sábado, 23 de enero de 2016

Referentes de la literatura universal: el reguetón


Solo ciertas corrientes literarias (elegidas por las musas) han sabido conjugar lo popular con lo genial para marcar con su sello el porvenir. La épica griega de Homero dotó de alma a la narrativa de todos los tiempos. Los trovadores provenzales del siglo XII extendieron por Europa el arte poética de la delicadeza e inventaron el amor. Dante y Petrarca recogen sus frutos y convierten a las mujeres en seres idealizados, inalcanzables, que siembran el Renacimiento con amantes de heridas luminosas. El teatro de Lope y de Shakespeare saca de las cavernas el espectáculo popular por excelencia y recupera a los clásicos griegos y latinos para armarlos de eternidad. El Quijote, recuperado por los narradores ingleses del XVIII, es la madre de toda la novela moderna. Los románticos, los poetas malditos del XIX y los vanguardistas rompen con la tradición para someternos a un caos sorprendente en la modernidad del siglo XX...
¿Y a qué corriente literaria del siglo XXI podemos augurarle un éxito similar? Sin duda alguna al reguetón, símbolo inequívoco del posmodernismo. Esta delicada poesía que bebe de las fuentes populares y engarza con el realismo sucio del siglo XX será el referente de la literatura mundial de aquí a unos años. Así como estos versos de Homero nunca morirán:
Cuéntame, Musa, la historia del hombre de muchos caminos
que anduvo errante mucho después de asolar la sagrada Troya...

Tampoco los de Petrarca:
Aquí termine mi amoroso canto:
seca la fuente está de mi alegría,
mi lira yace convertida en llanto.

Ocurrirá lo mismo con el reguetón. Sus frases llenan ya los locales de ambiente y los saraos de cualquier rincón de Europa y América, son tan populares como lo eran las tragedias de Shakespeare, los cantos de Homero y los personajes de Cervantes. Estos que aquí escojo por su calidad -recordadlo- serán los que aparezcan en los anales de literatura y se grabarán en mármol en los monumentos de todo el orbe:
Hoy voy a beber
y sé que voy a enloquecer
y te llamaré después
para hacerte mía, mujer.
Y es que no sé por qué
cuando tomo pienso en usted.
Te quiero comer,
te quiero comer ah, ah, ah.
Te lo voy a meeee.

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