Secciones
lunes, 16 de agosto de 2021
"Juan Carlos Onetti: la fatalidad de vivir" por Rafael Narbona
jueves, 22 de julio de 2021
"La reducción de Mairena" por Carlo Frabetti
lunes, 19 de julio de 2021
"El mito de la pareja: el antifaz de Romeo y la venda de Cupido" por Carlo Frabetti
Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.
Federico García Lorca, «Soneto de la dulce queja».
"Instrucciones para escribir un cuento" por Carlos Mayoral
viernes, 16 de julio de 2021
"Todas las novelas" por Antonio Muñoz Molina
viernes, 9 de julio de 2021
"Atontar por la izquierda" por Najat el Hachmi
miércoles, 7 de julio de 2021
"La incapacidad de escuchar" por Manuel Cruz
sábado, 5 de junio de 2021
"¿Por qué somos dantescos?" por José Mª Micó
viernes, 28 de mayo de 2021
Día de Castilla-La Mancha
-A partir del próximo curso, antes de empezar la jornada, habrá que formar y cantar una seguidilla manchega en escuelas, institutos, hospitales y cualquier otra institución dependiente de la Consejería. Se gratificará la interpretación por parte de los funcionarios de jotas o bailes propios de la localidad.
-Se repartirán efigies en cartón o goma eva a tamaño natural del presidente de la Comunidad para que presidan los lugares más significativos de los lugares públicos.
-Será obligatoria en cada una de las dependencias de las dependencias públicas, incluidas aulas y habitaciones de hospital, la exposición del crucifijo con la bandera de Castilla-La Mancha en el lugar donde iba el RIP.
-Los directores de hospitales, centros educativos y ayuntamientos deberán tatuarse un molino de viento en su brazo derecho.
-La televisión de Castilla-La Mancha retransmitirá más corridas de toros y procesiones.
-En las plazas de los consistorios se instará a los alcaldes para que se comience el día con una proclama plenamente manchega, podrían ser las siguientes: "¡Ea!", "Bueno me tenéis!", "Gañáááán!", "¿Qué marcha me lleváis!"...
jueves, 27 de mayo de 2021
El síndrome de Estocolmo en la ESO
Los grupos de la ESO suelen ser muy propensos a idolatrar al profesor, sobre todo los más pequeños. He sido testigo de adoraciones increíbles hacia personajes abominables y faltos de toda vocación profesional. Nosotros, los profesores, nos sentimos dioses dentro del aula y con demasiada frecuencia crece nuestra vanidad cuando nos vemos adulados por el alumnado al que impartimos materia. La entrega emocional de muchachos de doce, trece, catorce y quince años genera una efervescencia del ego que a menudo deforma la percepción de nosotros mismos y de nuestro cometido. Ellos suelen ser espontáneos, desean verse abrazados (a veces con síntomas del síndrome de Estocolmo) por los mayores que les educan, a pesar de los roces y las tensiones propias de la adolescencia. Y ese abrazo, esa demostración de afecto superlativo, a menudo lo interpretamos como que nuestra labor ha sido excelsa, insuperable. Es muy frecuente ver en las redes sociales y en los pasillos de los institutos al profesor ensoberbecido, entusiasmado, por ese amor incondicional del alumnado. Alardeamos de su cariño, de sus muestras de afecto, del poder de atracción de nuestra labor profesional. Un panorama idílico y digno de evocar una y otra vez si no hubiera visto cómo elementos de catadura bastante cuestionable gozan de un aprecio similar, superlativo, por parte de los chicos a los que imparten clase. El ansia de amor y de veneración es tan excesiva a esas edades que pocas veces tienen en cuenta la idoneidad de sus idolatrías. He visto adorar e incluso venerar a profesores a los que yo no confiaría ni la custodia de mis tortugas. Por eso, desde hace años, intento aquilatar esas desmesuradas muestras de apego.
Hay que desnudar el ego, despojarlo del efecto que produce la adulación. En esta sociedad de la exposición permanente debemos templar gaitas y no dar una importancia extrema (animados por la vanidad) a lo que es un sencillo impulso espontáneo de generosidad adolescente.
lunes, 24 de mayo de 2021
La inspiración lírica de Los Pecos y C. Tangana
¿Ha plagiado C. Tangana a Los Pecos o solo son referentes comunes los que les unen? Esta candente cuestión nos asalta cuando comparamos las letras de dos de sus canciones. La primera es la mítica "Esperanzas" de Los Pecos; la segunda, "Tú me dejaste de querer", de C. Tangana.
ESPERANZAS
He vivido unos años, algo duros sin ti;
ahora quiero olvidarlos y volver a reír...
En mi vida sólo quedan esperanzas,
en mis sueños mi ilusión siempre eres tú...
Sólo vivo esperando tu regreso,
con tu marcha te llevaste
mi corazón...
TÚ ME DEJASTE DE QUERER
Tú me dejaste de querer cuando te necesitaba,
cuando más falta hacías, tú me diste la espalda.
Tú me dejaste de querer cuando menos lo esperaba,
cuando más te quería, se te fueron las ganas
En la primera canción observamos cómo la desazón de un amor perdido provoca un desasosiego que, por mucho que se intenta evitar, no se puede porque el amor aún está arraigado en las entrañas del rubio y del moreno. En la segunda, la leyenda madrileña del trap, también se queja de un desamor, de alguien que lo ha abandonado en lo mejor de su relación. ¿Será la misma persona la que ha provocado este sentimiento o es que Tangana ha aprovechado el tirón sentimental de Los Pecos para plagiarlos? Sus referentes, es evidente, están en la poesía de los trovadores, en la Edad Media. Estos dos vates modernos rememoran esa queja amarga del amante despechado por el rechazo de la amada. Ni Arnaut Daniel, ni Dante, ni Petrarca, ni siquiera Garcilaso supieron plasmar con tanta maestría este sentimiento universal. Recorren un itinerario hacia el pasado, recuperan el amor cortés y la tradición petrarquista. Sin duda, tanto unos como el otro son tres poetas apegados a la tradición lírica más antigua que han conseguido estimular a las masas con un estro atávico. ¡Viva el "fins amor"!
sábado, 22 de mayo de 2021
"Dos piezas surrealistas de la historia de España" por Manuel Vicent
jueves, 20 de mayo de 2021
Odio eterno a la literatura
La gramática teórica no debería ser nuestro único objetivo. Al final se convierte en la maza con la que rematamos cualquier atisbo de apego a la lengua. Tampoco la historia de la literatura tendría que servir para odiar de por vida a una lista infinita de autores, de los que se termina descubriendo qué pie calzaban e ignorando todos sus valores literarios y humanos. La clase de Lengua y Literatura debería estar apegada a la realidad, sí, y a la despensa de maravillosos poemas, narraciones y obras de teatro que deslumbren y emocionen. No deberíamos seguir sirviendo la lengua enlatada ni administrarla como se embute a las ocas para engordarles el hígado. Del órgano enfermo de estos animales se extrae una delicia culinaria; del hígado de nuestros adolescentes, solo bilis contra el texto escrito.