De Juan Marsé, además de sus novelas, recuerdo con mucho cariño las anécdotas que nos contó Antonio Pérez cuando lo entrevistamos para nuestro periódico escolar. El conquense estuvo con el catalán en París durante los años sesenta. Participaron ambos en la edición de una revista de resistencia llamada "El Ruedo Ibérico", de la que Antonio Pérez guardaba la nostalgia de la revolución. Eran jóvenes y se reunían en París los "refugiados intelectuales" de la resistencia antifranquista. Bebían, escribían y editaban pliegos de combate, además de pasar penurias, muchos de ellos.
Antonio nos contó que él le había puesto nombre a un personaje señero de la obra de Marsé. Se trata de ese charnego murciano que aparece en Últimas tardes con Teresa, el "Pijoaparte". El mismo Marsé lo admitía: "La intuición fulgurante de Antonio Pérez me sopló al oído el apodo de un personaje de novela, el "Pijoaparte". Y también rememoraba el escritor sus paseos nocturnos por el RIvoli y Les Halles, así como sus sueños comunes: "Porque conozco algunos sueños de Antonio, porque he compartido con él unos cuantos -culturales, éticos, artísticos, gastronómicos y hasta alcohólicos- sé de dónde proviene este equilibrio roqueño y alado a la vez, esta armonía personal entre la raíz y la fronda".
Cuando veo a Antonio Pérez, siempre recuerdo a Juan Marsé. Los imagino riendo, soñando y dando tumbos por las riberas del Sena, imaginando revoluciones, personajes e inventando historias que luego el escritor catalán plasmaría en las mejores novelas españolas de la segunda mitad del siglo. No sé por qué, pero tanto uno como otro siempre me transmitían sensación de honestidad.
Esto nos dijo Antonio sobre Juan en 2008: "Me hice muy amigo de Juan Marsé en París. Carlos Barral, su editor, me lo envió para que le buscara trabajo. Cuando él estaba escribiendo Últimas tardes con Teresa (recuerdo que tomaba notas en un pequeño cuadernillo que llevaba siempre encima), lo llamé por teléfono desde Ginebra y le dije que ya tenía nombre para su protagonista murciano, "Pijoaparte", porque conocí a alguien real que se aproximaba mucho al de la ficción. Dice Juan, que su personaje, ese emigrante charnego que enamora a una chica bien, hoy sería un marroquí".
Aún tengo "Esa puta tan distinguida" en la estantería, a la espera; y la relectura de otras novelas suyas, para recrearme con su honestidad y su buena literatura.
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