el limbo,
para escuchar el rumor de las piernas,
de la vida sin pasos,
del eco de las canciones de seda,
perdidas en el mar.
Sentiré el surco en la piel de las letras,
y verteré lágrimas como escamas
para calmar el ardor de las huellas,
para correr la tinta 
para que estas palabras no se lean.
Oiré voces más allá de la orilla
del barquero, ahogadas por la niebla,
y sentiré el silencio
como mordaza necesaria y nueva. 
Recogerá el cuerpo de pez lavado
con el gancho afilado de las percas
y no verá su rostro,
ni aún el rastro de mis palabras muertas.

lunes, 30 de julio de 2012

No leas este poema

Puedo escribir tantos poemas como este
que ni siquiera debes tomarte la molestia de leerlo,
mañana te ofreceré uno igual o parecido.
Tampoco te molestes en leerlo,
haré otro igual al día siguiente.
No leas nada mío, no vale la pena,
todo se repite sin sentido,
sin ningún asomo de pudor.
Si buscas que te halague o
retorcerte de placer o de belleza,
no leas estas palabras,
sal a la calle y busca un amante de carne (el hueso es lo de menos),
o mejor no, déjalo para mañana, 
seguro que encuentras otro igual o parecido.

sábado, 28 de julio de 2012

La muerte con sombrero

Siempre la muerte se presenta con sombrero,
siempre es necesaria la etiqueta en los cócteles,
beber gin tónic en conos invertidos
a pequeños sorbos 
para no manchar con sangre 
la orilla de los vidrios.
Siempre los epílogos son más solemnes que los prólogos,
por eso la comedia no se entiende, 
porque no se muere;
solo los niños y los adolescentes
ríen enganchados a sus consolas
y a sus besos de tornillo.
Con capa y con sombrero se presenta la muerte,
con un aroma rancio de jofaina y de orinal
nos ofrece suspiros de almendra
y una máscara inapropiada de histrión.

jueves, 26 de julio de 2012

El idiota, la creación y el nihilismo

¿Quién nos araña constantemente la conciencia para que nos sintamos insatisfechos con lo que creamos? ¿Qué parásito desconocido se filtra entre los vanos de nuestra actividad creadora para que solo esta no nos sirva, para que el placer mayúsculo que otorga finalizar una narración o un poema, no sea suficiente? ¿Por qué necesitamos el aplauso de la gente, por qué no nos sirve únicamente ese gozo máximo que se extrae del proceso creativo? ¿Qué bacteria nos infecta y nos malforma esa sensación y la convierte en insatisfactoria hasta que no conseguimos los beneplácitos (a menudo falsos) del público?
Y después de conseguidos algunos aplausos sinceros, la infección no se detiene, se extiende y nos exige que nuestra obra entre en el mercado comercial y sea vendida y leída masivamente (no, no yo no quiero eso, me digo a menudo; pero me miento, mi aspiración sería vender millones de ejemplares). Hay que ser muy simple, supongo, para ser contagiado de este mal, para rendirse una y otra vez a vanidades tan pueriles, tan adolescentes. Esta creo que es una de las claves de los grandes autores, de los genios, que saben administrarse un antídoto de sensatez ante la amenaza de la vana idiotez de la gloria (bueno, mejor no "meneallo", como dijo Don Quijote a Sancho cuando el escudero se acababa de cagar de miedo literalmente a los pies de Rocinante).
Si analizo, no necesito nada, me siento tan colmado cuando acabo las cuatro páginas diarias de una novela, o el último verso de un poema, que me pondría a dar saltos de contento y saldría a celebrarlo como si de un acontecimiento extraordinario se tratara (a veces lo hago). ¿Por qué luego aparece esta mala garrapata y se adhiere a mi obra y la empuja a que se conozca, a que se lea, a que se venda, y muerde mi simpleza y le extrae la poca sangre que le queda de humildad, de sencillez? Seguramente es el peaje de un gozo máximo, todos los placeres pagan un precio por ser conseguidos en este desmadejado mundo: la gula, la lujuria, la pereza...; pero no creo que debamos abandonar su persecución. Es cierto que la vanidad, la obesidad, la sífilis, la atrofia nos pueden hacer reventar de miseria, pero hay que buscar antídotos contra ellas.
¿Me ha transformado el hecho de intentar hacer público todo lo que escribo? Sí, sin duda, me ha hecho más idiota. ¿Se ha transformado mi forma de escribir al tener el objetivo de hacerlo público? Sí, ahora escribo mucho más y mejor. Por consiguiente, ¿hay que ser más idiota para ser buen escritor? Mejor no "meneallo".
Sí, me administro un antídoto para esta idiotez nacida de la vanidad, pero como todos los antídotos se trata de un veneno que hay que dosificar para no envenenar al paciente. Me inyecto nihilismo en vena de vez en vez: exprimo la vida y le intento sacar el jugo y veo que solo caen gotas de nada y muerte, entonces, me recupero, pero mejor no "meneallo" demasiado.

