martes, 15 de abril de 2014

"La existencia y la cirrosis"



Como el hígado cirrótico,
que ya no es esponja
sino piedra pómez,
cuya esquina sana
es capaz de purificar 
con máxima eficacia
los licores y detritus del día.
Voy a ser más preciso:
como el pez que boquea como nunca
cuando se le saca del río
y le crecen brazos
para volver al agua;
como el ciego
que lo vio todo hasta los veinte años
y se emociona con el rojo atardecer
cuando escucha a los grillos;
como el oficinista
que degusta como nadie
la aventura de salir al centro de la plaza;
como el sepulturero
que es capaz de abstraerse
con la laboriosidad de la hormiga
y olvida su pala;
como el moribundo
cuyas últimas palabras
son las más locuaces
de toda su vida.
Así se sujeta el mundo 
a la existencia:
mordiendo con los dientes crispados
el duro hierro 
de la nada.

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