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miércoles, 5 de marzo de 2014
"Los placeres y otros fluidos": "Rebelión del amanecer"
Hay mañana tan frías
que uno debe abrigarse a conciencia:
con almíbares de piel
y bufandas de agua helada.
Hay mañanas tan frías
que no apetece nada
saltar de la cama
(podría envolverme entre las sábanas
durante labios y manos enteros).
Hay mañanas tan frías
que lo mejor es abandonarse
al arrullo de las tostadoras
y dejarlas quemar el pan
del desayuno
(el aroma del humo es un ingrediente más
que ayuda al despilfarro
de la pereza).
Hay mañanas tan frías
que se deberían prohibir
las aceras
y se tendrían que apartar las señales de tráfico
para dejar paso a la oscuridad.
Hay mañanas tan frías
que deberían volverse
a casa
tal y como han llegado,
sin ropa y con la piel entre los dientes
para dejarnos los humores
rebosando entre los sexos.
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