domingo, 22 de julio de 2012

Réquiem por la radio de calidad

Soy hijo cultural de la Radio 3 de los 80. Ellos me enseñaron a cambiar mi mundo, a retorcer la perspectiva de lo cotidiano y a encender la llama con que prender la convencionalidad. Aquellos programas: "Caravana de hormigas", "Tiempos Modernos", "El Gallo que no cesa", "Rosa de sanatorio", "Tris, tras, tres", "Arroz tres delicias"..., los sermones de Agustín García Calvo, y muchos más, de los que ya no recuerdo sus nombres, fueron mi universidad, mi punto de partida para reflexionar sobre el mundo y ver que uno no tiene por qué ser lo que le exige la sociedad que le rodea. El día que anunciaron el aniquilamiento de aquella Radio 3, para cambiarla por una radio fórmula, se acabó para mí este medio. Fue tanta la rabia que acumulé contra el poder (entonces el PSOE, molesto por tanta libertad), que dejé de escuchar la radio durante bastante tiempo. No quería saber nada de ese medio, lo habían "fumigado" como dijo Elvira Lindo y no quería contaminarme con el insecticida.
Hace unos años, Pepa Fernández y Toni Garrido me hicieron recuperar el interés por la radio. Sus programas me recordaban a aquellos de los 80, con guión elaborado, trabajados, originales, al margen de lo que otros hacen a la misma hora. Pues bien, hace unas mañanas me desayuné con una sensación parecida a la narrada. En esta ocasión han sido los otros, el PP, da igual, el poder no respeta nada, todo lo contrario, odia al inteligente, al que hace bien su trabajo, al que remueve conciencias, al que reflexiona, al que se somete a la duda, al que busca el espíritu crítico. Hace tiempo que la televisión no me ofrece nada, ni siquiera entretenimiento, alguna serie aislada ("Mad Men", The Wire...), alguna película, poco reseñable. Es una pena, dos medios tan aprovechables y ahogados por los poderes fácticos y económicos, porque ni Toni Garrido ni Pepa Fernández van a lograr fácil acomodo en las radios o televisiones privadas (demasiado diferentes). Gracias amigos, por vuestra incompetencia, por arrebatar lo poco que quedaba de inteligencia en la radio, por ser tan miserables.

sábado, 21 de julio de 2012

Auto sacramental

Cuando se alzan las brumas de la creación,
se dibuja en el horizonte
un perfil deforme entre las montañas:
la imagen voraz de la vanidad
asola al sensual rumor de los ríos,
arrasa a la brisa desnuda de los pinos,
desluce el placer visual del paisaje.
Toda la naturaleza se rinde a su aliento desalmado:
abraza los minutos de sosiego
y los ahoga;
engulle las caricias cotidianas
y las escupe con aspereza; 
incluso se atreve con el amor,
lo aplasta con su poderoso puño de cieno
y lo hunde en la inconsistencia de lo inútil.
Hasta a la poesía le pone una mordaza de tópicos,
un torpe manoseo que la lleva
hasta la pérdida del ritmo
y el fétido manoseo de alegorías
tan usadas como la del horizonte, la niebla y las montañas.

jueves, 19 de julio de 2012

Clooney también recomienda "Bilis"

Él no se lo va a perder y lo tiene en el regazo dispuesto para devorarlo. ¿No os apetece hacer lo mismo, aunque solo sea por empatía? Además, os ofrece la sinopsis de la novela:

