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viernes, 14 de marzo de 2025
"Luis Cernuda y Luis de Baviera escuchan Lohengrin" por Rafael Narbona
"Pedro Páramo: 70 años de Comala, la ciudad donde hablan los vivos y los muertos" por Rafael Narbona
martes, 11 de marzo de 2025
El abrigo
Salgo de un local atiborrado de gente después de tomar varios refrescos. Ya en la calle, departiendo con los compañeros sobre el vuelo del colibrí, se me acerca una mujer, muy airada. Me recrimina que le he robado el abrigo. Y ahora viene un monólogo interior: "¿Pero qué dice esta mujer?, ¿cómo voy a confundir mi abrigo con uno de señora?". Me lo quito y compruebo que uno no debe fiarse del flujo de la conciencia. Sin duda esa prenda no es mía. La mujer no me pega una hostia (con razón) porque se la ve educada. Y ahora incluyo aquí una reflexión sobre la moda actual: "Es conveniente que las prendas de abrigo, sean masculinas o femeninas, tiendan casi todas ellas al negro o al azul marino..." Y aquí interviene otra vez el flujo de la conciencia: "¿Por qué no me compraría yo aquella parca fucsia con clavos en la cremallera?, ¿por qué tengo que pasar este bochorno?, ¿por qué los colibríes son capaces de mantenerse prácticamente inmóviles en mitad del firmamento?..." Vuelvo al local de los refrescos y después de buscar durante un buen rato encuentro mi abrigo. Efectivamente, se parece al de la señora. Y finalizo con una segunda persona necesaria: "No es la primera vez que te pasa, lo sabes. Tu madre ya te hizo sufrir un invierno sin abrigo por haberlo perdido en octubre, en una de esas confusiones que producen los refrescos a la salida de los tugurios. De esto hace ya casi 45 años, y, al parecer, has aprendido lo justo para atarte los cordones de los zapatos".
domingo, 9 de marzo de 2025
Viudo
Decir que uno es viudo es declarar que te define tu desgracia. No está bien, porque en este mundo de la adolescencia infinita no es de buen gusto presentarse con la tarjeta de la ausencia. La escatología no es moderna. Nos molesta todo aquello que nos recuerda a la muerte, huimos de su constancia, de su nombre, de su evidencia. No estaría bien abrir un programa de televisión o de radio o de Youtube diciendo que todos somos próximo alimento del gusano, polvo en potencia. No está bien ir cacareando que tu estado civil está determinado por la muerte. La muerte no es comercial, no está de moda, no es chic, no mola. A la muerte hay que arrumbarla en un rincón, para que no estorbe, como antes se hacía con los tullidos, con los pirados. La muerte es una realidad muy molesta en esta sociedad del viaje y del jolgorio. No sé por qué lo haces, no sé por qué en vez de "viudo" no te presentas como idiota vivo e itinerante. Es mucho más moderno.
Bar "No Thingan Prisa"
El bar "No Thingan Prisa" está en la calle comercial de Úbeda. Lógicamente, tiene un éxito absoluto de clientela. Ese nombre atrae a cualquiera. Aún más, cuando los locales de alrededor están bautizados de cualquier manera: mesón "El Asador", bar "Juan"... Hay que currárselo un poco más. No puede uno abrir un negocio y nombrarlo con la dejadez de un tío paterno al que le encargan el bautizo de su apadrinado. El bar "No Thingan Prisa" no tiene nada especial, no es muy cómodo, las tapas son muy normalillas y se le ve sin pretensiones de estrella Michelín; pero ese nombre, ese nombre es un reclamo inevitable. Hasta arriba está de parroquianos, con razón. Para que luego digan que la literatura no le importa a nadie.
jueves, 20 de febrero de 2025
"Ultramarinos: todo un mundo en cinco sílabas" por Álex Grijelmo
lunes, 27 de enero de 2025
Panza de burro
Panza de burro es una novela fresca, rica en registros y de una originalidad apabullante. Ayer tuve la oportunidad de verla representada sobre los escenarios. Una compañía canaria, "Delirium Teatro" ha conseguido dar cuerpo, y de qué manera, al libro de Andrea Abreu. La puesta en escena es tan sencilla como el planteamiento de la novela y tan compleja como asentarlo todo en la apuesta por el lenguaje, a la manera del teatro más clásico, pese a romper muchos moldes. El argot canario y ese tono arrastrado de su fraseo convierte el espectáculo en una fiesta para la metáfora atrevida y el chascarrillo. Pero la obra va mucho más allá. En el teatro solo hay que regirse por una intuición muy precisa: cuando entras en una sala, empieza la obra y a los cinco minutos ya estás dentro del mundo que proponen los actores, todo se ha conseguido. Parece fácil, pero no lo es en absoluto. En Panza de burro me pasó eso. Al poco ya era una más de las amigas de Isora y de la Shit, ya estaba encaramado a lo alto de las bardas para ver qué ocurría en su patio. Solo un "fisquito" de texto y el espectador se convierte en canario, en niña, en playa. Y no, no es una obra localista que solo puede ser apreciada por los habitantes del volcán, no. Esas niñas sin padre ni madre, con abuelas mal encaradas, que buscan constantemente el refugio del mar (y que son engullidas por las olas, como en el poema de Federico); esas niñas son las protagonistas de una historia dura y tierna a la vez (como no lo puede ser un chuletón); divertida y desgarradora; rompedora y tradicional; localista y universal; contradictoria, vibrante. Otra vez el teatro. Y esta vez no fue un "rosquete".
