En un
tiempo en el que el Puente de Londres estaba bellamente decorado con picas de
las que pendían cabezas de traidores y la gente se entretenía con peleas de
osos o con chimpancés montados a caballo siendo atacados por una jauría de
perros, Shakespeare tuvo que estrujarse mucho las meninges para idear
historias que pudieran cautivar al público, sin apenas decorados y con actores
pobremente pertrechados. Todo debía depender de la imaginación y de la fuerza
de la palabra. Dejó escritas casi un millón de ellas, con tal acierto que
siglos después Hollywood no podría encontrar mejor guionista, de manera que en
la lista de nombres más citados en la base de datos IMDb ahí lo vemos bien
acompañado de Ron Jeremy y Adolf Hilter. Tiene más de un millar
de referencias, aunque su influencia en el cine es sencillamente incalculable…
al menos hasta la publicación de esta encuesta. Nos proponemos a continuación
escoger nuestra adaptación favorita de un texto shakesperiano, o la segunda
mejor, dado que difícilmente nada podrá superar esto.
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Macbeth
Orson Welles, Roman Polanski, Akira Kurosawa… muchos de
los mejores cineastas han quedado prendados de esta obra en torno a la ambición
por el poder, que nos deslumbra como una bombilla incandescente a las polillas
e igual que a ellas nos termina achicharrando cuando nos aproximamos demasiado. Macbeth, como es costumbre en los
personajes del dramaturgo, tiene además la lucidez suficiente para ser
consciente de la perdición a la que es arrastrado, de ahí que acabe asumiendo
aquello de que la vida es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y furia,
que no significa nada. Cómo un director podría resistirse a una historia de tan
altos vuelos. Todas las adaptaciones han sido meritorias, destacando por su
originalidad Trono de sangre con
Toshiro Mifune —que ya tiene desde esta semana su estrella en el Paseo de
la Fama— aunque nos quedamos con la más reciente, esta del 2015, por la
espectacularidad de sus imágenes y por contar nada menos que con Michael
Fassbender y Marion Cotillard.
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West Side
History
La primera adaptación de Romeo
y Julieta vio la luz en una fecha tan temprana como 1908. Desde
entonces ha padecido toda clase de experimentos, desde el que propinó Baz
Lurhman hasta Gnomeo y Julieta,
pero si hemos de preguntar por la versión más celebrada casi todo el mundo nos
dirá este musical ambientado en Nueva York que a punto estuvo de ser
protagonizado por Elvis Presley. Qué mejor ocasión para recordar este momento.
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El mercader de
Venecia
Desde comienzos de la Edad Media los judíos no podían poseer
tierras ni ejercer muchos trabajos en buena parte de Europa; por su parte a los
cristianos los Evangelios les decían bien claro que los préstamos con interés
no eran moralmente aceptables. La solución idónea resultó ser la
especialización de los primeros en dicha actividad económica: nacía así el
estereotipo del judío usurero.
El problema es que los acreedores no suelen caernos simpáticos… Shakespeare
recogió el antisemitismo de su tiempo y moldeó con él uno de los mejores
personajes de la historia de la literatura, Shylock. En lugar de convertirlo en
un simple malvado lo dotó de tal humanidad que su discurso se
convirtió en un alegato mil veces recordado desde entonces, como en la escena final de Ser o no ser.
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Hamlet
Entre el encorsetamiento de las adaptaciones clásicas del Bardo y
la espantajería pop de algunas de las más recientes hay un virtuoso término
medio que Franco Zeffirelli supo encontrar. Aunque naturalmente es
algo susceptible de opinión, así que aquí tienen para
comparar el monólogo de la versión de Laurence Olivier, aquí el de la
película de Kenneth Branagh, aquí el de la
interpretada por Mel Gibson y por último el de la versión de Ethan
Hawke.
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Enrique V
Las seis películas ha dirigido Kenneth Branagh en torno a la obra
de Shakespeare lo convierten en uno de sus adaptadores oficiales. Enrique V fue la primera de todas
ellas, y tal vez la mejor, al menos le valió sendas nominaciones como actor y
director. No podemos olvidar su escena cumbre, en la
que arenga a sus soldados antes de la batalla
del día de San Crispín.