"Las ratas devoran a sus congéneres más débiles en caso de necesidad, son desconfiadas, destructivas y voraces. Los socios de Sucesores de Casto Garcés gozaban del instinto de las ratas más enconadas, las de cualquier posguerra. Marcelo Atienza lo pudo comprobar cuando entró en el almacén a los 11 años, tras el encarcelamiento de su padre. El comercio rural de la España franquista lo vistió y le dio de comer, pero también le molió las espaldas. Años después, Marcelo recibirá a los espectros del pasado que removerán la digestión de su memoria y le provocarán el desasosiego de haberlo perdido todo, hasta el recuerdo. Un recorrido intenso por la economía autárquica de los abastos de posguerra y por los subterráneos de una sociedad envenenada. Todo ello narrado desde el humor negro, la ironía y la intriga". 

miércoles, 18 de julio de 2012

Se besaron (segunda parte)

El poema es una segunda parte del primero con el mismo título: hay que leerlo como una continuación de su historia de amor.

Se besaron de nuevo
sin testigos,
en el silencio de los huesos,
y el beso les supo a una paseo de niebla
teñido de abrigos y sombreros.
Se besaron sin labios,
sin recuerdos,
sin la suave caricia de la carne,
sin la saliva de los inviernos,
sin la piel de los estíos,
sin los nervios del tiempo.
Se besaron las quijadas
y extrañaron los espejos,
el sabor de las lenguas
y el tacto de los dedos.
Se besaron sin mirarse,
con la lluvia del recuerdo
filtrándose por el tapiz 
bruñido de sus huesos.
Se besaron, miradlos,
sin saber que ya están muertos.

martes, 17 de julio de 2012

Fábula del senador ascético

Asomose el senador
a un callejón sin salida:
moscas, podredumbre y ratas
avivaron su sonrisa.
Se adentró en la floresta:
los desperdicios sorbía,
los hedores aspiraba,
las pasiones se encendían.
Y excitose y tocose.
Nunca, jamás en su vida,
hubiérase imaginado
con tamañas regalías.
Desde los balcones muertos,
cubos de miseria tiran
sobre su cabeza cana
y lo cubren de ambrosía
los aromas de fregona,
los restos de la comida.
Y excitose y tocose.
Bebió de las alcancías,
durmió con gatos hinchados,
libó basura podrida,
todo un edén pareciole,
un fuego interno le ardía,
en éxtasis entregose,
a la gratitud divina.
Y excitose y tocose.
Cuando entró, furiosa impía,
la mujer de la limpieza
(adalid de la pudicia,
y experta del amoniaco),
se desmadejó su ira,
rompió con la diplomacia
y abordó a su enemiga,
se arrojó sobre su cuello,
le hizo beber su lejía,
para abrasar sus deseos
de arrasar la porquería.
Y excitose y tocose.

domingo, 15 de julio de 2012

Presentación de "Bilis"

Hoy es el último día de la Feria del Libro de Utiel y ya no quedan ejemplares de "Bilis" en ninguna de las librerías. A la presentación asistió muchísima gente (gracias a todos por aguantarnos), si a esto le unimos que un lector de la novela me ha comparado la trama de la segunda parte con Ruiz Zafón y otros, la primera con Galdós, no sé ya qué pensar. Me estoy volviendo, sin pretenderlo, comercial. Pero las influencias subterráneas no las maneja uno como quisiera.

Entrevista en Onda San Clemente

Entrevista realizada en Onda San Clemente sobre mi nueva novela, "Bilis", y sobre mi poesía. https://dl-web.dropbox.com/get/Public/PEPE%20HORTELANO%20BILIS%2029-6-2012.mp3?w=f1aa38fa

Juegos de cartas

Se entregó a los juegos de cartas
con la certeza del abandono
y el placer de las acciones sin trascendencia.
Salió de su mundo de gravedad
y se abandonó en las delicias de la apuesta.
Lanzó un farol contra sí mismo
y se encontró con un tahúr sonriente
que no se creyó su desmayo.
Le devolvió el envite y le ganó sin piedad
las cuatro monedas de frivolidad que le quedaban.

miércoles, 11 de julio de 2012

El silencio que alimenta

Este sosiego limpio que me mece,
esta oscuridad de higueras sin ruido,
este claustro de hiedra detenido,
esta noche de julio que me ofrece


con sus salamandras de piedra blanca
una herida de cielo sin cadenas.
Esta noche, este claustro, estas almenas,
esta sombra tenue que me arranca


la agresiva lanza de la vida,
el martirio incansable del arado,
el yugo, los ronzales y la brida.


