miércoles, 10 de agosto de 2011

Análisis de "Criaturas del Piripao" (XIII)


Penúltima entrega del análisis de David Arona. Seguimos con los temas de la novela. En esta ocasión, para mí el más sugerente de todos ellos.

2- Poder versus libertad.

En la narración existe una oposición milimétrica entre dos fuerzas que presentan batalla a lo largo de la historia: por un lado, el poder arbitrario que niega la naturaleza de la vida misma y que nace del egoísmo más irracional e instintivo de quien lo sustenta, que enmascara su radical indignidad en la hipocresía de lo correcto, en el hábito del monje, en la cruz de Calatrava de Don Alvar, en la solemnidad de los autos de fe y la moral cristiano vieja absurda y asfixiante que a través de la crueldad de los verdugos del Santo Oficio siembra el pánico y con ello la sumisión al poder imperial y fanáticamente católico de la España de los Austrias.

Torralba evidencia el doble juego en fray Berto, muy pronto en un parlamento directo: “-Sin duda, nuestro capellán echa de menos a mi ama y no tanto cuida de su espíritu como le gustaría cuidar de sus bajos; que no deja de ser hombre y anda bien alejado de ser santo como puedes tú, mi buena Mencía, muy bien atestiguar”. El poder religioso cuanto más pugna por lo material más lo enmascara en liturgias y aparente espiritualidad. También la nobleza es retratada en su comportamiento hipócrita: “Los hidalgos del lugar preferían acudir a ella en casos extremos o bien hacerlo a escondidas. Su fama de morisca y el tener a los del santo oficio pendientes de ella no alejaban a sus clientes pero sí los hacía más timoratos. Los mismos clérigos eran habituales de su farmacopea, a pesar de que los vuelos de sus sotanas aparecían pocas veces por su casa a la luz del día. Las grutas del pecado que horadaban toda la villa, desde la iglesia hasta el barrio de Santa Quiteria, de las que nadie hablaba pero todos conocían, eran muy similares a los silenciosos senderos que llevaban hasta Mencía”.

Frente a este poder omnímodo se alza siempre el deseo de libertad. Leola y los cátaros en Historia del rey transparente, los franciscanos frente a los dominicos en El nombre de la rosa, los jesuitas frente al poder imperial portugués en las misiones apoyado por el papado en La misión; Cipriano y los protestantes españoles en El Hereje o la dignidad y autenticidad humana, el grito de libertad que emana de la razón y la vocación de bondad que representa el personaje de la morisca Mencía en Criaturas del Piripao. Con su culto al amor, con su profesionalidad de yerbera, con su amistad lealmente brindada y con su valentía y arrojo final supone una reivindicación del Piripao, de la verdadera vida frente al infierno, una apuesta por una realidad mejor aquí en la tierra, mucho más humana y libre, más igualitaria y fraternal. Esta lucha entre lo que impone el poder de una minoría y la reivindicación justa de la mayoría todavía continua… He ahí un elemento crucial de la novela, absolutamente vigente en nuestro siglo XXI y de rabiosa actualidad en la lucha contra el capitalismo salvaje y los grandes grupos de poder económico.

La derrota de Mencía, Cipriano, Leola y Nínive junto a los cátaros, la destrucción de La Misión nos llenan de impotencia, de rabia y de tristeza, pero al mismo tiempo nos invita a seguir luchando por un mundo más justo y más libre. El espíritu de la morisca parece animarnos.

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