martes, 22 de febrero de 2022

Kafka y la bomba atómica

El día 2 de agosto de 1914 Kafka escribió lo siguiente en su diario: "Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde, he ido a nadar". Hoy, aún más que en ese siglo XX, tan aciago, sería más fácil que nunca encontrar declaraciones de este tipo si en Ucrania, uno de estos días, estallara una guerra de destino bastante predecible. En cualquier estado de Facebook o de Instagram o de Twitter podríamos, un día de estos, encontrar afirmaciones parecidas a la de Kafka: "Rusia le ha declarado la guerra a Ucrania. Por la tarde me hice un selfi. Se vienen cositas". Lástima que esas "cositas" puedan ir desde una fiesta de pijamas a una guerra atómica. La frase de Kafka es un testimonio fiel de que nuestra vida cotidiana parece transcurrir al margen de los hechos históricos, pero no es así. Nuestra vida depende de las decisiones de los hotentotes que nos gobiernan (y estoy insultando a un pueblo indígena inocente, lo sé, pero "hotentote" contiene una carga fonética irresistible y monstruosa). Decía que nuestra vida depende, por desgracia, de jerarcas ridículos, ahítos de poder y locura, y de qué manera. Aterra pensar que, después de desayunar o al salir de clase, tras decirle a un alumno la tarea que debe entregar al día siguiente, nos enteráramos por el móvil que una guerra mundial ha comenzado y que, posiblemente, mañana, ese chico no podrá completar el trabajo, no porque su perro se lo haya comido, sino porque la onda expansiva de una bomba de hidrógeno lo ha disuelto en nada. Y, a pesar de la noticia terrible de la guerra, muchos no podríamos dejar de caer en la tentación de escribir en Facebook: "Rusia apunta sus misiles atómicos contra las capitales europeas de la OTAN. Por la tarde, leo el trabajo de A. sobre Macbeth".   

No hay comentarios:

Publicar un comentario