sábado, 10 de febrero de 2018

Diario de jefatura: "Fichajes de colegios religiosos"



J. tiene nombre de personaje de Drácula o de novela negra nórdica y nos está brindando momentos de verdadero suspense. Hoy ha llegado la policía al centro. Una pareja mixta con uniforme reglamentario: los dos pequeños y serios, en misión secreta (bueno, no tanto). Cierro la puerta del despacho porque el asunto es delicado. 
Aprovechando que muchos chicos han asistido a una función de teatro, J. y tres alumnos más han escapado del control del profesor. Se han ido al parque y se han fumado unos porros de maría. Han tenido mala suerte porque la policía andaba de patrulla por allí y los han pillado in fraganti. J. y J. (alumnos de la FP Básica) portaban algunos cogollos y la policía se los ha intervenido. La respuesta de J. no se ha visto cohibida por el miedo ni por el nerviosismo, todo lo contrario: “La hierba es muy buena para la salud, por eso me la fumo. Mi padre la planta en mi casa y está al corriente. Todas las noches antes de acostarnos nos hacemos un porrito para dormir mejor. Así no tenemos que ingerir pastillas. Eso sí que es malo, las pastillas.” Los policías me lo cuentan alucinados, porque no tienen costumbre de que los adolescentes se planten ante ellos con tanto desparpajo. 
Otro de los chicos ha mostrado la misma actitud, precisamente el que también llevaba marihuana encima y también de FP Básica. El tercero se ha asustado y mucho, tanto que ha venido a verme llorando después de que la policía me visitara. J. tuvo el honor de ser el primer amonestado durante el curso pasado. Procede de un colegio concertado que hay en el pueblo. Un centro religioso. Al parecer, cuando no pueden con alguno de sus alumnos nos lo envían para que lo enderecemos con la razón y la cultura científica. ¡Qué considerados son los gestores de estos centros religiosos! Sus alumnos no se los merecen, por eso nos envían a sus mejores promesas.

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