Ahora que no tengo nada que decir, escribo. Escribo para tener algo que decir. Siempre que me siento ante el ordenador con la mente en blanco, no tengo más que empezar a teclear para que acudan a mi cabeza recuerdos, reflexiones, historias, tonterías, chascarrillos, dudas, ripios... Es curioso cómo la mente se pone en funcionamiento en cuanto la forzamos, en cuanto la azuzamos con la amenaza del vacío. Nuestra modernidad está obsesionada con no parar, con tener siempre algo que hacer, con no aburrirse ni detenerse. Pero esta actitud poco tiene que ver con poner en funcionamiento el raciocinio, al contrario, a menudo ser espectadores sin pausa te somete a ciertas esclavitudes: no mirar hacia dentro, impedir la puesta en marcha de los mecanismos racionales y pensar demasiado en la exhibición pública. Ver partidos de fútbol no es lo mismo que jugar al fútbol. Ver deporte no es lo mismo que practicarlo.
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miércoles, 12 de abril de 2023
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