Llamar a esto poesía
es engaño,
es falacia,
es gaseosa.
Ensuciar palabras
es costumbre habitual
entre enamorados,
pero no llaméis poesía
al humo,
al ruido,
a la testosterona.
No entiendo de placeres
sin dolor, ni hermenéutica.
No entiendo de labios
que no hayan sido adiestrados
para la succión.
No aprecio la palabra
sin fondo de armario,
ni las amapolas
sin semillas alucinógenas.
No la llaméis poesía,
hay tantos nombres
como pétalos.
Llamadla heliogábalo,
por ejemplo.
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