martes, 7 de febrero de 2023

Shakespeare y sus traductores

Leemos fragmentos de Hamlet. Estela (el sepulturero) canta con gracia al sacar de la fosa la calavera de Yorik (con más gracia que tiene la traducción). Mónica (Hamlet) habla como moribundo (y es muy creíble), porque ya ha sonado el timbre del cambio de hora y el monólogo no acaba. El "ser o no ser" de esta versión coja es difícil de trasegar para almas tan efervescentes. De todas formas, los asuntos de fantasmas, amores contrariados que acaban en suicidio, el verbo fácil y la sangre final (sobre todo la sangre) captan la atención de todo tipo de público, ya sea del siglo XVII o del XXI, ya sean viejos varados o adolescentes en desarrollo, pese al traductor y a las hojas mal fotocopiadas. Por qué utilizar palabras como "tórnanse, aléjase, arteros, cholla..." Ya sé, porque la intención última es que hagamos un ejercicio de traducción propia, una versión rural y moderna del drama. Y hacia ella vamos.      

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