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domingo, 13 de septiembre de 2020
"El arte de leer" por Eduardo Jordá
jueves, 10 de septiembre de 2020
Yo quiero ser narcotraficante
M quiere ser cocinero, pero se le queman las tortillas de patatas. A W le gustaría que lo seleccionaran como astronauta, pero vomita en viajes de más de 20 quilómetros. R es una chica magrebí a la que le encanta correr y correr, pero no participa en carreras porque le da vergüenza el público. I es un admirador del jugador de fútbol Andrés Iniesta, sin embargo, su aspiración es la de ser científico para hallar la vacuna contra el coronavirus. Á tiene mirada transparente y voz de querubín, aunque se muere por triunfar como narcotraficante, para ganar dinero a "espuertas", o, en su defecto, mecánico.
Si a mí, a su edad (12,13, 14 años), me hubieran dicho que sería profesor de secundaria, me habría dado la risa porque la tenía por profesión ridícula. No tenía conciencia de lo satisfecho que sale uno de clase después de alternar con la sinceridad de la inocencia, con las esperanzas de los desclasados, con la espontaneidad contagiosa de quienes ven otro mundo diferente al nuestro. Ni siquiera las espuertas del narcotraficante son suficientes para experimentar esta estimulante sensación.
sábado, 5 de septiembre de 2020
Adolescentes amordazados
Hablamos de adolescentes que adolecen,
que adolecen de sosiego y de cordura.
Hablamos de adolescentes
que trempan, embisten y berrean.
Hablamos de la naturaleza
en carne viva.
Hablamos de una edad
propensa a abofetear al padre,
a la patria y al sagrario,
una edad de dudas y de tribus.
Hablamos de muchachos
que despiertan, aman, se pajean,
y un buen día se olvidan de quiénes eran.
Y queremos amordazarlos,
apilarlos en lotes, enfilarlos,
aislarlos y mutilarlos.
No era bastante estabularlos
en aulas de siete por ocho
durante seis horas al día
y romperles el alma a sermones,
ahora la peste exige adocenarlos
y desinfectarlos para que no enfermen.
Como si las palabras no lastimaran,
como si los establos no contagiaran
la apatía, el muermo y la muerte.
martes, 1 de septiembre de 2020
"Y si Shakespeare no fuera Shakespeare (duda de lingüista forense)" por Teresa Galarza
sábado, 29 de agosto de 2020
Odisea de la vuelta al cole: Canto II. "De las decisiones de los pretendientes"
El hecho de que se interrumpiera la educación reglada no habría supuesto mayor problema para el Estado. Formar al pueblo ha sido siempre algo secundario y peligroso. Sin embargo, nadie estaba dispuesto a mantener cerradas por más tiempo las aulas. Muchos padres y madres ya no aguantaban a sus niños en casa. Habían convivido estrechamente seis meses con ellos y pocos están preparados para aguantar a un adolescente, tampoco a un infante, tan cerca durante tanto tiempo. La decisión de retrasar la vuelta sí que habría provocado una rebelión contra los pretendientes. Sí, había algunos padres que no estaban dispuestos a escolarizar a sus niños sin todas las garantías sanitarias, pero eran los menos. Se presentaba por tanto un peliagudo dilema: había que abrir las escuelas sin retardo, atender las normas sanitarias básicas que conllevaba la peste e invertir lo menos posible en personal. La solución, aceptada por unanimidad, fue comprar muchos hidrogeles y muchas mascarillas (más baratos que los profesores). Ese era el plan. Se corría el riesgo de que todo saltara por los aires si se disparaban las estadísticas de contagios. Ningún problema. Los pretendientes de las taifas culparían al gobierno central y el central a los gobernadores de las taifas.
Telémaco conoció por Atenea, la de los glaucos ojos, las decisiones de los pretendientes y partió hacia tierras lejanas, abandonó su lugar y su trabajo de profesor, esperanzado de que en algún territorio extranjero se cuidara un poco más la formación de los jóvenes.
jueves, 27 de agosto de 2020
El superrealismo según Bousoño y una carrera
La filología ha engullido a la educación física. Ya nada importa la carrera, solo el simbolismo de la última expresión: "mientras la tormenta se hace morada". La tormenta es la pasión amorosa y el morado es el tono del que se ahoga, de quien no puede respirar porque le falta el aliento. Mi ritmo es lento, el resuello va a un ritmo nada agobiante y la respiración se adapta sin sobresaltos a las zancadas. Yo no me voy a poner morado (o eso creo). El erotismo exaltado de los versos de Aleixandre ha quedado velado por el empeño de la ciencia.
Y ahora, una vez concluida la carrera, a disfrutar del placer del superrealismo. No intentéis comprender el poema, sentidlo (así nos lo recomienda Lorca):
viernes, 21 de agosto de 2020
Odisea de vuelta al cole. Canto I: "De cómo los pretendientes se reunieron para preparar el regreso"
Canta, oh musa, la peripecia de vuelta al cole en plena pandemia.
La de los ojos glaucos, la diosa Atenea, protegía con mano firme al viejo Telémaco. Ya muerto su padre, el poliédrico Ulises; y muy anciana su madre, la paciente Penélope, Telémaco, el de la pluma afilada, se enfrentaba de nuevo, como en su juventud, a los desmayados pretendientes. En esta ocasión, no ansiaban el matrimonio con Penélope, sino administrar el sistema educativo del que se habían hecho cargo hacía ya muchos lustros. Telémaco, ahora profesor de secundaria, esperaba con ansia las directrices de los pretendientes para preparar su vuelta a las aulas en plena pandemia. Ellos, como hicieran cuando esquilmaron las cráteras de Ulises, bebían y comían hasta hartarse a costa del erario, sin hacer nada por ganarse el sustento que se les proporcionaba. Engordaban y los párpados apenas les permitían abrir los ojos. Los pretendientes, encargados por la ciudadanía para trazar un plan de vuelta al cole, habían sesteado durante todo el verano y, espoleados por los medios de comunicación, por los padres y por el pueblo en general, decidieron, por fin, reunirse.
