sábado, 12 de enero de 2013

FOTOMATÓN (IV): "Un cambio de look"


Primeras entregas del año en FOTOMATÓN. En esta ocasión un poema de Antonio Molina (2º de Bachillerato C) y un relato de Irene Coso (2º B) ilustran la imagen elegida.

El poema de Antonio:

Bajo el pelo escaso y blanquecino,
se descubría un anciano bondadoso.
Incontables arrugas de sol, lluvia y viento
labraban en todas direcciones su rostro.
Nadie intuía el secreto que escondía
el viejo, en apariencia, rudo y tosco.

El peso de los años y unos aros tiraban
de las pieles flácidas de sus pechos y sus brazos.
Su torso era un viejo lienzo dibujado
con rostros de trazos picassianos,
un “Guernica” proclamando:
el espíritu no sucumbe
a las arrugas de los años.

El viejo, en apariencia, rudo y tosco,
desnudaba el secreto que escondía. 

El relato de Irene Coso:


En un pueblo pequeño y acogedor de Galicia vivía un señor llamado Calixto. Era un hombre muy adinerado y con un gran poder sobre la zona, su finca se encontraba en un bello valle rodeado de unas casitas donde vivían sus criados. Un  día Calixto lleno de aburrimiento decidió hacer una fiesta, se lo comunicó a sus sirvientes y estos la prepararon con mucho esmero y entusiasmo  ya que hacía mucho tiempo que no se celebraba  una. Llegado el día tan esperado, Calixto se vistió con sus mejores ropas y salió a la puerta a recibir a todos los invitados, ya que eran las personas más importantes de la zona: la familia Mendoza, la familia Aguilar, la familia Castaño… Durante el festejo, mientras que las damas charlaban y paseaban a sus hijos pequeños, los hombres jugaban al póker. Calixto era la primera vez que jugaba a este juego, a diferencia de sus invitados, como consecuencia se enganchó tanto que se apostó todo lo que tenía hasta quedarse sin un duro, no tenía nada que apostarse lo había perdido todo y por ello propuso jugar la última partida, si ganaba recuperaría todo lo perdido y si perdía prometió tatuarse y perforarse el cuerpo ya que para esa clase social eso lo veían como algo macarra y sucio. Calixto perdió y no tuvo otra opción que tatuarse y perforarse el cuerpo sus oponentes al ver la valentía de Calixto al cumplir la apuesta le devolvieron todos sus bienes y a partir de entonces, Calixto no volvió a jugar.

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