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Mucho ruido y
pocas nueces
Sus comedias generalmente no han tenido unas adaptaciones de
calidad semejante a sus tragedias, quizá el motivo sea que el humor es
perecedero y está más sujeto al contexto cultural. Pese a todo el resultado fue
aceptable en esta versión de Branagh en la que contemplamos a un insólito Pedro
I de Aragón. Otra comedia de este director, que no era una adaptación aunque sí
estaba vinculada al universo de Shakespeare, fue aquella tan simpática titulada En
lo más crudo del crudo invierno. Por otro lado, Joss Whedon tuvo tiempo entre
Vengadores y Vengadores para filmar su propia versión de la obra, con cuatro
duros y la participación de sus colegas habituales. Una simpática adaptación en
blanco y negro en escenario contemporáneo.
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Otelo
En la época de nuestro autor andaban al acecho los puritanos, que
lógicamente no veían con buenos ojos algo que divirtiera a la gente como era el
teatro. Lo que no existía, por suerte para él, era esa evolución posterior del
puritanismo conocida como corrección política, con su empeño por fiscalizar la
ficción. Por esta obra hoy día hubiera tenido que dar muchas explicaciones pero
afortunadamente ya está escrita y no puede cambiarse. En esta versión vemos de
nuevo a Kenneth Branagh, esta vez interpretando a Yago, uno de los personajes
más sugerentes y perversos que ha dado la obra shakesperiana.
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Campanadas a
medianoche
Como vemos, hay personajes salidos de su pluma que parecen
adquirir vida propia y tomar su propio rumbo. Es el caso del vitalista
Falstaff, a quien interpretó un esférico Orson Welles en esta cinta rodada en
España (por ahí vemos a Fernando Rey) que recrea fragmentos de un total de
cinco obras suyas. De nuevo estamos ante un cineasta adicto a Shakespeare, pues
previamente ya había dirigido Macbeth y Otelo.
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Ran
De Kurosawa podemos decir lo mismo. Entre las diversas
obras literarias occidentales que adaptó al contexto japonés destacan las del
dramaturgo inglés, como la mencionada al inicio o esta superproducción que
recreaba El rey Lear.
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Diez razones
para odiarte
Hollywood se ha recreado siempre en la descripción de los
institutos americanos a la manera en que lo hace un documental cualquiera sobre
los antílopes de la sabana, sin ahorrarnos detalle sobre sus ritos de
apareamiento y sus luchas jerárquicas. Era inevitable que semejante hábitat
terminase siendo el escenario de alguna adaptación shakesperiana, en este caso
de la que es quizá su comedia más conocida: La fierecilla domada. El resultado fue mejor de lo que cabía
esperar en esta película protagonizada por el malogrado Heath Ledger.
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Julio César
Mankiewicz coescribió y dirigió esta tragedia en la que nuestro
autor recreaba la conspiración y el asesinato de Julio César. Quiso cuidar cada
detalle, y para ello contó con actores que ya estaban familiarizados con esta
obra salvo en el caso de Marlon Brando, que a pesar de ello supo estar a
la altura y resultó nominado al Óscar. John Huston describió su
interpretación aquí como «abrir un horno caliente dentro de una habitación
oscura», aquí tenemos
un ejemplo.
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Shakespeare in
Love
No es una adaptación de una obra en concreto pero sí de la vida y
del universo de Shakespeare, por lo que merece que la incluyamos. Obtuvo siete
Óscar esta encantadora historia que juega con el travestismo que tanto gustaba
al escritor inglés (la quinta parte de sus obras lo incluyen, qué vicio
llevaba), con una Viola disfrazándose de hombre para poder actuar en el teatro
y aproximarse al escritor, quien terminará dedicándole un personaje en Noche de reyes.
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Planeta Prohibido
Basta con que cambiemos un mago por un científico, Miranda por
Altaira, Robby por Ariel, la isla por el planeta Altair-4, Calibán por aquel
ente maléfico que «renueva su estructura molecular de microsegundo en
microsegundo», los supervivientes del barco por la tripulación capitaneada por Leslie
Nielsen y en lugar de La
tempestad tendremos frente a nosotros este clásico
de la ciencia ficción.
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