martes, 18 de agosto de 2015

Reliquias paganas: la miel helada de Lorca


En las profundidades del barrio del Albaicín, donde se ve a la tarde engullir a la Alhambra con parsimonia, podemos visitar en cualquiera de los cármenes que lo jalonan, una reliquia que no tiene parangón: la miel helada que nos dejó Lorca. Si os acercáis por allí, si os perdéis por sus callejas estrechas, si tenéis la ocasión de torceros los tobillos en su empedrado, podréis disfrutar a la caída del sol de esa deliciosa reliquia. Desde el mirador, el sol se derrite y se convierte poco a poco en una dulce placer que abruma a los labios hasta hacer estallar los ojos. Es la sabrosa imagen que Lorca dejó sobre el horizonte granadino, su miel populosa y melancólica. Lástima que se helara, que se quedara congelada un día como este en los cielos de Granada, aunque eso sirviera para conservar una reliquia que no hace falta visitar en las iglesias ni en las criptas ahumadas por la superstición. Sus propiedades: delectación insana por el amor y la muerte.

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