Este dulzor de almagre y de pasado,
este hondo corredor que me lapida
entre hilos de silencio bien labrado 



sábado, 7 de julio de 2012

Se besaron

Se besaron hasta acabarse las lenguas,
hasta fundir las miradas de los transeúntes,
hasta destrozar el pasado de la ciudad y abrasarla de color.
Se besaron eternamente, 
después de que los gusanos les hurtaran las salivas,
después de que la tierra les minara las bocas.
Se besaron en la acera de la muerte,
donde se resbalan los zapatos de charol 
de los paseantes sin voz,
donde se resiste el amor al leviatán 
del tiempo 
y eleva la imagen varada un helor de amor
tan viva como el reflejo de un estanque helado.
Se besaron
y se amaron
posiblemente
en una habitación
oscura
bajo la llama de una bombilla oscilante
que seguramente yace en el fondo de una montaña de escombro,
entre un abrigo largo y una maleta desvencijada..

miércoles, 4 de julio de 2012

Presentación de "Bilis"




La invitación oficial que me ha enviado la editorial Carena para la presentación de "Bilis". Espero ir en mejores condiciones que en la primera presentación y preparármelo un poco mejor, más que nada para que no me apedreen mis paisanos, sería triste y doloroso.

El dinero puede causar caries e impotencia

Por fin una asociación de ciudadanos experta en venenos y lacras sociales ha reflexionado sobre las materias realmente nocivas que amenazan al individuo. Se ha puesto manos a la obra y ha retirado las pegatinas agresivas de los paquetes de tabaco y las ha colocado donde corresponde. Solo falta convencer a los gobiernos para que el plan se generalice, a riesgo de no vender más periódicos. 

sábado, 30 de junio de 2012

Presentación de "Bilis"



El viernes, 13 de julio, durante la Feria del Libro de Utiel, a las 8:30 de la tarde presentaremos mi segunda novela, "Bilis". Me acompañarán los profesores y amigos, David Arona y Javier Castellanos, y posiblemente mi editor, José Membrives, en el nuevo salón de actos del Ayuntamiento de Utiel. Intentaré llevar algo de jamón y vino para que las palabras se puedan digerir mejor.

jueves, 28 de junio de 2012

"Bilis" y el humo del recuerdo

                                               
                                       

Si alguna vez fumaste "Celtas" o "Ideales" y todavía notas cómo te raspa la garganta; si alguna vez añoras el pasado y al volver la vista atrás te das cuenta de que todo es todavía más borroso que tu propio presente; si alguna vez tu padre o tu abuelo te contaron una historia de juventud y tú la has revivido en tu imaginario; si alguna vez te has sentido de otro tiempo, como desplazado del espacio que habitas; si alguna vez sufres por lo que sufrieron en años más difíciles; si alguna vez te has preguntado qué fue de aquel hombre que nunca te decía nada, pero te miraba como si viera en ti algo que tú nunca has descubierto todavía; si alguna vez sientes que tus raíces están manchadas de una tinta que no te deja escribir sobre papel limpio; si alguna vez has sufrido y has encontrado consuelo en la memoria, lee "Bilis", no te defraudará.

viernes, 22 de junio de 2012

Otro extracto de "Bilis" (escena de Sucesores de Casto Garcés)


