¡Ay, hijo mío!, ¿cómo has podido hacernos esto a mí y a toda tu familia? Tu padre ha dejado de ir a la portería del puticlub, tu hermano no ha abierto el sex shop desde que se enteró, yo he abandonado mi trabajo de camarera en el bar de carretera..., ¿cómo has podido deshonrar así a la familia?, ¿tan mal te hemos tratado? Te pagamos los estudios de estríper en la mejor universidad de Tailandia, nos empeñamos hasta las cejas para que te ganaras la vida con un oficio honorable, para que fueras el orgullo de nuestros vecinos. Te montamos el mejor club de estriptís de la provincia, estábamos despegando como gran empresa especializada en despedidas de solteras. Teníamos varias reservas, no solo de aquí, sino también del extranjero (Inglaterra sobre todo). Nos estábamos internacionalizando y no se te ocurre otra cosa que dejarlo todo y meterte a cura. Si por lo menos te hubieras ido lejos, pero no, tenías que ejercer en el pueblo de al lado, para que los vecinos se mofen de nosotros cada vez que nos ven por la calle. ¡Ay, hijo!, ¿por qué, por qué te has descarriado a tu edad? ¿Qué ventolera te ha dado, con quién te has juntado para llegar a esto? Es la segunda vez que salgo de casa desde que me enteré. Tu padre ha entrado en una depresión profunda y de tu hermano no te digo nada, ya sabes lo sensible que es. Sus amigos le han llenado de pintadas la fachada del sex shop y ni siquiera se viste de reinona para cantar por las noches. Nos has arruinado la vida. Sal de ese confesionario y vente conmigo, no nos hagas esto, ¡por Dios!
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Si definiera mi vida con una sola palabra, elegiría “pecado”, sin pensármelo dos veces. He sido un gran pecador, de los mejores de la historia; he asesinado, he engañado, he violado a cientos de mujeres, he vendido esclavos y he sometido a pueblos enteros por puro goce. Los siete pecados capitales se corresponden a lo que yo hacía cada día de la semana, no me dejaba ninguno, y sobretodo he quemado iglesias; disfrutaba con todo ello.
ResponderEliminarA lo largo de mi pecaminosa vida me he preguntado si realmente existía un infierno, y de ser el caso, yo quería estar allí. El día que llegó mi hora, tras mi muerte por sida, me desperté flotando en la oscuridad. Al mirar hacia abajo divisé puerta color rojo, y me dirigí hasta ella flotando. Cuando estaba enfrente de ella leí un cartel que ponía “bienvenido al infierno”, y con gran alivio pensé que por fin me libraría de esos santurrones tan aburridos y que me iba al infierno a disfrutar. Imaginaos mi sorpresa cuando atravesé la puerta y apareció Lucifer con grandes cuernos y sosteniendo un tridente; y va y me dice que soy demasiado malo para poder estar en el infierno, y que me tiene un castigo a mi medida. Nunca pensé que tendrían tan en cuenta que enviará explosivos al Vaticano como regalo de Navidad.
Ahora me encuentro aquí, en un pequeño pueblo de Cuenca con el único cometido de expiar los pecados a unas malditas viejas chismosas, veinticuatro horas y siete días a la semana por toda la eternidad.
RELATO DE MARÍA CABRERA (1º BTO B):
ResponderEliminar- Padre, vengo a verle porque no puedo llevar esta carga dentro de mí.
- Dígame hija ¿qué ha pasado?
- Es que padre desde que mi marido murió, mis dos hijos y yo estamos pasando muchas dificultades. Ninguno de los dos tiene trabajo, montaron un negocio que no salió bien, eso de ser gigoló no les funcionó, que quiere que le diga, pero son los dos más feos que pegarle a un padre. Y después de darle muchas vueltas a la cabeza, sacaron la brillante idea de hacerse sicarios padre, ¡sicarios!. Pensaba que estaban locos, que no iba a funcionar pero tienen muchísimo trabajo. La gente los llama para ajustar cuentas con ciertos personajes que telita, ¡si yo le contara padre!. El otro día apareció mi hijo el mayor, me dio una pistola y me hizo colaborar en un caso, ¡una pistola a mi padre!. Pues la noche en la que tuvimos que actuar para matar a un político que estaba negado a la corrupción, la pistola se me disparó y sabe dónde fue a parar la bala padre, ¡a mi hijo el mayor! ¡Ay si mi marido levantara la cabeza! Ahora que estoy sola, porque el pequeño no me hace ni caso, he pensado en suicidarme pero luego recapacité y dije ¡pero qué hostia! me voy a Benidorm que allí se me olvidarán las penas. Así que, padre, aquí le dejo al perro para que se encargue de él, que yo me voy esta noche. No le dé mucho de comer que si no es incapaz de hacer caca. Ale padre, un placer. ¡Hasta pronto!
Relato de Isabel Carretero (1º de bachillerato C):
ResponderEliminar"Toc, toc..."
Ella era una mujer católica. Creció en una buena familia. Dedicó el inicio de su vida a misas y al rezo de la oración. Debido a su monotonía, decidió pasar el resto de su vida junto a Dios. Toda su existencia se centró en él. Pero llegando al final de su historia, vivía con un pecado con el que no podía morir. Sabía que si su energía se acababa con ese mal en ella, no entraría en su destino, el reino de los cielos. En su lecho de muerte, acabó con aquel pecado que había arrastrado, y en su propia iglesia, con aquel sacerdote con el que había convivido, confesó. Ella había sido quién había arrebatado a cientos de madres de sus hijos, convenciéndolas de que habían muerto nada más nacer, quién había arruinado cientos de vidas.. y con ese hecho, también la suya.
El relato de Nuria Collado (1º Bto. C 2016):
ResponderEliminarHola padre, hoy vengo a confesarle una cosa muy importante, mi marido está a punte de irse para siempre y dejarnos aquí, pero lo peor de todo es que su hijo ya no lo podrá conocer jamás.
Nosotros tuvimos un hijo muy jóvenes, nuestra economía era muy mala así que decidí dárselo a una familia con buena economía. Yo lo he seguido hasta el día de hoy, y me siento muy orgullosa de él, de llegar tan alto, ser tan querido por la gente y ser una gran persona.
No sé que hacer, le prometí a la familia de acogida que no le diría nada de esto a él, pero se lo debo a mi marido, por todo lo que ha hecho por encontrarlo y estar junto a él, debe conocerlo antes de fallecer.
Ya termino con esta historia padre, pero antes de marcharme he de confesarle lo mejor de todo, este hijo del que te he hablado eres tú, eres mi hijo.