viernes, 23 de noviembre de 2018

Rutas Literarias 2018 II: "Copito de Nieve y un director casteller"


Nos vamos a jubilar como ejército. Después del primer día del viaje comprendimos que no íbamos a conquistar nada porque Barcino ya está asolada por los japos y porque aquí prima la educación y la cultura. Un pueblo bárbaro tiene poco que hacer en estos lares.
"Cacaolat" fue de Rumasa, sí, del Superman cañí de los 90. No sé cómo un personaje de esta catadura se hizo con una empresa catalana de raigambre, pero lo cierto es que se apropió de ella y la hizo quebrar, como a cualquier otra. Al entrar en sus instalaciones, nos reciben Copito de Nieve (ya difunto) y un equipo de baloncesto de los setenta con bigotes camp. Las técnicas de marketing las dominan los catalanes como verdaderos americanos. El "Cacaolat", sí, el "Cacaolat" tiene una fórmula secreta, como la Coca-Cola. Así reza en grandes letras en una de las misteriosas oficinas que no podemos fotografiar. Nuestro héroe, Raúl, pretende importar esa misma técnica de marketing para darle realce y caché al aguardiente de miel que elabora su abuelo en un alambique traído de Portugal: "Aguardiente de Pozoamargo. Fórmula secreta".  
La amabilidad de los catalanes con los que nos vamos encontrando me preocupa. ¿A ver si no va a ser real la maldad intrínseca que se nos vende de ellos? ¿A ver si no todo va a ser odio y manifestaciones contra Piolín?
En el parque arqueológico de las minas de Gavá, sus guías también van contra la idea que nos habíamos forjado de los catalanes a través de los medios: nos hablan en español perfectamente, no echan fuego por la boca y ni siquiera tienen rabo. Eso sí, en el neolítico catalán ya lo dominaba todo el dinero y las piedras preciosas. 
El colmo de esta impresión la recibimos en la visita a una "colla de castellers" en Sitges. No solo nos tratan en su casa como a amigos de toda la vida, no solo nos hablan con amabilidad, sino que, además, nos arropan y nos invitan a participar en sus tradiciones. A Javi, director fornido, lo envuelven con una faja negra para que sirva de base a un "castell". En lo alto, uno de los chicos de Fuenlabrada; alrededor, nuestros guerreros, transformados en dóciles "castellers". Visto desde dentro, desde el lugar en el que ensayan sus montañas humanas, se respira camaradería, emoción y buen rollo. Nuestros guerreros, ya sin armas ni armaduras, disfrutan abrazando y subiéndose a hombros de catalanes y madrileños (no, aquí no hay japoneses de momento). Laura, la presidenta de la "colla" es una chica altísima, de trato dulce y verbo cultivado. 
¿Por qué?, a ver, ¿por qué no encontramos a los endriagos y dragones que escupen fuego por la boca? ¿Por qué no nos hemos topado con los energúmenos que aparecen en televisión devorando escudos reales y toreros? No hay derecho a que uno venga a Cataluña y no respire odio en cada esquina. A ver si la mayor parte de la gente va a ser normal aquí, como en cualquier otro lado, y no vamos a tener ni la más mínima oportunidad de enfadarnos. 
Cunit, tranquila ciudad costera en otoño, nos abraza y nos acuesta, nos mece en su regazo de matrona nutricia. Mañana nos espera Tarraco y los guerreros (por la noche vuelven a convertirse en hordas que asolan los pasillos de los hoteles) deben estar despiertos y ágiles para sortear sonrisas y buenas palabras.         

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