sábado, 15 de julio de 2023

Secáronme los pesares


 

Sobre el escenario, Molière, su vida, sus obras, Vive Moliére, una farsa divertidísima y didáctica que he visto la friolera de tres veces (en la última me he reído tanto como en la primera). El Palacio de los Oviedo en Almagro abre sus cielorraso a las estrellas y al vuelo de los murciélagos. Molière muere en lo alto de un tobogán, no durante la representación de El enfermo imaginario. Muere y la diosa Fama se lo lleva consigo al Parnaso. Ojalá todas las muertes se presentaran así, con este ritmo de comedia alocada, chocarrera, musical.

Llevo veinticinco años asistiendo al Festival de Teatro Clásico de Almagro. Perdón, llevamos. Es un ritual, una costumbre sana, un retiro espiritual que alivia y cauteriza las heridas abiertas por la jauría adolescente. Eva también ha venido, como siempre, como todos los años, me lo acaba de decir Molière desde lo alto del tobogán. Las Jornadas de Teatro Clásico son aún más antiguas que el propio festival y ayudan a complementar estos días de comedia. La primera sesión ha resultado intensísima. Las directoras de las mejores compañías teatrales de España desgranan sus ideas y experiencias sobre la dificultad de acercar los textos renacentistas y barrocos. Ana Zamora, Laila Ripoll, Helena Pimenta, mujeres que han resucitado a Juan del Encina, a Lope de Rueda, a Gil Vicente, a Lope, a Calderón y tantos otros. Nos desmenuzan obras que Eva y yo vimos en Almagro y Madrid hace años. Es emocionante revivir con sus creadoras las puestas en escena que luego comentábamos a la luz de un gintónic en la plaza de los Fúcares, envueltos entre calima y galerías. Eva me llegó a confesar que del único teatro que disfrutaba de veras era del clásico, no sabía por qué. El veneno del verso (del que tanto hablan las directoras) se había adueñado de nuestra estética dramática. El teatro contemporáneo nos parecía otra cosa, otro tipo de espectáculo. Los enredos amorosos de Lope, la capa y la espada, nos infectaron de un virus de más larga duración que el COVID.

Por la tarde, en el corral de comedias, Ana Zamora, directora de la compañía Nao d´amores, rinde homenaje a su experta musical Alicia Lázaro, muerta en 2021. Un concierto delicioso de música renacentista del que Ana nos relata su historia, sus entresijos. Alicia, como Eva, como Molière, tampoco ha muerto. En los acordes del concierto está su vida, como en las palabras de Harpagón está Jean Baptiste, como en el runrún de los alumnos está Eva, más allá del tiempo y del espacio. Ana Zamora, magnífica, entusiasmada, pone en boca de un personaje renacentista esta copla, "Secáronme los pesares". Podría decirlo Eva en lo alto del tobogán de la Fama mientras Molière la requiebra y Lope la enamora con versos naturales de amor contrariado. 

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