Negros cuervos sobrevolaban el atrio donde se organizó el encuentro. Los augures predijeron que nada bueno se avecinaba a la vista del vuelo nervioso de sus oscuras alas. Llegaron de cada una de las taifas de la península en lujosas naves, arrastrando sus enormes posaderas, lastrados por la gula y la pereza. Todos, incluido Telémaco, el de la pluma afilada, esperaban las decisiones de los pretendientes. Un viejo augur leía las vísceras de un conejo. El liviano maloliente reveló lo que todos ya sabían: era muy tarde, solo quedaba una semana para instalar a los alumnos en sus pupitres y, cualquier medida que tomaran sería puesta en marcha con precipitación y sin presupuesto. La de los glaucos ojos, Atenea, pidió a su padre, el omnipotente Zeus, que la ayudara, porque se avecinaban tiempos que ni siquiera ella, la de los pies alados, se veía capaz de controlar. CONTINUARÁ.
jueves, 20 de agosto de 2020
"Agustín García Calvo enseña latín" por Juan Bonilla
martes, 11 de agosto de 2020
Veranos viajeros: el chigre de Delfina
Delfina es una mujer mayor que regenta el chigre más antiguo de Cangas de Onís. Estos despachos de sidra reconvertidos en tabernas tienen un parentesco directo con los tabancos de Jerez, antros oscuros, de respirar hondo, sin lujos metálicos, que se prestan al trago corto y a la charla tendida. En la bodega de Delfina no hay pantallas de televisión, ni máquinas tragaperras, ni siquiera una tablet. Solo un escanciador rústico de sidra, un mortero de bronce y una mesa camilla con dos sillas, una para ella y otra para el cliente que le apetezca escucharla. El mostrador es de madera tambaleante y el botellero, que flanquea la barra, va del suelo al techo. El mayor atractivo del chigre no es su aspecto decadente, sino la charla de Delfina. Solo estuve durante unas copas allí, sin embargo, su dueña me descubrió en un breve relato el esnobismo del turismo moderno. Delfina está muy contenta de que los Lagos de Enol y Ercina hayan dado tanta popularidad a la zona y de que vaya tanta gente de vacaciones a hacerse un selfi en el final de etapa más conocido de la Vuelta a España. Pero sonríe con sorna cuando habla de la peregrinación masiva a ese paraje. Delfina no juzga ni se postula ante el cambio de los tiempos, solo cuenta historias esclarecedoras.
En los años cincuenta, una señorita de la alta sociedad de Cangas tuvo el capricho de casarse por amor con un guaje del pueblo. Ambos decidieron que su relación era tan exclusiva que, para el viaje de novios, debían elegir un sitio especial, no Biarritz, ni el Sardinero, como era costumbre entre las élites del momento. Se fueron de luna de miel a los lagos de Enol y de Ercina. Su decisión motivó la mofa y la befa del pueblo. Todos creían que ese matrimonio no iría a ningún lado porque a nadie se le ocurría entonces elegir parajes tan vulgares teniendo posibles. Aunque el paisaje no cambie con el tiempo, la perspectiva desde el que lo contemplamos la dibujan las modas. Esto no lo dijo Delfina (que en realidad se llama Esther), pero la sentencia se podía extraer de su gesto risueño.
"Breve historia de la vanidad" por Javier Bilbao
domingo, 9 de agosto de 2020
Cuarta aparición de la Virgen
Como cada 18 años, se me volvió a aparecer la Virgen en 2012. Estaba yo en San Clemente, más precisamente en los urinarios de la Posada, cuando, al tirar de la cadena, sobre la cisterna, la vi de nuevo. Esta vez no me asustó la luz que la acompaña, ni los efectos especiales, de hecho, casi la ignoré; aunque me acojonó lo que me dijo, a pesar de llevar unas cañas de más. Se aproximó a mi oído, mientras me lavaba las manos y me susurró la siguiente profecía: "Dentro de ocho años, antes de que te me vuelva a aparecer, ocurrirá un suceso extraordinario en todo el mundo que os hará volver a la religión, pecadores del demonio. Llegará una gran epidemia, todos taparéis vuestras bocas y narices y creeréis próximo el fin del mundo. En tu pueblo, la romería que celebráis todos los años en mi honor la querrán suspender los súbditos del mal; pero no debéis ceder. Es necesario que baje como siempre de mi ermita, pese a quien pese. A ver si vamos a ir interrumpiendo los ritos y os olvidáis de mí de por vida. Es posible que os contaminéis todos, es posible que aquello sea una hecatombe, pero eso precisamente es lo que os pido, un sacrificio en mi honor. Si hay que morir, nada mejor que hacerlo por vuestra Virgen. Recuérdalo, apúntalo en esa libreta que llevas, que luego se te olvida todo: dentro de ocho años, en 2020, convenceremos a la gente para celebrar la romería; y si hay que ir a la iglesia se va, qué más os da durar uno o diez años más; todo sea por vuestra patrona". Y aquí estamos, amigos, en 2020, y yo no sé cómo empezar con esto, me falta vocación de profeta.