sábado, 1 de junio de 2019

Pound y Machado en Medinaceli


Manuel Vilas escribía hace no mucho sobre dos poetas que tenían diferencias de bulto y un vínculo común: los dos están enterrados fuera del país donde nacieron. La patria, a menudo, está a la greña con la poesía. Dos cumbres de la lírica castellana, Antonio Machado; e inglesa, Ezra Pound, rebozan sus huesos con tierra distinta a la que les vio nacer. 
En un pueblo castellano, Medinaceli, de no más de 700 habitantes, a Ezra Pound y a Antonio Machado les une otro vínculo. Los sorianos rinden homenaje a los dos poetas sin tener en cuenta la lengua en que escribieron, ni la patria de origen, ni si estuvieron locos o no. Solo se homenajea a los autores de Campos de Castilla y de Personae. Es sorprendente que un pueblo castellano tan pequeño se preocupe así de la cultura. En su Plaza Mayor se anuncian óperas de Verdi y sus calles, habitadas por el silencio, la piedra restaurada y las casas rurales, dedican placas al Cid, a Gerardo Diego, a Antonio Machado y a Ezra Pound. Sí, estamos en España, en el corazón de la España abandonada, y ni rastro de fútbol, vírgenes, santos ni toros. Solo ópera, piedra, silencio y poetas. Seguro que no es la realidad del pueblo, seguro que sus habitantes no se mueren por las palabras de Machado y menos por las de Pound, ni escuchan a Verdi en la cocina,  ni dedican las horas de ocio a la lírica, o sí. Pero ilusiona, de todas formas, ver (aunque sea solo exteriormente) el despoblado páramo castellano señoreado por la cultura más alta, abierto al mundo y no alienado, sin la infección habitual de fanatismo y costumbrismo medieval. Si Unamuno levantara la cabeza..., envidiaría a los dos cadáveres, o no.  

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