He estado llorando toda la tarde, no es broma, toda. Y no estoy contento de contarlo, no. Porque hablar demasiado de uno mismo es estomagante, incluso para uno mismo. Son inevitables e incluso necesarias, de vez en cuando, tardes de dolor, tardes para llorar las ausencias, son inevitables. Y sientan bien. Uno se desahoga, se desbrava, se desagua. Da igual hombre o mujer. Cuando uno quiere desaparecer, da igual, porque uno, a veces, quiere desaparecer, por mucho que Mujica dijera que estar vivo es una ocasión única (que tiene razón). Por mucho que lo dijera.
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martes, 20 de mayo de 2025
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