Cuando la realidad te asalta
de tan malas maneras,
uno se olvida de que la poesía
es extrañamiento temblor borde abismo caída espasmo.
Se olvida de la esencia
porque la realidad ha arrasado
el aliento, los campos de cristales,
el páramo.
Y ya no queda nada,
solo dolor y fiebre de cuarenta grados.
Cuando la realidad te asalta
(y no es una metáfora)
de tan malas maneras,
uno intenta escupirle a la cara,
vejarla, estuprarla, rajarla, desvencijarla, rechazarla,
y no es posible,
porque se ha olvidado uno
de la esencia, de que la poesía ha de extrañar,
ser temblor borde abismo caída espasmo.
Y esto me lo ha recordado
una poeta de veintipocos años.
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