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lunes, 25 de noviembre de 2013
Crónicas desde la "indocencia" II: "Los iluminados"
"Hacia dónde vamos con esta juventud tan corrupta y falta de sentido" (Séneca, siglo I d.C.)
Hacía días que no se entablaba una discusión digna de ser transcrita en la sala de profesores. Las conversaciones inanes, sin trascendencia se habían sucedido en las últimas jornadas. Alguno mencionaba el frío que hacía para tratarse de principios de enero, otro hablaba del partido del domingo, otra de los vestidos que se había comprado por Internet..., pero todos sabían que en cualquier momento podía saltar la chispa de la inteligencia y fabricar un diálogo memorable era cuestión de tiempo. Las criaturas que deambulaban por aquella sala eran susceptibles de desarrollar algo así en cualquier ocasión: él, joven y recién llegado al centro, leía un examen de bachillerato; ella, veterana y sabia, escuchaba y asentía ante las verdades de plomo del novicio: .
-Seguro que nosotros no éramos así.
-Por supuesto que no.
-No he leído tanta tontería en todos los días de mi vida.
-Y acabas de empezar, espera que lleves un tiempo más en esto y verás de qué son capaces.
-Pero es que no doy crédito. Yo a su edad -la diferencia entre él y sus alumnos era de 10 años- no escribía así. No se entiende nada y no tienen referencias culturales. ¡Hijos de la LOGSE!
-Ya, ya, qué me vas a decir a mí. No saben nada, ni quién era Franco, ni qué es una valencia, ni qué es una raíz cuadrada, ni quién escribió el Ulises...
-Yo no hago más que mandarles ejercicios y soltarles el rollo para que no me escuche nadie y sigan con esa cara de alelados. Solo esperan que termine la hora para ir corriendo a coger el móvil. Me desesperan. Voy a acabar por ponerles películas, al fin y al cabo les va a dar lo mismo.
-A mí ya me da igual que me escuchen o no. Yo les doy la clase y el que quiera que me siga y el que no que llame al maestro armero.
-Con lo que a mí me gustaban las Matemáticas, por Dios. Con 14 años me volvía loco por hacer los deberes en casa y adivinar la respuesta correcta. No tenía otra cosa en la cabeza.
-Sí, esta gente es de otra raza. Nosotras respetábamos a las monjas más que a la Virgen.Y es que se hacían respetar. Si ahora pudiéramos estamparles la cara en la pizarra cada vez que hacen algo mal, otro gallo nos cantaría.
-A mí nunca me han pegado, pero una torta a tiempo nunca viene mal.
-Si no hubiera sido así, nunca me habría sacado la carrera.
-¡El que me faltaba!, ¡menuda perla!, este no sabe ni escribir. ¡"Agravar", me lo ha puesto con "v"!
-Bueno, eso es lo de menos. En mi tiempo no nos enseñaban las tildes y desde luego no pienso aprender ortografía a estas alturas.
-Sí, pero éramos mucho más nobles, cultos y respetuosos.
-Eso sí.
-¡No sé dónde vamos a llegar!
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