viernes, 17 de enero de 2025
Huir
martes, 14 de enero de 2025
"La mecánica del endecasílabo" por Francisco J. Tapiador


"Koko Jean and the Tonics
viernes, 10 de enero de 2025
La Torre del Oro
Machado y la lírica
martes, 17 de diciembre de 2024
Sin Ítaca
No siento hogar en ningún sitio. No tengo Ítaca a la que volver. Imaginad que los pretendientes hubieran matado a Penélope y Telémaco hubiera huido. La casa arrasada, completamente, asolada. Imaginad. El viaje de Ulises no tendría sentido y su relato tampoco. Imaginad. La Odisea se habría quedado sin motivos. Odiseo se habría eternizado junto a la ninfa Calypso y no habría naufragado en la isla de Nausicaa. Imaginad. Homero se habría visto obligado a cambiar de héroe y hubiera escrito otra cosa, qué se yo, un anime, por ejemplo.
Solo Sevilla me sabe a algo parecido a Ítaca. Solo siento hogar cuando estoy junto a mi hija, cuando hablo con ella, cuando comparto la mesa con ella, cuando me habla (con la "t" ya líquida) de sus esperanzas, de sus sueños, de sus peripecias, de su nuevo trabajo telemático (así renuevo yo los clásicos, con estos juegos de palabras). El resto es compañía, a veces muy grata, pero compañía solamente, restos del naufragio, restos de un viaje que apenas tiene sentido ya relatar. Y más sabiendo que Homero era mortal, que ya no está, que no va a volver para contar una historia sin destino final, sin Ítaca.
lunes, 16 de diciembre de 2024
Fuera de temporada
Deliciosa película Fuera de temporada. Otra historia de amor, otra. Al leer la sinopsis, no me atraía en absoluto, no sé por qué la he visto. Una historia sencilla, trabajada con una delicadeza extraordinaria. Todas las historias de amor son iguales (como las familias ricas de Tolstoi), salvo las que introducen las pausas y el sentido del humor necesarios para que exploten y nos alcance su onda expansiva. Sí, todas las historias de amor son iguales, salvo las de los verdaderos desgraciados que encuentran la espoleta y la activan, de quienes el tiempo se ríe a reventar. Esas historias son las que nos conmueven, las que nos agitan, las que nos deshacen. A pesar de que todas sean iguales, esas parecen distintas porque las hacemos nuestras.
La película acaba con una frase maravillosa: "Prométeme que no volverás aquí". Voy a reservar un spa. Por cierto, esa actriz, Alba Rohrwacher (he tenido que mirar Google tres veces para escribir su apellido), me acongoja.
domingo, 8 de diciembre de 2024
Alabanza de corte
El primer piso del instituto más antiguo de Albacete, ahí está mi aula. Alumnos de un nivel desconocido para mí hasta ahora: motivados, interesados, aplicados, con referentes culturales... Y no solo unos cuantos, sino la amplia mayoría. Entrar en una clase de 2º de bachillerato en este centro es descubrir una especie de realidad paralela. No es que yo no me recuerde igual cuando estaba en el mismo nivel educativo que ellos, es que se nos consideraría -taxonómicamente hablando- como razas distintas, si atendemos a los intereses y preocupaciones de la mayoría de este alumnado.
He estado en otros centros (todos rurales), me he encontrado con chicas brillantes, claro que sí, pero por norma general su hábitat quedaba tan lejos del mío que he hecho esfuerzos ímprobos por inculcarles un poco de cultura general. No sé si tendrá que ver con la distancia de lo urbano frente a lo rural, que yo creía casi extinguida; o de la clase social a la que pertenecen estos muchachos..., no sé, pero me encuentro con gente educada, interesada por la pintura, por la literatura, por la educación, por el teatro, por el cine, por la música... qué sé yo. No sé si esto es una isla en medio de la idiocia o no, no lo sé. Pero estoy disfrutando en mis últimos años como docente de una sensación que no había gozado hasta ahora. Se me escucha mayoritariamente, y no solo eso, se me escucha y dialogo con ellos porque les interesan los temas de los que hablamos; y no solo eso, también tienen asideros sólidos y de alta cultura en los que sustentan sus conversaciones. No puedo desaprovechar esta oportunidad.
Y, por otra parte, pienso, si todos gozáramos de la bonanza social que rodea a estos chicos, si todos disfrutáramos de un acceso fácil y habitual a la cultura, si todos tuviéramos la posibilidad de interesarnos por las variadas opciones de ocio que ofrece una ciudad (aunque sea pequeña), ¿no seríamos todos mejores seres humanos?, ¿no participaríamos todos de esta sensación que proporciona sacarle jugo a la inteligencia? Ahora veo mucho más claro un libro de Thomas Bernhard, del que he sacado muchos fragmentos para el comentario de textos, donde se expone un menosprecio de aldea y alabanza de corte, que yo creía desmesurado; pero constato ahora que no, que incluso se queda corto.
Al profundizar en los comportamientos de los chicos de pueblo (yo mismo lo era), observo que sus impulsos, sus intereses y sus hábitos están marcados totalmente por las convenciones locales, en la mayoría de los casos impuestas por la Iglesia o por unas tradiciones, como poco, chocantes. La familiaridad con el cosmopolitismo, los libros, el arte, la música, el teatro, el cine, la cultura entendida en su más alta expresión, no es algo habitual en el entorno rural, sino, por regla general, extravagancias de algún concejal moderno, al que se le suele echar pronto del cargo.