Ayudan las nuevas amigas, incondicionales y entregadas (un ejemplo, Mercedes y Elena). Ayuda correr hasta perder el aliento, hasta no saber quién eres. Ayuda leer, leer a los clásicos y a los no tan clásicos. Ayuda escribir, ayuda y a veces desangra, pero ayuda. Ayuda el teatro, el cine, las artes escénicas, el espectáculo, ayuda. Ayuda, y mucho, la cerveza y el güisqui de malta, ya te digo. Ayuda la ciudad, la ciudad, el cambio, ayuda. Ayuda todo esto a ignorar diálogos como los que surgen:
-Si como mierda y me hincho a licores recios, ¿cuánto tardaré en reventar?
-Pues no sé.
-Mucho me parece.
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