Al amor de los bares
me gusta suicidarme con mesura,
beber tiempos y mares
de extensión oscura
con sabor a eternidad y locura.
con ruinas, con hierbas, con licores.
Me gusta tratar con ellos frente a frente,
aunque rabie la resaca entre sudores,
aunque la piel se desmigaje en días
cuando me arañe el sueño la mañana
y la cabeza arda en ironías
entre el ser y no ser de yesca y lana.
Me gusta suicidarme
con breves gotas de ginebra en hielo,
para verme y no amarme,
para que se abra el suelo
y envolver la conciencia en un pañuelo.
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