Un rostro perfecto, duro y a la vez dispuesto a doblegarse incondicionalmente si la palabra lo merece. El verde Alhambra de su mirada acaba con los tópicos petrarquistas, como el Quijote con los libros de caballerías. Nadie hablaba como ella, con tanta autoridad y tanta dulzura. Estoy orgulloso de una cosa: de que me eligiera, porque, en lo demás, tenía un gusto exquisito. Desde que se fue, he perdido el norte de la estética (yo nunca lo tuve, era prestado, como el brillo de la luna). Pocas han hecho tanto por difundir el gusto de Botticelli, muy pocas. Cómo no voy a estar destrozado, si tenía en mi salón la proporción áurea. Quitadle la noche oscura a Juan de Yepes, a ver qué queda.
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sábado, 13 de enero de 2024
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