¡Toc, toc!,
retruena el aldabón
bajo las andas del paso,
un mugido de sudor
aprieta los hombros bravos.
No pienses en el valor
de los símbolos de barro,
no dudes de tu dolor,
déjate llevar en brazos.
¡Toc, toc, toc!,
retruena el aldabón.
Sigue el fluir de la lava,
no te yergas, ni te enfríes,
no rechistes, solo muge,
desde el oscuro costal.
Goza de tu sufrimiento,
no luches, no digas nada.
¡Toc,toc,toc,toc!,
retruena el aldabón,
las sombras arrastran tus pies
sobre el alquitrán quemado,
muge, muge y muge,
observa tus zapatillas
y no des un mal paso,
tensa el hombro sobre el palo
y olvídate de tu cabeza.
El silencio se hace duro,
contén la tentación
de alejar el buey que llevas
en la cofradía de tus venas.
¡Toc,toc,toc,toc,toc!,
retruena el aldabón,
no quieras ser como nadie,
sigue el rastro de sus pasos,
sigue el mugido de sus sudores,
sigue partiéndote la espalda
junto con todas las espaldas.
No preguntes, no renuncies,
no estudies, no indagues,
no saquees el costal de los dolores,
no derribes los iconos de madera,
no ames, solo llora y sufre,
y muge y muge y muge.
"¡Ay, es lo más grande del mundo!,
¡ay, que me eriza los cabellos!,
¡no hay otra como ella!,
¡todo se lo merece!,
¡líbranos de los pecados!,
¡y yo quiero también un Iphone!,
sálvanos del mal, amén".
¡Toc,toc,toc,toc,toc,toc!
retruena el aldabón
en el aire de las Españas.