sábado, 3 de marzo de 2012

Calamidades de un escritor sin lectores o el tocador de una puta de lujo (I)

Cuando uno se embarca en la edición de una nueva novela, después de firmar el contrato con la editorial, comienza el proceso de revisión del texto. Todo esta puesta en escena (que ya hice con Criaturas del Piripao), me lleva a contemplarme como una puta primeriza que se prepara para su primer día en la calle o en el puticlub o en el hotel de lujo correspondiente. Como ella, yo también elegiré la falda más corta y me pintaré los labios y los ojos con exageración; elevaré mis pechos con el sujetador más pequeño y los dejaré salir por encima de un escote escandaloso; me incendiaré el cabello con los tintes más llamativos; me colocaré las medias de rejilla con el dibujo más extravagante; me colocaré unas ligas bajas que inciten a la lujuria; me depilaré el pubis con esmero, para evitar suciedades innecesarias y perfumaré mis bajos para que sean apetecibles. Como escritor de pequeña editorial, me gusta sentirme puta de lujo (es un consuelo). Los pocos clientes los elige la calidad literaria de mi prosa y no hay más porque no esta hecha la miel para la boca del asno (qué buen argumento para el escritor maldito).
Mi segunda novela ya tiene título, Bilis, dentro de dos meses (más o menos) se lanzará a la calle. Se venderá a pocos clientes (pero elegidos) y volverá deprimida a la sórdida habitación de la que salió para reparar los desmanes de sus pervertidos lectores.

2 comentarios:

  1. Pero bueno, ¿¿qué haces corrigiendo a Trapiello?, que te he visto, cómo sois los de Landet...yo también enseñé por allí

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  2. Es que alguien que escribió una continuación de El Quijote y que escribe "bacía" con "v" no tiene perdón ninguno. Demasiado suave se lo he dicho.

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