domingo, 4 de agosto de 2024

Trieste 6: "Las tres religiones"



 El hombre propone y dios dispone, no sé dónde he oído semejante imbecilidad, pero empiezo por aquí porque hoy he visitado la sede de las tres religiones: una sinagoga, una iglesia y un bar. Sí, no tenía otra cosa que hacer y allí que nos hemos ido. Ha sido una experiencia antropológica, además de religiosa. 

En la sinagoga nos han vestido con unos pantalones de gasa blanca y nos han colocado un casquete de arlequín. Hacía tiempo que no me sentía un payaso de la tele, bueno tampoco tanto tiempo. En la iglesia no nos han exigido ninguna vestimenta especial, aunque solo la nuestra natural ya daba un poco de repelús. Escuchar los exordios de judíos y católicos (solo me faltan los musulmanes, aunque no los hay mejores) es algo patético. No me puedo explicar que tres cuartas partes del mundo estén sometidas por estas religiones. Que hayan provocado tantas muertes y tantas desgracias y sigan en la brecha como si nada, que sus templos sean visitados y venerados con auténtica sumisión, que cualquier movimiento de sus jefes religiosos provoque una hecatombe a nivel universal. De veras, no doy crédito. Sus propuestas son tan chuscas, sus preceptos tan decadentes y sus premisas tan ridículas que me hacen dudar de la existencia de raciocinio en el ser humano. 

De veras, cuando nos han obligado a colocarnos esos pantalones de gasa y el casquete de arlequín, he pensado que la humanidad no tiene solución, que lo que debería ser una actuación de circo lo querían convertir en un acto de reverencia a la Torá (ese libro sangriento donde dios es un ser vengativo y justiciero, como Chuck Norris, pero a lo bestia). Lo del bar lo dejo aparte porque ahí sí, en ese templo se respira la verdadera libertad de conciencia del individuo. Una birra, una grappa, ofrece más beneficios a la sociedad que dos pilas enteras de agua bendita. La de la foto es Melpómene con la teta fuera, no os asustéis.    

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