-¿Qué me dices, le tiras ya los trastos a esta tía o qué?
- Calla, coño, que te va a oír. ¡Joder!, está buena, pero yo creo que es una estrecha.
-Te está toreando, mariconazo. Se está haciendo la dura, pues no la conozco yo a esa...
-¡Qué dices, ni de coña!, esa no ha visto un pito en su puta vida. Se acojona cuando le toca a mi lado en clase y se pone roja cuando le hablo.
-¿Te vas ya? Aún no es de día. Ha sido el ruiseñor y no la alondra el que ha traspasado tu oído medroso. Canta por la noche en aquel granado. Créeme, amor mío; ha sido el ruiseñor.
-Ha sido la alondra, que anuncia la mañana, y no el ruiseñor. Mira, amor, esas rayas hostiles que apartan las nubes allá, hacia el oriente. Se apagaron las luces de la noche y el alegre día despunta en las cimas brumosas. He de irme y vivir, o quedarme y morir.
-Te digo yo que no. Que te toma el pelo, que esa ha estado con la mitad de 1º.
-A mí no me engaña una tía. ¿Tú la has visto con alguno?
-Verla no, pero me lo han contado. ¿No ves la cara de pájara que tiene, no ves que te miente con los ojos?
-No me jodas, a ver si ahora me vas a empezar a hablar como los de la obra.
-Esa luz no es luz del día, lo sé bien; es algún meteoro que el sol ha creado para ser esta noche tu antorcha y alumbrarte el camino de Mantua. Quédate un poco, aún no tienes que irte.
-¿Que te crees, que no vale esa labia con las tías? Tú apréndete dos o tres frases y verás.
-Sí, ya, y ahora me vas a decir que te gustan estas moñeces. Venga tío...
-¡Os queréis callar!, no os vais a enterar de nada.
-Estaba comentando el diálogo, profe.
-Que me apresen, que me den muerte; lo consentiré si así lo deseas. Diré que aquella luz gris no es el alba, sino el pálido reflejo del rostro de Cintia , y que no es el canto de la alondra lo que llega hasta la bóveda del cielo. En lugar de irme, quedarme quisiera. ¡Que venga la muerte! Lo quiere Julieta. ¿Hablamos, mi alma? Aún no amanece.
-¡Si está amaneciendo! ¡Huye, corre, vete! Es la alondra la que tanto desentona con su canto tan chillón y disonante.
-Psss, psss, Julia, desde que estás a mi lado en clase, no respiro, no oigo, no veo, solo tus labios servirían de antídoto a este veneno que me inyectas día a día.
-¡Vete a cagar!
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