jueves, 13 de agosto de 2015

Reliquias paganas: la bota de Sancho Panza


No solo de tibias de santo vive el hombre. Las reliquias que aquí os voy a presentar os proporcionarán la virtud de desarrollar muchas de las facultades que no ofrecen los cráneos de beatos y mantos de vírgenes.
En esta primera entrega nos ocuparemos de la bota que usó Sancho Panza en algunos capítulos de la segunda parte del Quijote. Nos encontramos restos de esta reliquia en diferentes pueblos de nuestra geografía manchega: El Toboso, Puerto Lápice, Ossa de Montiel y Argamasilla de Alba. Según cuenta la leyenda, todo aquel que se acerque a la urna en la que se guardan fragmentos del pitorro de la bota, verán inmediatamente calmado el dolor de úlcera y se mitigarán las malas digestiones. Solo hay que tocar la reliquia para comprobar cómo nos asalta el ansia viva de beber vino y de gozar de la vida. Las borracheras serán más divertidas y nunca nos asaltará el espíritu melancólico que suele acompañar a esta afección.
En Ciudad Real podemos encontrar casi completa la bota de piel de cabrón de Tomé Cecial, el escudero del Caballero de los Espejos, quien compartió con Sancho su vino para despegarse los paladares. Se guarda bajo la leyenda: "Hideputa, bellaco y cómo es católico", justo lo que dijo Sancho al probar el caldo de esta ciudad. Sus propiedades son milagrosas para desarrollar el arte de la conversación.
Y no digo nada de los efectos que proporciona pasarse por San Clemente, Casas de Haro, Casas de Fernando Alonso o Sisante a acariciar el cuero de la bota de Sancho. En estos cuatro lugares se conservan retales del pellejo original que, os lo puedo asegurar, no sanan, pero te cambian el carácter en los bares y te hacen el estómago más resistente. Peregrinad hasta allí y dejad humilde pago por tan gran recompensa.  

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