El tren en España, hasta hace pocos años, era el medio de comunicación más cómodo, más humano, más ecológico, y hasta era puntual. Ahora, viajar en ferrocarril es como contratar una expedición a Camboya o a Burundi o al siglo XIX. Eres un mierda, Calleja. Estos de Renfe sí saben preparar extraordinarias aventuras. Cuando te subes a uno de sus vagones (yo elegiría el Torre del Oro, que va de Barcelona a Cádiz), el tiempo y el espacio se expanden maravillosamente. Han sabido crear los agujeros negros en la Tierra, para que todos los mortales los experimentemos. Te puedes encontrar vagones a 50 grados (para recrear la jungla amazónica), paradas de 4 horas (con lo que se fomenta la confraternidad entre pasajeros),traslados inesperados en autobús (que se está perdiendo este medio de transporte), botellitas de agua recién sacada de las termas del infierno (favorecen el tránsito intestinal) y, lo mejor, destinos sorpresa: tú esperas llegar a Benalmádena y te dejan en Córdoba (y es que se está perdiendo la improvisación con tanta maquinita). Con Renfe no viajas, exploras el universo insondable.
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martes, 12 de agosto de 2025
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