SUCESORES DE CASTO GARCÉS 
–No se te ocurra darle nada más de fiado a la llorona de los cojones.
–No te preocupes, Bonifacio, solo voy a ver con qué romance amanece esta mañana –a Vidal Medina le gustaba la conversación de mostrador, el trato jocundo con los clientes (cuando se dejaban).
Manuela llevaba un mamón talludo colgado de la cadera. El babero apenas le cubría las posaderas, que asomaban desnudas y mugrientas bajo el brazo de la madre. Dejó al muchacho sobre el mostrador de mármol y este dio un respingo al notar en el culo el frío de la piedra.
–¿No tendrá alguna corteza para que la chupe este desgraciado que me tiene en carne viva los pezones? –pidió la madre, vestida con andrajos y retales.
–No seas cerda y no me dejes al crío con el culo al aire encima del mostrador. Aquí se viene a comprar, no a mendigar –no vio la ocasión de la chanza “Siete Trajes”, le contrariaba el aspecto astroso de la madre y del hijo.
–Fíeme algo de tocino para freír, don Vidal.
El muchacho buscaba la teta escurrida de la madre a través de un jersey de lana, desbocado por mangas y cuello. Manuela, la “Tísica”, apartaba la mano del mamón bajo la molesta mirada del dependiente, que negaba su petición y le señalaba la puerta.
–Deme pulpa de remolacha. Solo tengo esto –sacó unas perras del seno y las estampó sobre el mármol.
–Si les das de comer pienso de animales, no te extrañe que tus hijos caminen solo a cuatro patas. Hay que tener cabeza, Manuela. Si no podéis darles de comer, para qué tenéis hijos. Sois peor que las ratas –a Vidal le molestaba la pobreza, le causaba una sensación viscosa que no podía soportar.
–Me los manda Dios, don Vidal, me los manda Dios.
–No mezcléis a Dios en vuestras cochinadas. Siete críos, y todos muertos de hambre y comidos por los piojos, porque no paráis de joder. No tendréis tanta hambre cuando os entregáis al vicio de esa manera –el moralismo del dependiente procedía más de su rabia contra la miseria que de cualquier otra convicción.

La mujer cogió el cucurucho de pulpa y humilló la cabeza. Las que esperaban turno callaban, sonriendo entre dientes y apretando la cartilla de racionamiento entre sus
manos.
-¿A quién le toca? –Medina probó suerte otra vez, a ver si la próxima clienta le proporcionaba alguna alegría. Un camisa azul se abrió paso en la cola del
mostrador del detall. La boina roja enrollada en la mano y el rostro joven y decidido:
–¿Tú eres Vidal Medina?
–Para servir a Dios y a la Patria –masculló el dependiente, azorado ante la presencia del falangista.
–¿Están aquí también Bonifacio Bocanegra y Emilio Poves? –el aspecto marcial del falangista se descomponía por un tic en el ojo que le hacía bailar el párpado.
–Sí, andan por ahí dentro –señaló la trastienda con mano temblorosa–, ¿quiere que les avise?
–No, no es necesario. Dales esta citación para asistir esta tarde al ayuntamiento. No es nada importante, unas puntualizaciones acerca de vuestro socio rojo –aclaró el falangista, quitándole hierro a su presentación violenta.
La cola había menguado sospechosamente desde que el muchacho entró en el almacén, lo que no se correspondía con el trato extremadamente afable que presentaba el del bigotito ante el mostrador.
–A sus órdenes mi... ¿señor? –dijo sin ninguna coherencia Vidal, a la vez que levantaba el brazo y extendía la mano.
–Puedes llamarme Joaquín, además ya me conoces, soy el hijo de doña Luz. No estamos en un cuartel –le bajó la mano con una dulzura que incluso tranquilizó un tanto a “Siete Trajes”–. Por cierto, llevad algo de beber para amenizar el trámite –se distendió Joaquín al final, aunque el párpado no dejaba de aletear.
Vidal Medina corrió hacia la trastienda en cuanto el muchacho se largó de allí. Los de la cola siguieron apretando con fuerza y con más silencio sus cartillas de abastecimiento.

martes, 19 de junio de 2012

El aire que te ahoga

Sientes pasar los días
con la pasión exhausta de un niño sin voz.
Ves la vida tras un cristal sucio
que no deja adivinar los perfiles.
Sabes que estás ya afuera,
en ese lugar donde los peces boquean,
en la nasa del pescador 
que ya no ofrece ninguna esperanza.
Tienes la certeza de haberte perdido 
en la sosegada humedad del agua varada,
sumergido en las aguas tranquilas del estanque,
que ni siquiera dejaban lugar a la aventura de la corriente.
Golpeas con las últimas aletas
el mimbre trenzado de la nasa
y comprendes que ya no hay solución,
que los coletazos hubieran sido útiles para remover el limo,
para abandonar la calma chicha de las aguas podridas,
pero ya no,
solo sirven para perder las escamas en la desesperación
del aire que te ahoga.